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Crónica de una visita a los campos de refugiados saharauis

Historia de un pueblo luchador y una potencia cobarde

Fuentes: Rebelión

Situado en la costa occidental de Africa, a escasos 96 kilómetros de las islas canarias, el Sahara es muy al contrario de lo que se piensa, un territorio rico. Cuenta con más 1062 km de costa, con ricos caladeros de pesca. Los cultivos de cereales son posibles en la ribera del Saguia el-Hamra, en la […]

Situado en la costa occidental de Africa, a escasos 96 kilómetros de las islas canarias, el Sahara es muy al contrario de lo que se piensa, un territorio rico. Cuenta con más 1062 km de costa, con ricos caladeros de pesca. Los cultivos de cereales son posibles en la ribera del Saguia el-Hamra, en la sierra del Zemur o en el Rio de Oro.

El Sahara cuenta con las mayores reservas mundiales de fosfatos, y hace escasos años se descubrieron yacimientos petrolíferos. Estas riquezas sin embargo no han ido a parar al pueblo saharahui, que es relegado a los puestos de trabajo más inhumanos y es encarcelado y reprimido por afirmar su existencia… ¿Cómo es esto posible?

La historia de un pueblo luchador y una potencia cobarde

El 26 de febrero de 1976, las últimas tropas españolas abandonaban el territorio saharahui, y tras ellas se alza la bandera marroquí. Hasta el momento, el Sahara era considerada por el gobierno de Franco como la provincia número 53. Con su marcha finalizaban los casi 100 años de ocupación española, que comenzaría en 1884, cuando las potencias europeas se repartieron el continente africano en la Conferencia de Berlín. Contrariamente a otras potencias coloniales, como Francia o Portugal, que concedían la independencia a los territorios ocupados tras su retirada, el gobierno español dejó tras el un país ocupado, sin un solo médico y a un pueblo milenario como el saharahui, sin las riquezas de su tierra y bajo la dictadura del rey marroquí.

Ya en 1970, ante la tentativa de proclamar la integración del Sahara en España, una manifestación pacífica de miles de saharahuis fue reprimida a tiros por el ejército español. El líder del movimiento, Bassiri, fue detenido y desde entonces sigue desaparecido.El pueblo saharahui no encontró otra salida para poder decidir sobre su futuro que la lucha armada, dirigida por el Frente Polisario.

Bajo la presión interna (del Frente Polisario) y la presión internacional (de la ONU), España, por miedo a dejar su colonia y perder las ventajas que aquella le proporcionaba, otorgó en el 73 el estatuto de autonomía al Sahara, con el fin de preservar sus intereses. El 14 de noviembre de 1974, apenas dos años más tarde, tras el cambio de situación política interna, se firman los acuerdos de Madrid, tras los cuales el Sahara queda en manos de Marruecos y Mauritania.

La lucha del Frente POLISARIO forzó a la retirada de Mauritania del territorio ocupado y forzó a Marruecos a aceptar un referéndum sobre el futuro del Sahara en 1991. Un referéndum que habría de celebrarse en los 6 meses posteriores al cese el fuego. Desde entonces han pasado más de 14 años y el referéndum, reconocido en varias resoluciones de la ONU, sigue sin celebrarse. Marruecos, además de incumplir y boicotear las resoluciones de la ONU, realiza una política de «reasentamiento» al estilo israelita para cambiar la correlación en caso de que el referéndum se celebre.

La política criminal del rey Marroquí tiene uno de sus exponentes más claros en la construcción del «muro de la vergüenza», una realidad muy poco conocida. Israel, Francia y Marruecos construyeron a lo largo de la guerra contra el Frente POLISARIO 6 muros consecutivos de contención. Estos muros tenían por objeto aislar ciudades y territorios de la presencia del POLISARIO. En estas zonas las fuerzas de seguridad marroquíes podían actuar con total impunidad.

Hoy, un muro recorre de norte a sur el territorio saharaui, limitando la zona ocupada por Marruecos (donde se encuentran la mayoría de las riquezas), de la controlada por el Frente POLISARIO. No son pocos los jóvenes saharauis que se han visto obligados a atravesar los campos minados que rodean al muro para evitar su encarcelamiento, por el mero hecho de pintar una bandera del Sahara.

