Los pretextos de falsa bandera para ir contra el mundo
Las agencias de inteligencia de los Estados Unidos de América, la Agencia Central de Inteligencia, el Pentágono, así como grupos de asesores de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y sus embajadas en el mundo, responsables todos de la seguridad nacional, o de plano ya perdieron la brújula o han adoptado definitivamente sus creaciones de falsa bandera como novedosa filosofía de juicio y prospectiva (¡sic!) para justificar sus atropellos contra el mundo.
La verdad es que lo vienen haciendo durante todo el periodo de Guerra Fría (desde finales de la Segunda Guerra Mundial), acostumbrados a manipular la información a través del control de los mass media, así como otras acciones: bien dosificando la información para que salga a la luz solo una parte, conservar archivos en secreto durante décadas sobre aspectos fundamentales, de plano asesinando a los informantes, negando siempre todo y finalmente apostarle a revelar las cosas años después cuando los contemporáneos han perdido la memoria y a toro pasado todo quedó olvidado, o los principales afectados fallecieron.
Muchas mentiras juntas, pero nadie escapa al juicio de la historia. Ni ayer, ni hoy, ni mañana. Nunca. Además, tarde que temprano la verdad sale siempre a flote. Valgan como ejemplo. ¿Habrá quien olvide que los «primeros estadounidenses» de 1606 establecidos en Jamestown, Virginia, en el invierno de 1609 padecieron una de las peores hambrunas y comieron gatos, perros, el cuero de sus cinturones y sus botas (de 107 sobrevivieron 37 personas), y hasta practicaron el canibalismo (resultados del Instituto Smithsonian)? Pero no solo eso. ¿Que los sobrevivientes fueron ayudados por nativos hablantes del idioma porque habían estado en el «viejo mundo», para el cultivo, la caza y otros recursos de sobrevivencia aquellos inmigrantes? Testimonios los hay (William Bradford, primer gobernador de los peregrinos puritanos, escribió Of Plymouth Plantation). Testimonio sacado de una historia casi olvidada. O de plano desdeñada por los gringos de hoy que suponen el mundo desconoce cómo se construyó como país, asesinando a los indios nativos para extenderse al oeste por las tierras, los recursos y el oro. Invadiendo territorio al sur, hasta despojar a México de la mitad de su territorio. Arguyendo el atentado al crucero Maine donde murieron 260 tripulantes, Estados Unidos declaró la guerra a España, luego, en un plazo de ocho meses, entre abril y diciembre de 1898, firmaban la «Paz de Paris» en donde la España colonialista perdía Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Extrayendo a los negros de sus tierras africanas para esclavizarlos en las plantaciones del sur.
Y la historia sigue trazos similares desde sus orígenes como país. Es decir, que el hoy no es otra cosa. Los monstruos de Hollywood (para la propagación del miedo), los héroes matavillanos (estilo Rambo, «llaneros solitarios» que arrasan en todas las batallas) y las máquinas invencibles (del presente, pero sobre todo del futuro; asesinas como los drones manejados como videojuegos)- como filosofía salvadora para dirigir la política exterior parecen ser las tesis de los adivinos desde el 11/S para acá.
A partir de los autoatentados a las Torres Gemelas se oficializó la teoría de que el mundo se volvió enemigo de los gringos. Pues salvo los países de plano sometidos totalmente a sus designios, el resto o es invadido, violentado, parte del «eje del mal»; es sujeto de espionaje para planear negocios derivados del derrocamiento de gobiernos (recursos, minerales, agua, oro, etc.), guerras intestinas, desestabilización, ataques con mercenarios estilo el «estado islámico» -que ni es estado ni es islámico-, todo para sortear un derrocamiento interno. Los de inteligencia no se han dado cuenta que están en una vidriera. Que la política exterior operada por Washington, la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la CIA, incluso el FBI y las embajadas, es ventilada cada vez en tiempo real. Que ya nadie ignora sus métodos para ganar tanto enemigos como rivales. Que sus inventos de falsa bandera ya no le funcionan. Que ya nadie cae en el engaño de la «guerra contra las drogas», la «guerra contra el terrorismo», los países miembros del «eje del mal», Oriente es amenaza para «occidente», la «amenaza rusa en Ucrania», etcétera.
Todo el mundo sabe ya que Estados Unidos de América es un imperio decadente, pero se resiste a morir. Suponen los adivinos que destruyendo a la mayoría de la población mundial podrán crear un nuevo orden global, le llaman Nuevo Orden Mundial (NOM). Para eso quieren las crisis, para la quiebra de las economías occidentales, como lo ordenan los magnates. Porque todo el aparato de Estado, de gobierno, de inteligencia, de la guerra, etcétera trabaja para la elite, los detentadores del dinero, de los bancos, de las corporaciones multinacionales, que poseen los grandes negocios como las drogas, el petróleo, el oro, las armas, etcétera.
Desde que detonó la crisis de 2008 a la fecha -la más grande mentira, la del 11 de septiembre de 2001, se ejecutó con un pretexto de falsa bandera para sostener el peor argumento justificatorio y lanzar una cruzada contra el «terrorismo» y de ese modo apoderarse de los yacimientos de petróleo de Irak y los sembradíos de amapola en Afganistán (el primer productor de la planta que da heroína, opio y morfina), pero dejando intacto al enemigo Al Qaeda-, los atentados a las Torres Gemelas no evitaron la debacle posterior, pero EUA cambió los parámetros geopolíticos por la fuerza o bajo la amenaza de «estás conmigo o contra mí». Desde entonces la ofensiva estadounidense contra el mundo creció por muchas vertientes con claros síntomas desestabilizadores primero, y destructivos después. Todas empujadas, avaladas, alentadas, promovidas, creadas, sujetas, financiadas, apoyadas, preparadas, programadas, ocultas, exportadas, conspiradas, y todas las «adas» que se le quiera agregar, por los actores señalados supra (en el primer párrafo), los alentadores y operadores principales de estas políticas propias de quienes no tienen «amigos» por el mundo sino puros «intereses». Ahora, estos operadores que trabajan para la elite estadounidense (hay quienes hacen lo mismo pero desde los escenarios de la desUnión Europea; ¡no se diga los ingleses, los australianos, los neozelandeses y los canadienses!, los amigos todos para el espionaje global) suponen que el mundo no sabe cómo, en dónde ni quiénes se dedican a crear los pretextos señalados, que funcionan como engaño para ocultar el verdadero interés, el del dinero.
Claro está que no atinan a justificar nada. No les sale la falacia de que combaten al «estado islámico», el pretender refrescar los escenarios de guerra fría inventándole pretextos a Rusia, que Ucrania es la coartada rusa para agredir a occidente puesto que hay participación de tropas rusas en la cercanía de su frontera con Ucrania, que no obedecen a los intereses de los israelíes, que no hacen nada contra los saudíes desde Yemen, etcétera, etcétera. Intentos todos de un imperio que no encuentra el espacio en los nuevos escenarios de la geopolítica desde que también en 2008 se terminó la unipolaridad y surgió la multipolaridad con los BRICS a la cabeza. Amenazas todas creadas como engaños para sostener políticas injustificadas y alentadoras de la destrucción en el mundo. Por cierto, ¿qué están haciendo las tropas gringas en África, continente y hombres siempre ofendidos, explotados, criminalizados? Ese es otro tema, de los muchos creados por una inteligencia igualmente decadente. Sus análisis para un imperio que se resiste a caer. No le resta tanto. Y los pregoneros lo saben. Su seguridad nacional les funciona ya de simple escaparate. La historia se los recordará.
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