Un amplia representación de jóvenes procedentes de países del Mediterráneo participaron en febrero en el II Encuentro mediterráneo de jóvenes por la Democracia y los Derechos Humanos en Rabat, organizado por ACSUR- Las Segovias y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en el marco del convenio para el fortalecimiento del Estado de Derecho y […]
Un amplia representación de jóvenes procedentes de países del Mediterráneo participaron en febrero en el II Encuentro mediterráneo de jóvenes por la Democracia y los Derechos Humanos en Rabat, organizado por ACSUR- Las Segovias y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en el marco del convenio para el fortalecimiento del Estado de Derecho y la gobernanza democrática mediante el apoyo a organizaciones de Derechos Humanos y sus redes en Marruecos, Argelia y Túnez, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Un año después (la primera edición de este encuentro tuvo lugar en abril de 2012 en Bouznika – Marruecos), jóvenes activistas procedentes de Túnez, Argelia, Palestina, Egipto, Yemen, Siria, Mauritania, Sáhara Occidental, Libia, Estado español y Marruecos se reunieron para debatir sobre la evolución y la situación actual de los movimientos de protesta, la implicación y la movilización de las clases populares en las luchas sociales, la igualdad de sexos, el papel de las mujeres en los procesos revolucionarios, la libertad de prensa y las nuevas tecnologías[1].
El objetivo de este II encuentro era tanto dar continuidad a las redes y sinergias que se habían generado un año atrás como conocer el punto de vista y opiniones de los y las jóvenes que participaron en las revueltas y protestas y que, hoy en día, forman parte de los movimientos que los originaron y les dan continuidad. En definitiva, acercar la realidad de los países del mediterráneo, destacar los puntos que los unen, las luchas y reivindicaciones comunes, generar intercambio de experiencias y fomentar la construcción de redes internacionales de solidaridad.
La juventud del mediterráneo en movimiento
A pesar de la heterogeneidad social y cultural de la región mediterránea, existen algunos factores comunes a todos los países en los que se enmarcó la denominada primavera árabe: una población mayoritariamente joven, altos índices de desempleo, extensos niveles de corrupción, ausencia de libertades, violaciones de derechos humanos y, en definitiva, el sometimiento de la población a la voluntad de regímenes autoritarios y dictatoriales. Sin duda fueron factores detonantes de las movilizaciones.
Otros indicios también pronosticaban el estallido de las revueltas, como la explosión demográfica en la región árabe en el último siglo. Según un informe regional de la Liga Árabe sobre el crecimiento demográfico, la población árabe actual es de aproximadamente 367,4 millones de habitantes. El 17,2 por ciento son mayores de 65 años, mientras que un 70 son menores de 25. En Túnez hay un 30 por ciento de población joven, en Egipto un 39, en Yemen un 24, en Siria un 30,2, en Libia un 40,05 y en Marruecos un 36 por ciento, mientras que en Argelia el 32 por ciento de la población está entre los 15 y los 29 años de edad.
Tiempo antes de que el joven tunecino Mohammed Bouazizi se inmolase en diciembre de 2010 frente a la Delegación de Gobierno en Sidi Bouzid, hecho señalado como el inicio de la primavera árabe, prácticamente todos los países del mundo árabe ya venían padeciendo las consecuencias de una larga y profunda crisis económica, política y social que se vio marcada por estallidos populares de diferente naturaleza, en regiones más o menos alejadas geográficamente. En el año 2008, las revueltas de Sidi Ifni, la huelga de los trabajadores en la cuenca minera de Redeyef en Túnez, la de la fábrica textil de Mahala al-Kubra en Egipto, las protestas populares contra el Tratado de libre comercio con los países de la Unión Europea. En 2010, las revueltas de los campamentos de Gdem Izik de El Aaiún en el Sahara (donde la juventud reclamaba justicia social, trabajo y vivienda), las huelgas de los trabajadores de SMESI (filial de la empresa estatal de fosfatos OCP), en la cuenca minera de Khouribga en Marruecos.
Antecedentes similares se daban en la ribera norte del Mediterráneo, con varios factores de fondo compartidos: desempleo, precariedad, austeridad, recortes en las políticas públicas, aumento de la represión y del control de la libertad de expresión de la población. Antes de las grandes movilizaciones del 15M en el Estado español y de los indignados e indignadas en toda Europa (y a escala global con el movimiento Occupy, Take the Square, etc.), desde el 2008 se sucedían acciones contra la austeridad, la crisis económica y financiera, la corrupción, la especulación, el aumento del paro y de la precariedad laboral.
La juventud de Túnez, Libia, Egipto, Marruecos, Yemen, Jordania, Iraq, Kuwait, Siria y Bahréin consiguió reunir y coordinar a amplios sectores de la población (trabajadores y trabajadoras, desempleados y desempleadas, campesinos y campesinas, militares, sindicatos clandestinos o no legalizados, y colectivos de mujeres) incluso sin el apoyo de los partidos políticos. Lo mismo ocurrió en Grecia, Italia, Francia o Portugal.
