La dirigencia de Somalia, el epitome del Estado Fallido, parece tener como única condición el poder de profundizar las crisis más allá de lo explicable, y para quien haga un recorrido por la historia del país de estos últimos cuarenta años, no le quedaran ninguna duda.
En febrero de 2017, con tambores, trompetas y fanfarria, occidente y en especial Estados Unidos, anunciaba que el país tenía presidente, tras un ininteligible proceso electoral. El ungido era Abdullahi Farmaajo Mohamed, un hombre con formación y nacionalidad norteamericana, que el último siete de febrero, tendría que haber terminado su mandato, por lo que se esperaba asumirá un gobierno de transición para alcanzar un acuerdo para una nueva fecha de comicios, ya que las previstas para el pasado 21 habían sido suspendidas, por no alcanzarse un acuerdo con la oposición, que presentaba 15 candidatos.
Farmaajo, en ese marco de crisis política, tras el fracaso de la reunión con los líderes de los Estados Federales, reunidos en el aeropuerto de Mogadiscio, con un impresionante operativo de seguridad, lo que dibuja claramente la crítica situación de la guerra contra el extremismo wahabita, el lunes 12, decidió, prácticamente en soledad, extender su mandato por dos años.
La última decisión del presidente, obligó a los “países donantes”, los que prácticamente son los únicos aportantes al sostenimiento económico del país, cesaran su colaboración, mientras el ministro de finanzas había reconocido que, entre diciembre y enero, los fondos aportado por Arabia Saudita y Qatar, con los que se pagan los sueldos de los empleados públicos se habían agotado.
La resolución de febrero tomada por el presidente somalí, ni la administración Biden, ni la Unión Europea, la han visto con agrado; al tiempo que la oposición somalí, exigía la entregara del poder a un gobierno interino, que sería encabezado por el primer ministro. Frente a la negativa presidencial, la oposición anunció que a partir de ese día, se desconocería la legitimidad del presidente, llamando a sus seguidores a manifestarse en las calles, lo que dejó una decena de muertos, mientras pedía a las fuerzas de seguridad, no cumplir las órdenes del ejecutivo, lo que ha precipitado al país a una crisis de poder, la que en un contexto de la guerra que libra contra el grupo fundamentalista al-Shabbab, tributario de al-Qaeda, que desde 2006, ha causado miles de muertos. Al-Shabbab a perpetrado ataques contra universidades, oficinas públicas, hoteles y mercados, incluso llegando a operar en muchas oportunidades en Nairobi y otras ciudades de Kenia, con letales coches bombas en las calles más transitadas de Mogadiscio y otras ciudades del país a las que las acciones del Ejército Nacional de Somalia o SNA; por sus siglas en inglés, las fuerzas de la Unión África e incluso los bombardeos norteamericanos, no han logrado siquiera reducir en algo su letalidad, solo por mencionar uno de los últimos ataques el pasado catorce, en Hirshabelle, 50 kilómetros al norte de Mogadiscio, un minibús estalló al pisar una mina, dejando quince muertos y cuatro heridos graves. Mientras que el miércoles 21 cinco proyectiles de morteros, cayeron en cercanías de Villa Somalia, la residencia presidencial, alcanzando los edificios de la sede de la ex embajada alemana y el Ministerio de Salud, en el distrito residencial de Wardhigley, lo que provocó tres muertos y cuatro heridos.
Estremecedor panorama al que se le agregan las sequías, por las que este pasado domingo 25, el Gobierno somalí y Naciones Unidas, han debido declarar el “estado de sequía”, ya que ocho de cada diez distritos están experimentando ausencia de agua de moderada a severa, sumada la plaga de langosta del año pasado, incrementan la hambruna crónica del país, que tampoco puede olvidar las tensiones fronterizas, en aumento, con Kenia, con lo que se conforma un cuadro que no podría ser más sombrío.
Primeros combates.
A pesar de lo candente de la situación, los últimos reportes llegados a lo largo del domingo 25 de abril, señalan el estallido de enfrentamientos entre las tropas del Ejército Nacional de Somalia y fuerzas compuestas por cientos de efectivos militares, que han desertado en los últimos días, quienes habiendo saqueado armamento y otros insumos de una base en la región de Middle Shabelle, y tras haberse retirado a las fortificaciones de sus clanes, se mantuvieron expectantes hasta este domingo, que han pasado a ocupar algunos barrios del norte de la capital, como Yaqshia, Karan e Hiliwa. Durante la mañana se informaba que en el barrio de Shirkoole, ya se están cavando trincheras y que se habían cerrado calles y rutas de acceso a la capital y levantado un importante vallado en torno a Villa Somalia. En el mediodía del domingo, mientras muchos manifestantes salían a las calles para protestar contra el gobierno, en otros lugares de la ciudad se intensificaban los enfrentamientos armados. Situación que hace evidente que el país del Cuerno de África, entre a una nueva etapa de Guerra Civil, que estalló en 1991 y que con otros perfiles y contendientes no se ha detenido hasta hoy.
En la medianoche somalí, se reportaba fuertes enfrentamientos en la rotonda del kilómetro cuatro 4 o 4KM, como se conoce al estratégico punto de la capital, epicentro dela vida comercialy sitio elegido por con frecuencia por los muyahidines de al-Shabbab, para plantar sus coches bombas, los que han generado cientos de muertos. Mientras que los domicilios privados de dos importantes figuras la oposición: el ex presidente Hassan Sheikh Mohamud (2012-2017) y el ex ministro de Planificación Nacional y Cooperación Internacional (2009-2010) Abdirahman Abdishakur, fueron atacadas por grupos armados vinculados al presidente Farmaajo, según lo han denunciado las víctimas.
Ya en las primeras horas del lunes los enfrentamientos breves y violentos con armas livianas y morteros, entre ambos bandos se seguían produciendo, sin conocerse datos acerca de muertos y heridos, mientras se ignora que está sucediendo en el interior del país.
Durante la noche se conoció del ingreso a la capital de una caravana de más de cuarenta vehículos blindados leales al gobierno, pertenecientes a las unidades de élite del ejército conocidas como Gorgor (Águilas) vuelto hace pocas semanas de Turquía donde había recibido formación anti insurgente. Los comandos Gorgor, convocados por el presidente, quién parece contar con el apoyo de otros sectores del ejército, habían penetrado en Mogadiscio, desde la zona de Elasha Biyaha, al oeste de la capital.
Para el amanecer del lunes, si bien los fuertes choques armados habían cesado, sin que se conociera nada acerca de bajas, por la noche de manera esporádica los vecinos de distintos barrios de la capital dicen haber escuchados algunos disparos.
Mogadiscio, despertó tranquilo, aunque los rebeldes han fortalecido en amplias zonas de la capital, donde se ven trincheras con hombres fuertemente armados y muchas calles cerradas, ha espera que las cúpulas de ambos bandos a lo largo de la mañana encuentren alguna salida consensuada, lo que de manera urgente solicitó Naciones Unidas y varias cancillerías de occidente, antes de que Somalia, se siga abismando hacia lo profundo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.