Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras el Programa Mundial de Alimentos de la ONU emite informes urgentes de que millones de etíopes nuevamente mueren de hambre en el Ogaden poblado por somalíes, el Comité Internacional de la Cruz Roja declara que el gobierno etíope niega a la Cruz Roja un permiso de operación para realizar trabajo de ayuda en la región. Que no se permita que la Cruz Roja realice labores de ayuda donde sea es algo casi inaudito, sin embargo cuando se trata de Etiopia, dirigida por el «estadista» del G-20, Meles Zenawi, es algo usual.
Los militares etíopes han impedido durante los últimos cuatro años que todas las organizaciones de ayuda, incluidas la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras y agencias de ayuda de la ONU alimenten a gente que muere de hambre en Ogaden. Millones de personas hambrientas, tal vez hasta 6 millones, aunque nadie lo puede decir con seguridad… porque no se permite a nadie que entre a la región.
¿Por qué sucede algo semejante? ¿Por qué no hay una protesta contra este enorme crimen contra la humanidad, el bloqueo de la ayuda alimentaria a millones de seres hambrientos?
La respuesta está ante el umbral de esos «intervencionistas humanitarios», los países occidentales y sus marionetas en las Naciones Unidas que bombean miles de millones de dólares al año para reforzar el régimen de Meles Zenawi en Etiopia. Durante varios años Etiopia ha superado a Egipto como el mayor receptor de dinero de Occidente en todo el continente africano. Aunque la cantidad exacta se oculta profundamente en informes opacos que acumulan polvo en las oficinas de los cárteles financieros internacionales, el FMI informó de que en 2010 la cuenta de importaciones de Etiopia fue de 8.700 millones de dólares mientras exportó solo 1.700 millones. 7.000 millones de dólares al año, en ayudas directas en dinero, préstamos que son inevitablemente olvidados (la masa de la denominada ayuda a la deuda africana) o varios métodos que involucran trucos financieros. Hay que pagar la cuenta y Occidente sabe demasiado bien con qué rapidez los seguidores de su hombre de confianza en África Oriental, Meles Zenawi, lo abandonarán. Si Meles Zenawi se va, ¿quién será el agente occidental en África Oriental, el que haga el trabajo sucio para que Occidente pueda mostrar al mundo cuán limpias están realmente sus manos?
La sequía, el hambre y una contrainsurgencia cada vez más brutal de las fuerzas armadas etíopes, las mayores de África, el pueblo de Ogaden es olvidado por el mundo, gracias en gran parte a los medios occidentales así como a las corporaciones de «derechos humanos». En un momento de desesperación envié un correo electrónico al respecto a un periodista del L.A. Times basado en la capital etíope, Addis Abeba, solo para recibir la respuesta de que no pueden cubrir ese asunto debido a «dificultades de acceso y logística». Por lo menos no pueden decir que no lo sabían.
Sin embargo, en medio de toda esta oscuridad hay luz, porque el pueblo de Ogaden cada vez es más eficaz en su autodefensa armada, y ha comenzado a pasar a la ofensiva contra los militares etíopes y sus escuadrones de la muerte paramilitares. A pesar de todo, sigue estando mucho más allá de los medios de los miles de combatientes del Frente Nacional de Liberación de Ogaden la posibilidad de alimentar a millones de su gente, mientras libran algunas batallas muy desesperadas contra sus enemigos, armados y financiados por Occidente, en las fuerzas armadas etíopes.
El Cuerno de África es una de las regiones del mundo más afectadas por la guerra y el hambre, o quizá la más afectada, y esas continuas calamidades pueden rastrearse hasta los jefes supremos occidentales que pagan la cuenta.
Occidente, en especial la Casa Blanca de Obama puede pretender que ignora este crimen, pero sigue existiendo el hecho de que una alta consejera de Obama, Gayle Smith, en su oposición, antes de Obama, a la política de George Bush, escribió sobre esto en 2007 y 2008 en el denominado proyecto Basta.
Por lo tanto los que mandan saben, demasiado bien, que son directamente responsables de la muerte por hambre de millones de personas, pero no hay que esperar alguna acción de su parte. El mandato de los dirigentes de las «democracias» occidentales, no es salvar vidas, lejos de eso. Es proteger su imperio. ¿Qué importa entonces si sus capos en África Oriental causan la muerte por hambre de cientos de miles, tal vez de un millón?
El derecho internacional es realmente la Ley de la Selva en la cual solo sobrevive el más fuerte, y el pueblo de Ogaden, que sufre desde hace mucho tiempo, es la última víctima. Las gentes de Ogaden tienen pocas alternativas aparte de luchar por sus vidas, por lo menos hasta que el régimen gánster, genocida, de Meles Zenawi sea expulsado y Meles huya a su palacio en Londres hacia sus miles de millones mal ganados. Hasta entonces no hay que esperar más que lágrimas de cocodrilo de los «intervencionistas humanitarios» de Occidente.
Thomas C. Mountain vive en Asmara, Eritrea. Contacto: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/
rCR