El régimen marroquí forzaría años mas tarde al éxodo a más de 200.000 saharauis, que huían despavoridos de los bombardeos con NAPALM y fósforo blanco de la aviación marroquí. Argelia abrió sus fronteras para evitar una masacre sin precedentes, y desde entonces, un buen número de saharauis viven en los campos de refugiados del sur de Argelia. Los campos de refugiados

Mujeres, niños y ancianos huyeron despavoridos de los bombardeos de NAPALM de los aviones marroquíes y acabaron refugiándose en Argelia. Otros tantos se quedaron en los territorios ocupados, y muchos de ellos siguen todavía desaparecidos.

Los campamentos recogen los nombres de las ciudades de donde provenían los refugiados: Smara, Tifirit, El Aaiun, Dajla… Son campamentos temporales, en los que los saharauis se han visto obligados a permanecer hasta la resolución del conflicto. Se encuentran en el sur de Argelia, en uno de los desiertos más áridos del mundo.

Durante el verano, el sur de Argelia alcanza casi los 50 grados. Julio y Agosto son meses en los que apenas se puede permanecer en las «jaimas» (especie de tiendas de campaña donde viven las familias saharauis), y un poco mejor en las casas de adobe. Como ellos mismos nos cuentan, durante el verano apenas se dedican a controlar que los niños no salgan al patio en las horas de más calor. El invierno es frío, donde a pesar de que el sol se alza onmipresente en el cielo, la temperatura apenas sobrepasa los 2 grados. Sorprendentemente, en este medio tan hostil, los saharauis no sólo han logrado sobrevivir, si no que han desarrollado una vida social muy rica (baste decir que el campamento de Smara y Dajla cuentan con una escuela para niños con discapacidad mental).

Si algo sorprende al visitante que acude por primera vez a los campamentos, es la hospitalidad con que acogen al visitante. Sin casi conocerte, niños y mayores te invitan a las «jaimas» a conversar con la familia tomando unos tés. Tampoco puede pasar la jornada sin que te hayan ofrecido realizar algún «tatuaje» de jenna, un colorante con el que sobretodo las mujeres suelen tatuar pies y manos. La sabiduría este antiguo pueblo nómada, también otorga a la «jenna» la propiedad de evitar los piojos, siendo habitual que los niños lleven el pelo rojo tras colorearlo con la «jena».

Pero la solidaridad no se limita a tomar unos tes, si no que el pueblo saharaui (algo común a la cultura árabe) no dejará nunca al visitante – aunque no lo conozca- sin comer y sin techo bajo el que dormir. Una costumbre tristemente chocante para los que venimos del «mundo desarrollado». Las casas de adobe se construyen con el barro que asoma apenas se escarba unos metros bajo la arena, pero a diferencia de las casas de adobe que poblaban castilla, éstas no se mezclan con paja y si las lluvias son fuertes (algo poco habitual en el desierto del Sahara), algunas casas se vienen abajo.

La vida social en los campamentos de refugiados es increíblemente rica, y asegura para todos los niños el acceso a la escuela primaria y una asistencia sanitaria mínima.

Las mujeres ocupan el lugar principal en los campos. La gran mayoría de los representantes que los vecinos escogen en su barrio cada 3 años, son mujeres. También son ellas quienes dirigen las principales actividades sociales y económicas de la familia. Ejemplo de ello es el sindicato del campamento de Smara, donde la práctica totalidad son mujeres. El Frente POLISARIO asegura a cada familia lo indispensable para vivir. Cada núcleo familiar recibe una ración mensual en función del número de personas que convivan. La comida no es abundante, pero llega para vivir: te, arroz, espaguetis, agua… Aún así, muchas familias se ven obligadas a llegar a fin de mes comprando en los comercios. La tela de las jaimas, donde viven la práctica totalidad de los saharauis de los campos, también es suministrada gratis por la comunidad.

Los jóvenes de los campos aprenden el castellano y hasaní (árabe) en la escuela, hasta los 14 años. Tras acabar la escuela, algunos podrán ir a Argelia a estudiar la universidad, en el pasado también a Libia, y muchos irán a estudiar a Cuba. Aún así, la posibilidad de trabajar en los campos está muy limitada por las condiciones de vida: no hay industria, campo (excepto algunos cultivos), ni infraestructura para realizar muchas carreras.

