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En el centro del desencanto con Kabila se encuentran profundos problemas económicos

Hambre de cambio: los factores económicos de la crisis en RDC

Fuentes: Africaye

Impuestos altos. Hostigamiento por parte de las autoridades fiscales. Falta de un tipo de cambio estable. Importaciones baratas de países vecinos. Baja demanda. Todos estos factores y más fueron citados en una carta enviada el pasado 4 de noviembre por la Federación Local de Empresas Congoleñas (FEC) a los funcionarios de la provincia de Congo […]


Impuestos altos. Hostigamiento por parte de las autoridades fiscales. Falta de un tipo de cambio estable. Importaciones baratas de países vecinos. Baja demanda.

Todos estos factores y más fueron citados en una carta enviada el pasado 4 de noviembre por la Federación Local de Empresas Congoleñas (FEC) a los funcionarios de la provincia de Congo Central, en el oeste de la República Democrática del Congo. El revelador mensaje informaba a las autoridades del cierre de la cervecería Bralima, un importante empleador en la ciudad de Boma.

Las preocupaciones suscitadas reflejaban problemas estructurales expresados también por otras empresas con sede en el Congo y contactadas por Crisis Group durante el año pasado en Bukavu, Lubumbashi y Kinshasa, así como por la FEC nacional.

A medida que la crisis política de la República Democrática del Congo se agrava -con el final oficial del mandato del Presidente Joseph Kabila el pasado 19 de diciembre-, la combinación de incertidumbre política, instituciones estatales depredadoras y bajos precios de las materias primas están contribuyendo a una situación cada vez más tóxica.

Las recientes protestas callejeras, en las que se estima que han muerto decenas de personas, se han centrado en la Constitución y los retrasos en el proceso electoral. Pero el deseo de cambio, por lo general centrado en el fracaso de Kabila para mejorar la suerte de la gente común, tiene un fuerte contexto económico.

PIB estancado, presupuesto decreciente

En los últimos diez años, el gobierno se ha centrado en la estabilidad macroeconómica y la inversión en proyectos con alta visibilidad como el de Congo Airways, un nuevo edificio del gobierno, aeropuertos y carreteras en las zonas más ricas de Kinshasa. Esto ha hecho poco por aliviar las profundas desigualdades en el Congo. Sin embargo, a caballo de los altos precios de los minerales, el PIB del Congo creció un 7,7% en promedio entre 2010 y 2015.

Este año, sin embargo, la economía ha sufrido una caída, haciendo que las proyecciones oficiales de crecimiento se hayan revisado a la baja, un 4,3% para 2016, excediendo levemente el crecimiento demográfico. Este panorama de estancamiento ha afectado seriamente al ya escaso presupuesto estatal. A lo largo del año, el gobierno redujo el gasto de 8.000 millones de dólares a 6.000 millones, aunque el gasto real será aún más bajo, alrededor de 4.500 millones. Esto deja muy poco margen para nuevas políticas o para financiar futuras elecciones cuyo costo se estima en más de mil millones de dólares.

En Enero de 2016, el entonces Primer Ministro Matata Ponyo anunció un paquete de 28 medidas para reestructurar la economía. En Octubre, el gobierno y parte de la oposición llegaron a un acuerdo en el marco del proceso de Diálogo Nacional para trasladar a 2018 las elecciones presidenciales previstas para este año. Las potencias regionales africanas respaldaron rápidamente el acuerdo, y poco después la figura de la oposición Samy Badibanga fue nombrado Primer Ministro.

Pero Badibanga luchará por continuar con el programa de reformas de su predecesor, al mismo tiempo que responde a diversas presiones políticas. Esto es especialmente relevante, ya que los impactos de las reformas -incluyendo la necesaria diversificación de la economía, extremadamente dependiente de la minería- sólo tendrán efectos, en el mejor de los casos, a medio y largo plazo.

Problemas con la moneda

La crisis económica también ha causado una grave depreciación del Franco Congolés (FC). Esta moneda se mantuvo estable en torno a los 920/930 FC por dólar durante unos tres años, pero recientemente ha caído a 1.170 oficialmente, aunque las tasas son aún más bajas en la calle. La confianza continúa disminuyendo en medio de temores de un retorno a la emisión indisciplinada de dinero y su consecuente espiral inflacionaria.