Además, el potencial de internet contribuyó decisivamente en algunos países a la propagación del espíritu revolucionario, al contagio, a la organización y a la continuidad de las revueltas que consiguieron derrocar a dictadores y que aún hoy siguen vivas. Igualmente han sido fundamentales para poder compartir la información sobre la realidad de las personas que participaban y protagonizaban los movimientos de protesta y tejer redes de solidaridad a nivel internacional.
Fotografía: ACSUR – Las Segovias.
Lucha global
Como decíamos, el objetivo global de este encuentro de jóvenes del Mediterráneo era crear un espacio para el debate entre activistas de movimientos sociales democráticos de diferentes países y así fomentar el intercambio de experiencias y la construcción de redes internacionales de solidaridad. Para asistir un requisito fundamental fue que todas y todos los activistas elaborasen una intervención corta en torno a uno de los cuatro ejes temáticos que estructuraron el encuentro:
- Nuevas formas de organización. Evolución y situación actual de los movimientos de protesta. Grado de espontaneidad de los movimientos de protesta; si fueron democráticos y no violentos; modos de estructuración; objetivos;
- Prácticas organizativas. El papel de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación en la movilización y organización; la libertad de prensa.
- Organización desde la base, implicación y movilización de las clases populares en las luchas.
- Igualdad de sexos, papel de las mujeres en los procesos revolucionarios. ¿Ha sido la igualdad una prioridad para los diferentes movimientos? Experiencias y testimonios de las mujeres feministas y activistas (prácticas, obstáculos, retos, objetivos).
Se presentaba la situación de todos y cada uno de los países sobre las cuatro temáticas de los talleres, lo que alimentó el debate posterior.
¿Cómo continuar?
Una de las conclusiones del encuentro es que es fundamental la intervención de la sociedad civil para seguir adelante con los cambios. Una vez pasada la euforia colectiva regional con motivo de las revueltas, con más sosiego y tras tener tiempo para el análisis, las y los jóvenes no dudaron en mostrar, compartir y explicar su frustración por no ver materializados los cambios políticos de fondo que esperaban en algunos países. Señalaron que esto no hace más que reforzar su idea de que es precisa la intervención de la población y la movilización social, de que hay que seguir adelante con los procesos de cambio y precisamente ahora es aún más necesaria la creación de redes regionales que articulen las luchas y que puedan convertirse en fuertes lobbys sociales por la justicia, los Derechos Humanos y la democracia.
Son muchos los desafíos comunes que se identifican: generar constituciones a la imagen del pueblo; la lucha contra la corrupción que sigue bloqueando y obstaculizando la justicia; llevar a cabo políticas públicas para reducir los niveles de analfabetismo; la necesidad de aglutinar a los movimientos sociales para tener más fuerza; frenar el uso de la religión como una excusa para la violencia o para imponer determinados comportamientos… Algo que comparten también las y los jóvenes es el sentimiento de «revolución traicionada» y por ese motivo insisten en que es fundamental traducir este denominador común en una estrategia a escala regional que frene la desarticulación que están produciendo en la zona los movimientos islamistas y la injerencia occidental.
Destacan como punto fuerte el hecho de disponer de herramientas para organizarse y no tener que encuadrarse en estructuras políticas que consideran obsoletas, aunque sí son conscientes de que no están lo suficientemente organizados, mientras que los partidos islamistas radicales sí. También son conscientes de su fuerza y de que ahora el poder sabe que está vigilado: en el mundo árabe «todos los ciber cafés se han convertido en salas de prensa».
Las mujeres jóvenes también se han empoderado y son conscientes de que existe miedo a que ellas ocupen el lugar que les corresponde en la sociedad. Lo han vivido muy de cerca: «durante las revoluciones las mujeres hemos sido bienvenidas y cuando éstas han terminado nos han invitado a volver a casa»; «nuestros derechos no estaban presentes entre las reivindicaciones de las revueltas y dentro de los propios movimientos de izquierdas hay una mentalidad machista y patriarcal». «La voz de las mujeres en el mundo árabe», afirmaba otra de las participantes, «es una revolución en sí misma y por este motivo tenemos que alzarla todas juntas, a nivel regional».
Se han creado varios espacios de encuentro digitales para mantener el contacto e informar sobre la actualidad en cada uno de los países. Estos dos encuentros han generado un proceso de intercambio y convergencia en torno a la lucha por la democracia y los Derechos Humanos que es fundamental mantener en el tiempo para que siga desarrollándose y cristalice en una red internacional. Sin olvidar, por supuesto, la importancia de encontrase en persona y descubrir la dimensión humana de las y los activistas y militantes.
Beatriz Ortiz Martínez es coordinadora de comunicación y dinamización asociativa en ACSUR – LAS SEGOVIAS. Forma parte del consejo de redacción de Pueblos – Revista de Información y Debate.
Este artículo ha sido publicado en el número 56 de Pueblos – Revista de Información y Debate, abril de 2013.
NOTAS:
- Para profundizar y acceder al conjunto de los debates y contenidos de los encuentros se pueden consultar en la web de ACSUR un vídeo y la publicación Taqarir 4: Jóvenes por la democracia y los Derechos Humanos en los países del Mediterráneo. Ver en www.acsur.org.