El 18 de junio de 2025, el régimen de Teodoro Obiang liberó a 37 ciudadanos annoboneses que habían sido secuestrados el 19 de julio de 2024. Entre ellos figura el poeta Francisco Ballovera Estrada, detenido en Malabo, donde vivía y trabajaba, y deportado a la fuerza a la isla de Annobón, su lugar de origen. Ballovera era conocido no solo por su poesía, sino también por su militancia en el legalizado CPDS, partido que hasta la fecha no ha hecho pública ninguna declaración sobre su detención ni sobre las condiciones en las que ha sido liberado, a pesar del largo calvario que ha sufrido uno de sus miembros.
Su crimen fue simple y profundamente humano: llevar víveres a sus hermanos y primos, trasladados desde Annobón a Malabo tras participar en una protesta por el uso de dinamita por parte de la empresa SOMAGEC. Por esa acción solidaria, Ballovera fue detenido, incomunicado y encerrado durante once meses. Hoy, testigos cercanos aseguran que ni siquiera puede hablar por teléfono debido a la extrema debilidad física. Su voz ha sido literalmente apagada por la represión.
La operación de liberación, lejos de ser un gesto de justicia o reconciliación, ha estado marcada por la estrategia del encubrimiento y el control total de la narrativa. Todos los liberados fueron trasladados previamente a Annobón, en un claro intento de evitar que las delegaciones diplomáticas en Malabo constaten el estado físico y psicológico de las víctimas. El régimen los ha devuelto, sí, pero lejos, en silencio y sin testigos.
El caso de la cantante annobonesa arrestada junto a ellos es aún más revelador. En las imágenes difundidas desde la prensa del régimen de Teodoro Obiang, su deterioro físico es brutal. Lo que antes era una mujer fuerte, con carisma, presencia y voz, ahora es un cuerpo débil, encorvado, visiblemente dañado. Su crimen: ser cantante, tener muchos seguidores, ser popular, tener una voz fuerte y una presencia física que inspiraba. Eso bastó para convertirla en objetivo del miedo institucional. En Guinea Ecuatorial, la influencia es un delito si no sirve al poder.
Durante once meses, los 37 annoboneses fueron desaparecidos en manos del Estado. Sin juicio, sin abogados, sin atención médica y sin contacto con el exterior. Hoy, su liberación no ha sido acompañada de parte médico, informe judicial ni declaración pública. Solo una huida hacia adelante, en la que el régimen se sacude el peso de sus crímenes con una puesta en escena precaria y silenciosa.
Mientras el Gobierno habla de turismo, paz y desarrollo en redes sociales, encierra poetas, desfigura cantantes y reprime con brutalidad a comunidades enteras. Y cuando ya no puede seguir ocultando sus actos, libera a las víctimas por la puerta de atrás, lejos de Malabo, lejos de los diplomáticos, lejos de cualquier periodista.
Desde Radio Macuto exigimos una investigación independiente, atención médica urgente para los liberados y reparación para las víctimas. El mundo debe saber que en Guinea Ecuatorial el régimen no solo encarcela a quien piensa distinto, sino que lo oculta después, como si la verdad pudiera enterrarse en una isla lejana.
Si los han liberado, ahora falta liberar la verdad. Y eso empieza por no callarse.