Los recursos del Banco Central para apoyar el FC también están disminuyendo. Las reservas extranjeras se estiman actualmente por debajo de 1.000 millones de dólares, menos de cuatro semanas de importaciones. Mientras tanto, el gobierno ha vuelto a pagar el dinero que debe a las grandes empresas en francos congoleños, provocando la ira de la comunidad empresarial.

En Octubre, el gobierno anunció medidas para amortiguar los efectos de la depreciación de la moneda, incluyendo la reducción de los impuestos a la importación y la disponibilidad de divisas para importar alimentos básicos como el azúcar y el aceite de palma. Se espera que el impacto de esta medida finalice en Marzo de 2017, tras lo cual la evolución de los precios se volverá más incierta, según las empresas consultadas por Crisis Group. Los precios del combustible son fuente de una gran preocupación. Se han mantenido estables debido a los subsidios y al bajo precio del mercado internacional, pero cualquier aumento tendría repercusiones en los productos básicos y en el transporte urbano, del que dependen la mayoría de los habitantes de las ciudades.

La corrupción también es un obstáculo para la economía. El equipo de lucha contra la corrupción del gobierno, encabezado desde junio de 2015 por un ex Ministro de Justicia, ha tenido poco impacto, aunque recientemente se han presentado varios casos de alto nivel, entre ellos uno relacionado con el financiamiento electoral.

El ex Primer Ministro Ponyo se quejó previamente de que no tenía control sobre gran parte de la economía, incluida la gigantesca empresa minera paraestatal Gecamines, y que tenía que «navegar aguas infestadas de cocodrilos». Los escándalos de corrupción a gran escala dañan la economía, aunque los ciudadanos y las empresas sugieren que están más preocupados por la omnipresente corrupción, de nivel medio o «pequeña» que impregna su vida cotidiana.

Los precios suben, los salarios caen

Con los precios del pan, el arroz, la harina de maíz y el aceite de palma aumentando constantemente durante los últimos seis meses, las familias urbanas más pobres están viendo erosionadas sus precarias condiciones de vida. Un pan normal de pan todavía cuesta 200 FC pero ahora es mucho más pequeño. Los hogares que dependen de la harina de maíz han visto aumentar sus gastos de alimentos en un 12%.

El maíz es particularmente importante en las provincias del Sur, donde una subida de precios a principios de 2016 agregó tensiones políticas locales y llevó al gobierno a enviar altos funcionarios a Zambia para tratar de aumentar las importaciones. Pero los vecinos meridionales del Congo se han visto afectados por una reciente sequía. A principios de Diciembre de 2016, los precios aumentaron de nuevo.

Los salarios de los funcionarios, excepto los de los servicios de seguridad, han disminuido en un 30% desde Junio, entre 70 y 100 dólares. También se redujeron los subsidios alimentarios para los soldados. En el sector privado, las mujeres de negocios llamadas maman ya zando han luchado debido a la depreciación del franco. Los bancos comerciales contactados por Crisis Group dijeron que recientemente han visto empresas más pequeñas incumpliendo los pagos de la deuda.

Grupos especialmente vulnerables, como el de las trabajadoras sexuales, a menudo las únicas que llevan el pan a sus hogares, también están sintiendo la presión. Los numerosos comerciantes callejeros, en su mayoría jóvenes que limpian zapatos o venden pañuelos de papel por 250 FC, apenas sobreviven en condiciones normales. Un pequeño aumento en sus costos puede llevarles a ellos y a quienes dependen de sus ingresos, al hambre.

La presión financiera sobre las familias también pone en tensión el sistema de solidaridad dentro de las comunidades, especialmente en el tratamiento de la enfermedad y la escolarización. En Ituri, los gastos de la escuela primaria han aumentado dramáticamente de 1.500 a 5.500 FC para el año escolar 2016-2017. El coste mínimo de la escuela en Kinshasa es de alrededor de 350 dólares al año, una suma cada vez mayor en francos locales. Esto ha sacado a muchos niños de la escuela. La educación, piedra angular del cambio social, es una de las principales prioridades para la población, pero tanto el acceso como la calidad han sufrido.

