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Una isla en medio de la hambruna

Hambre y comida en el Cuerno de África

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La mayoría de la gente en África se gasta la mayor parte de sus ingresos en comida. Con los precios de los alimentos encareciéndose en más del 50%, la sequía no es la única causa del hambre en el Cuerno de África. Mientras que en el sur de Etiopía, hogar de la mitad de los ochenta millones de seres que constituyen la población de Etiopía, se está sufriendo la peor sequía y hambruna en 60 años, quienes viven en la norteña capital de Addis Abeba están sintiendo el pinchazo del hambre a causa de los desbocados precios de los alimentos.

Sin embargo, al lado de Etiopía, en Eritrea, donde llevo viviendo desde 2006, existe una isla de seguridad alimentaria donde los precios del grano han descendido a la mitad y el hambre se ha convertido en cosa del pasado.

¿Por qué ocurre que, según Sukhwinder Singh Toor, el capo de FMI en Addis Abeba desde 2010, Etiopía necesita más de 7.000 millones de dólares de ayuda al año cuando millones de personas se mueren de hambre, mientras en la vecina Eritrea, que consigue tan solo una fracción diminuta de esa cantidad, los precios de los productos básicos están bajando espectacularmente?

Aunque a primeros de 2011 el Sistema de Advertencia Temprana de Hambrunas de la ONU predijo que millones de seres iban a morirse de hambre en la mitad sur de Etiopía, el régimen en el poder en Addis Abeba de Meles Zenawi se puso a exportar alimentos, alrededor de 10.000 toneladas de arroz solo a Arabia Saudí en 2010.

Los extranjeros pueden comprar tierra en Etiopía, buena tierra, por cuatro perras, incluso por menos aún que si se arrendara por 99 años, si ponen 100 millones de dólares, o más, en los bolsillos del primer ministro Meles Zenawi y sus compinches. Todos los productos básicos, como el trigo, la cebada, el sorgo y los garbanzos, son tan caros que las tasas de desnutrición en los niños están desbordadas.

Etiopía es el lugar de nacimiento del río Nilo pero millones de personas se mueren de hambre, mientras que en Eritrea, que es mayoritariamente semiárida, alrededor del 60% de los alimentos del país se producen a través de sistemas de irrigación alimentados por micro-diques, por lo que se ha empezado a romper la vieja dependencia de las lluvias para poder alimentar a la gente.

Los mapas de la sequía para el Cuerno de África muestran un área que va desde Sudán a Etiopía a Somalia e incluso a Kenia, pero en la mitad, inadvertida para quienes leen sus pronósticos meteorológicos en los canales de noticias, existe una isla del tamaño de Gran Bretaña donde todos disponen de pan y lenta, pero inexorablemente, la vida va mejorando.

Johnny Carson, el secretario de estado adjunto de EEUU para África puede afirmar que la hambruna ha estallado en Eritrea, pero también podría decir que la tasa de crecimiento económico aumenta allí en dos dígitos cada año y, sin embargo, nunca se refiere al número de niños etíopes que mueren cada día de hambre.

La esperanza de vida en Etiopía está bajando, quizá la palabra más exacta sea hundiéndose, sin embargo el Banco Mundial utiliza palabras como «espectacular» para describir las mejoras en la esperanza de vida en Eritrea. Eritrea es uno de los muy pocos países del mundo que cumplirá los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (MDG, por sus siglas en inglés), especialmente en el área de la sanidad para sus niños, prevención de la mortalidad por malaria y reducción del SIDA.

Hillary Clinton puede llamar dictadura a Eritrea, puede llamarla lo que quiera, pero si uno midiera el nivel de respeto a los derechos humanos por el acceso al agua potable, al alimento, al refugio y a la atención sanitaria en vez de a rellenar urnas y fijar elecciones, quizá la situación fuera muy diferente.

El Cuerno de África quizá sea el Cuerno del Hambre para millones de seres pero en medio de toda la sequía, el hambre y el sufrimiento, allí crece una isla de seguridad alimentaria, una pequeña Eritrea con cinco millones de personas.

Lamentablemente, nada de esto es suficiente para impedir que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apruebe sanciones aún más duras contra Eritrea tratando de dañar su economía e, inevitablemente, al pueblo eritreo. Todo eso se hace, una vez más, en nombre de la Guerra contra el Terror o, mejor dicho, de la Guerra contra el Pueblo Somalí.

Thomas C. Mountain vive en Asmara, Eritrea. Puede contactarse con él en: [email protected] 

Fuente original: http://www.counterpunch.org/mountain08092011.html