Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Dennis Kucinich finaliza su mandato la próxima semana después de 16 años en el Congreso de EE.UU. prometiendo que prestará servicio hasta el fin «con gran energía… Todo el concepto del síndrome del pato cojo no se aplica a mi persona. No soy cojo. Ni soy un pato. Soy un águila y sigo volando alto». Como un entusiasta homenaje, presentamos el gran discurso/oración contra la guerra que pronunció en el año 2002 «con esperanza para mi país… en el entendimiento de que la libertad hace latir el corazón humano, el miedo lo paraliza».
Una oración por Estados Unidos
Dennis J. Kucinich, diputado federal de EE.UU. por Cleveland, Ohio
Ofrezco hoy estos breves comentarios como una oración por nuestro país. Con amor a la democracia. Con amor a nuestro país. Con esperanza en nuestra nación. Con la creencia de que la luz de la libertad no puede extinguirse mientras permanezca dentro de nosotros. Con la creencia de que las campanas de la libertad resuenan en una democracia cada vez que hablamos libremente. En el entendimiento de que la libertad despierta el corazón humano y el miedo lo paraliza. Con la creencia de que un pueblo libre no puede caminar en el miedo y la fe al mismo tiempo.
En el entendimiento de que existe una verdad más profunda, que se expresa en la unidad de Estados Unidos. De que, implícita en la unión de nuestro país, está la unión de toda la gente. De que toda la gente es esencialmente una. En el entendimiento de que el mundo está interconectado, no sólo en el ámbito económico, comercial, de comunicaciones y transportes, sino intrarrelacionado mediante la conciencia humana, el corazón humano, el corazón del mun-do, mediante el simple impulso y anhelo de ser y respirar libremente.
Ofrezco esta oración para Estados Unidos. Oremos por que nuestra nación recuerde que la promesa de democracia se hizo paralelamente a la lucha por los derechos civiles. Por esto debemos rechazar la lógica del Acta Patriótica y preguntarnos por qué Estados Unidos tendría que poner de lado las garantías de la justicia constitucional.
¿Cómo podemos justificar que se cancele la Primera Enmienda y el derecho a la libertad de expresión y a la asociación pacífica? ¿Cómo podemos justificar que se cancele la Cuarta Enmienda y la prohibición de realizar búsquedas y detenciones injustificables? ¿Cómo podemos justificar que se cancele la Quinta Enmienda, en inconformidad con el debido proceso y permitiendo la encarcelación sin previo juicio? ¿Cómo podemos justificar que se cancele la Sexta Enmienda y el derecho a un juicio inmediato y público? ¿Cómo podemos cancelar la Octava Enmienda, que protege del castigo cruel e inusual?
No podemos justificar las órdenes de intervenir teléfonos y vigilar la comunicación electrónica sin supervisión judicial, ya no se diga con ella. No podemos justificar que se investigue a las personas de manera secreta sin una orden judicial. No podemos justificar que se le otorgue al fiscal de la nación la capacidad de designar a los grupos terroristas internos. No podemos justificar que se le dé a la FBI acceso total a cualquier tipo de datos que puedan existir en cualquier sistema donde sea, como los registros médicos y financieros. No podemos justificar que se le permita a la CIA señalar a personas que deben ser vigiladas. No podemos justificar a un go-bierno que nos quita nuestro derecho a la privacidad y pretende reservarse el derecho de mantener en secreto total sus propias operaciones.
Recientemente el fiscal de la nación cubrió la estatua de la justicia, la cual mostraba su busto, como subrayando que actualmente no existe el riesgo de que la justicia quede expuesta. Oremos por que el miedo no logre vencer a los líderes de nuestra nación.
Hoy prevalece un enorme miedo en nuestro gran Capitolio. Debemos comprender esto antes de plantearnos las deficiencias del Congreso en la coyuntura actual. El gran miedo comenzó cuando tuvimos que evacuar el Capitolio el 11 de septiembre. Continuó cuando tuvimos que desalojar el Capitolio nuevamente, ante una amenaza de bomba que ocurrió mientras algunos miembros conversaban con la CIA durante una reunión secreta. Siguió cuando abandonamos Washington luego de que el ántrax, posiblemente proveniente de un laboratorio gubernamental, llegara por correo. Continuó cuando el fiscal de la nación declaró alerta nacional y luego la administración presentó el Acta Patriótica ante el estrado de la Cámara. Continuó con la revelación de los videos de Osama Bin Laden al mismo tiempo que el presidente anunciaba el retiro del tratado ABM (Misiles Antibalísticos).
Permanece en el acordonamiento del Capitolio. Está presente en los guardias nacionales armados y camuflajeados de civiles que saludan diariamente a los miembros del Congreso a su entrada al Capitolio. Está presente en el laberinto de barreras de concreto por las que debemos pasar cada vez que vamos a votar.
Los símbolos que acompañan al estado de sitio nos tienen atrapados en un estado de miedo, mal equipado para tratar con los juegos patrióticos, los juegos mentales, los juegos bélicos de un presidente y un vicepresidente no electos. Oremos por que nuestra nación detenga esta guerra. «Promover la defensa común» es uno de los principios fundadores de Estados Unidos.
Nuestro Congreso dio al presidente la habilidad de responder a la tragedia del 11 de septiembre. Respondimos a los que provocaron el terror el 11 de septiembre. Pero nosotros, el pueblo y nuestros representantes electos, debemos reservarnos el derecho de medir la respuesta, darle proporción, cuestionarla y corregirla. Porque nosotros no autorizamos la invasión a Irak. No autorizamos la invasión a Irán. No autorizamos la invasión a Corea del Norte. No autorizamos el bombardeo de civiles en Afganistán. No autorizamos las detenciones permanentes en la bahía de Guantánamo. No autorizamos el retiro de la Convención de Ginebra. No autorizamos que los tribunales militares suspendieran el debido proceso y el habeas corpus. No autorizamos los es-cuadrones asesinos. No autorizamos el regreso del Programa de Contrainteligencia Interna. No autorizamos el rechazo de la Carta de Derechos. No autorizamos la revocación de la Constitución. No autorizamos las credenciales de identidad nacional. No autorizamos que los ojos de Big Brother escudriñaran desde cámaras repartidas a lo largo y ancho de nuestras ciudades. No autorizamos el ojo por ojo.