La economía se vuelve política

Los problemas económicos están ganando relieve político. En su discurso -claramente defensivo- sobre el estado de la nación el pasado 15 de Noviembre, el presidente Kabila pintó un cuadro positivo de sus 15 años en el poder, pero también reconoció que «la ausencia de puestos de trabajo y la ociosidad resultante oscurecen las perspectivas futuras». Advirtió que tales frustraciones no deberían ser utilizadas con fines políticos.

Al comienzo del año escolar en Septiembre, la plataforma de oposición Le Rassemblement intentó unir las crisis económicas y políticas a través de acciones conocidas como Écoles Mortes (boicots escolares). Muchos niños se mantuvieron alejados de la escuela, en parte por temor a incidentes violentos.

Los grupos de jóvenes, en particular La Lucha por el cambio, se centran en la economía y en el desempleo, pero también ven la política y la economía como dos caras de la misma moneda. Comenzaron haciendo campaña para mejorar los servicios públicos en Goma y ahora se centran en proteger la Constitución, en particular la disposición de que el Presidente sólo puede servir dos mandatos.

Los estudiantes se movilizan con facilidad cuando se enfrentan a un aumento del coste de vida, como los gastos de matrícula. A principios de Noviembre, un aumento de tarifas en un instituto de educación superior en Kinshasa llevó a disturbios violentos. La medida fue rápidamente revertida y el director del instituto destituido. El 19 de Noviembre, un mes antes del final del segundo mandato de Kabila, La Lucha, en asociación con otras plataformas juveniles, lanzó la nueva campaña «Bye Bye Kabila» tanto en redes sociales como en la calle, pero fue rápidamente reprimida por las autoridades.

La desaceleración económica es más visible en las ciudades. Nuevas investigaciones ponen de manifiesto la diferente evolución de los precios en todo el país, señalando posibles reacciones políticas diferentes en las zonas rurales. Esto sugiere que el declive económico no necesariamente conducirá a una protesta política más coherente, ya que la gente se preocupa, en primer lugar, por la supervivencia, algo sobre lo que el gobierno es muy consciente. Pero a medida que los recursos del gobierno para el cabildeo y conseguir el apoyo popular se reducen, eventos insospechados podrían desencadenarse incluso en áreas remotas. Las nuevas provincias establecidas apresuradamente a raíz de la desintegración de las provincias existentes en 2015 carecen de recursos, y la aparición de nuevos grupos armados en Kivu del Norte y la reciente violencia en la provincia de Kasai Central están provocando un estrés considerable.

El Primer Ministro Badibanga y su nuevo gobierno tienen que aliviar el malestar social mientras financian lo que será un costoso proceso electoral. Esto puede resultar una tarea casi imposible, mientras que la combinación de incertidumbre política y una importante recesión económica está creando un peligroso callejón sin salida.

El riesgo no es sólo una explosión de ira a partir del 19 de Diciembre, cuando se supone que el mandato de Kabila ha terminado, sino una atrofia lenta a partir de entonces. Una preocupación importante es la financiación de los sueldos y gastos operativos para el ejército y otras fuerzas de seguridad. Si esto se deteriora significativamente, es probable que cause un desorden mayor, tal y como ocurrió en 1991 y 1993.

La población tiene hambre de cambio, pero se siente frustrada por la falta de desarrollo y las oportunidades socioeconómicas, y por la complacencia de la élite gobernante. La mala gestión económica alimentó la ira popular durante el lento declive del régimen de Mobutu en los años noventa.

El cambio político a través de las elecciones simboliza la esperanza, y el gobierno y la comunidad internacional deben hacer todo lo posible para que se produzcan en las condiciones adecuadas, sin demoras indebidas.

Hans Hoebeke es analista senior de International Crisis Group para la República Democrática del Congo. @hoebekeh

Philippe Kadima Cintu es miembro de Giustra para África del International Crisis Group.@philippekadima

International Crisis Group es una organización independiente de prevención de conflictos.@CrisisGroup

Este artículo fue originalmente publicado en African Arguments, y traducido del inglés para Africaye por Fernando Díaz e Iñigo Macías Aymar.