Para muchas personas resultará increíble enterarse que desde hace 36 días, 210 prisioneros retenidos, incomunicados y torturados en la base naval de Guantánamo, territorio cubano ocupado ilegalmente desde principios de siglo pasado por Estados Unidos, realizan una de las más prolongadas y masivas huelgas de hambre de la historia contemporánea. Según el portavoz militar de […]
Para muchas personas resultará increíble enterarse que desde hace 36 días, 210 prisioneros retenidos, incomunicados y torturados en la base naval de Guantánamo, territorio cubano ocupado ilegalmente desde principios de siglo pasado por Estados Unidos, realizan una de las más prolongadas y masivas huelgas de hambre de la historia contemporánea.
Según el portavoz militar de ese centro de concentración, sargento Justin Behrens, diez prisioneros son alimentados por sondas nasales aunque se encontraban estables.
Como si representara un triunfo, el sargento Behrens anunció que 92 fue la mayor cantidad de detenidos en huelga de hambre, pero el número se ha reducido a 87. Fuentes allegadas a los abogados que representan a los prisioneros aseguran que son 210.
Como es de esperar, si alguno de los 10 más afectados fallece en los próximos días, será muy difícil que la noticia sea divulgada con amplitud pues las informaciones están vetadas y controladas por el alto mando del Pentágono y el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
La huelga de hambre comenzó el 8 de agosto y no ha tenido casi repercusión en los medios de comunicación debido también a que los grandes medios de comunicación masiva del orbe están bajo la égida de poderosos capitales estadounidenses y europeos.
La aberración contra estas personas llega al clímax cuando hasta se les niega encontrarse con sus abogados a pesar de que una Corte Federal estadounidense ordenó al Departamento de Defensa que garantice a los juristas tener acceso a sus clientes.
Un comunicado difundido por asistentes legales de los detenidos en Guantánamo asegura que los huelguistas demandan a las autoridades que se adhieran al protocolo de la Convención de Ginebra en materia de trato a detenidos civiles.
Trascendió que la medida tomada por los reos es en protesta por las constantes golpizas recibidas, la negación a necesidades básicas y la ausencia de juicios justos.
Informes y documentos recogidos por varios organismos e instituciones en defensa de los derechos humanos puntualizan que las torturas y vejaciones ejecutadas por personal estadounidense contra prisioneros árabes en la cárcel iraquí de Abu Ghraib fueron primero ensayadas profusamente en la base de Guantánamo donde en la actualidad permanecen más de 500 personas sospechosas de cometer actos terroristas o porque simplemente no son amigas de Estados Unidos.
Guantánamo no es el único caso pues el gobierno de George W. Bush ha abierto similares campos de concentración en Jordania, Indonesia, Yemen o Egipto, en bases militares de Japón, Hawai, el Golfo Pérsico e incluso en barcos ubicados en aguas internacionales, que escapan de la jurisdicción norteamericana. En total se calcula que más de 70 000 personas se hayan en esos oscuros centros de reclusión.
A los reos se les niega el estatuto de prisioneros de guerra, no les reconocen la aplicación de la jurisdicción penal -civil o militar- norteamericana y se autoriza abiertamente a que sean torturados como forma de obtener información.
Uno de esos casos es el del australiano David Hicks, padre de dos niños de 10 y 11 años. Preso desde hace 3 años y medio en Guantánamo, Hicks denunció que no pudo hablar con su abogado hasta después de dos años de cautiverio y que ha sido golpeado, apaleado, amenazado con diferentes armas, obligado a ingerir medicamentos desconocidos, sometido a la privación del sueño y acosado por perros fieros.
En Guantánamo son constantes las violaciones de la Convención de Ginebra sobre los detenidos políticos lo cual ha motivado, según los abogados defensores, que sus clientes exijan el cese de humillaciones, la realización de un juicio inmediato o se les libere. Para alcanzar esos objetivos están dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.
Ojalá que las informaciones y denuncias sobre estas arbitrariedades comiencen a fluir en todos los medios de comunicación para que los condenados de Guantánamo no sufran la misma suerte que 10 miembros del Ejército Republicanos Irlandés (IRA) cuando en 1981 murieron por inanición al negarles la entonces primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher reconocerles el estatus de prisioneros políticos.
Guantánamo puede convertirse en otro punto negativo para la cada vez más desgastada imagen del presidente Bush.