Tampoco pedimos que la sangre de los inocentes que perdieron la vida el 11 de septiembre se vengara con la sangre de la población civil inocente de Afganistán. No autorizamos al gobierno que haga la guerra en cualquier momento, en cualquier lugar y como le plazca. No autorizamos la guerra sin final. No autorizamos una economía de guerra permanente.
Aun así nos encontramos en el umbral de una economía de guerra permanente. El presidente pidió un aumento de 45.6 mil millones de dólares para el gasto militar. Todos los programas de defensa costarán cerca de 400 mil millones.
Consideren que el Departamento de De-fensa nunca ha pasado por una auditoría independiente. Consideren que el inspector general ha notificado al Congreso que el Pentágono no puede dar cuenta de 1.2 trillones de dólares en transacciones. Consideren que en años recientes el Departamento de Defensa no ha sido capaz de hacer corresponder el gasto estimado en 22 mil millones de dólares con las compras que ha realizado; dio por perdidos miles de millones de dólares por valor de inventario y almacenó 30 mil millones en refacciones que no necesitaba.
A pesar de esto, el presupuesto para la defensa se incrementa con más dinero destinado a los sistemas armamentistas para pelear una guerra fría que terminó; sistemas que buscan nuevos enemigos y nuevas guerras. Esto no tiene nada que ver con el combate al terrorismo. Todo esto tiene que ver con la intención de alimentar una má-quina de industria militar usando el tesoro de nuestra nación y arriesgando su futuro; arriesgando la democracia misma con la militarización de las conciencias que sigue a la militarización del presupuesto.
Oremos por nuestros hijos. Nuestros hijos merecen un mundo sin fin. No una guerra sin fin. Nuestros hijos merecen un mundo libre del terror del hambre, libre del terror de sistemas de salud deficientes, libre del terror de la falta de hogares, libre del terror de la ignorancia, libre del terror de la falta de esperanza, libre del terror de políticas comprometidas con una visión del mundo que no contribuye a la supervivencia de la libertad, que no es apropiada para la supervivencia de los valores democráticos, que no es apropiada para la supervivencia de nuestra nación ni del mundo.
Oremos por que tengamos el coraje y la voluntad como pueblo y nación de sostenernos mutuamente, de recuperar nuestros valores democráticos de los escombros del 11 de septiembre. Declaremos nuestro amor por la democracia. Declaremos nuestra intención por la paz. Trabajemos para hacer de la no violencia el principio que organice nuestra propia sociedad. Retomemos nuestro compromiso con el arte de gobernar concienzudo, que considera la paz, no la guerra, como inevitable. Trabajemos por un mundo en el que un día la guerra se vuelva arcaica.
Esa es la visión que está en la base de la propuesta de crear un Departamento para la Paz. Cuarenta y tres miembros del Congreso están copatrocinando su legislación.
Trabajemos por un mundo en el que el desarme nuclear sea un imperativo. Es por ello que debemos empezar por insistir en los compromisos del tratado ABM. Por eso es que en el tema de la no proliferación debemos ser categóricos. Trabajemos por un mundo en el que Estados Unidos encabece la prohibición de armas de destrucción masiva, no sólo de nuestra tierra, nuestro océano y cielo, sino también del espacio. Esa es la perspectiva de la propuesta HR 3616: un universo libre de miedo donde podamos observar la creación de Dios en las estrellas e imaginar sabiduría infinita, paz infinita, posibilidades infinitas, no la guerra infinita; porque se nos enseñó que el reino se hará en la tierra como es en el cielo.
Oremos por que tengamos el valor de remplazar las representaciones de muerte que nos rondan, la serie de imágenes del 11 de septiembre, fundidas en imágenes de patriotismo, empalmadas con las de la movilización militar, intercaladas con las imágenes de nuestras celebraciones seculares de la Serie Mundial, el Año Nuevo, el Superbowl, las Olimpiadas, las luces despampanantes que tocan nuestros temores más profundos. Remplacemos esas imágenes con el empeño de las relaciones humanas, alcanzando a la gente, ayudando a nuestros ciudadanos en casa, atendiendo las demandas de los pobres en todo lugar.
Ese es el Estados Unidos que logrará reunir el apoyo del mundo. Ese es el Estados Unidos que busca, no ir detrás del eje del mal, sino ponerse al frente del eje de la esperanza, la fe, la paz y la libertad. Estados Unidos, Dios te llene de gracia. Corona al bien. No con armas de destrucción masiva. No mediante la invocación del eje del mal. No mediante la violación de los tratados internacionales. No poniéndote a la cabeza de un mundo unipolar. Corona al bien, Estados Unidos. Oremos por nuestro país. Defendámoslo, no sólo de las amenazas de afuera, sino también de las amenazas internas.
Corona al bien. Corónalo con el bien hacia la hermandad, con la compasión y la limitación y el compromiso con la paz, la democracia, la justicia económica en casa y en el mundo. Corona al bien, Estados Unidos. Corona al bien.
Gracias.
Traducción para La Jornada de Marta Tawil, http://www.jornada.unam.mx/2002/03/03/026a1mun.php?origen=opinion.html
Fuente: http://www.commondreams.org/further/2012/12/28-4
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