La práctica totalidad de los médicos, enfermeros y profesores con los que hablamos fueron formados en Cuba, que les paga la totalidad de la carrera, pero les pide que a su fin regresen a sus casas para ejercer en la comunidad. Una vuelta que no siempre es fácil. Lo mismo sucede con los economistas, ingenieros, abogados… con la diferencia de que éstos difícilmente podrán ejercer su trabajo en los campos. Resulta sorprendente, que un país del tercer mundo como Cuba haga más por el pueblo saharaui que España, una potencia económica mundial.

¿Que ayuda brindar al pueblo saharahui?

Una verdad sale a la luz al visitar los campos: éstos viven en gran parte gracias a la solidaridad internacional. La mayor parte del material médico, de las escuelas, incluso la tela de las jaimas… han sido aportadas por otros países. Lo mismo se puede ver en los jeeps, el vehículo por antonomasia de los campos, que en la mayor parte de los casos han sido donaciones internacionales. De no haber sido así la vida habría sido mucho más difícil tras la huida de las bombas marroquíes.

Sin embargo, una parte de la gente con que conversábamos nos decían que si bien la ayuda internacional era muy importante, ahora se hacía más vital que nunca la ayuda política al pueblo saharaui. Porque sólo ésta apunta al verdadero origen de los problemas que se dan en los campos: el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Su derecho innegable a decidir en un referéndum sobre su futuro. Un referéndum, que debido a la pasividad de la comunidad internacional, lleva más de 14 años paralizado. La directora del centro de mujeres de Dajla, formada en Cuba, resumía esta situación con la siguiente frase : «no nos dejan morir -refiriéndose a la ayuda de la comunidad internacional- pero es que tampoco nos dejan vivir…».

Otro joven, Tiba, quien forma a los chavales de los campos que no estudian ni trabajan, nos hacía reflexionar sobre la verdadera solución de su lucha. Nos enseñaba una lata de atún que recibían de las inestimables asociaciones de solidaridad con el pueblo saharahui. Pues bien, el atún de las latas era pescado en las costas saharahuis, esas mismas que en pleno derecho les pertenecen.

El gobierno español tiene una responsabilidad especial en el conflicto, pues ha sido la antigua potencia colonial. Tanto el PSOE como el PP se han negado a presionar para dar la solución definitiva al conflicto: la aplicación de la resolución de la ONU concerniente al referéndum. Paradójicamente el gobierno del PP, guiado por intereses chovinistas (y tras el «conflicto» de la isla perejil) tuvo una posición más beligerante con el rey Marroquí. En todo caso algo une al PSOE y al PP: pesa más el lado de la balanza que significan los acuerdos pesqueros, la inversión española y la amistad del rey Juan Carlos con el rey marroquí, que los legítimos derechos del pueblo saharaui.

Por su parte, en el territorio ocupado por Marruecos los jóvenes saharauis son reprimidos, encarcelados y desaparecidos por el régimen marroquí. El propio Departamento de Estado americano se ha visto obligado a reconocerlo, a pesar de su apoyo al régimen marroquí, que le aporta suculentos dividendos en la extracción de fosfatos.

Hoy más que nunca es necesario explicar la causa del pueblo saharaui y exigir al gobierno que presione políticamente a la UE (como ha hecho en otros casos) para que se cumpla el referéndum.

¿Sabias que?

– Los médicos y profesores no cobran salario, trabajan gratis para la comunidad. – Juan Carlos de Borbón es íntimo amigo del rey marroquí. – En 1949 se descubre en Bucraa los yacimientos de fosfatos más grandes del mundo. – Hasta 1975 España consideraba el Sahara como una provincia. – Los procuradores y concejales juraban sus cargos sobre el corán. – Las mezquitas eran construidas con dinero público.

¿Quieres ayudar a explicar la causa saharahui?
Si quieres contribuir a explicar la lucha del pueblo saharahui, quieres dar una charla en tu instituto, universidad, en tu barrio… no dudes en enviarnos un correo a [email protected] o contactar con la «Asociación Asturiana de Amigos del Pueblo Saharahui