Las políticas de cierre de fronteras y el reguero de cadáveres que dejan tras de sí en el Estrecho, motivaron la creación en 2000 de la asociación Pateras de la Vida, «una respuesta a las pateras de la muerte», como señala su secretario general Mohamed Balga. Formada por activistas sindicales, feministas y de los derechos […]
Las políticas de cierre de fronteras y el reguero de cadáveres que dejan tras de sí en el Estrecho, motivaron la creación en 2000 de la asociación Pateras de la Vida, «una respuesta a las pateras de la muerte», como señala su secretario general Mohamed Balga. Formada por activistas sindicales, feministas y de los derechos humanos, la asociación parte de la convicción de que «la inmigración no es la única manera de vivir mejor, no hace falta que la gente corra el riesgo de las pateras para buscar una vida mejor. Lo que hace falta es implicar a la juventud para democratizar el país y repartir la riqueza en base a la igualdad social».
¿Cómo contrarrestáis sobre el terreno la imagen idílica que muchas personas marroquíes tienen de la emigración?
A través de la sensibilización. Por ejemplo, en 2003, junto con la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, realizamos una campaña de sensibilización en los poblados de Larache. Visitábamos los zocos semanales de cada aldea. Pusimos tiendas de campaña, carteles, fotos de los cadáveres del Estrecho e hicimos un cuestionario en el que preguntábamos sobre los motivos de la inmigración y qué planteaban si no querían emigrar. Entrevistamos a 500 personas, la mayoría jóvenes. El 63% estaba dispuesta a salir del país. Proyectamos vídeos sobre las situaciones infrahumanas del trabajo de la fresa en Almería o la construcción en Barcelona. Pero todo es insuficiente, porque cuando termina la campaña, la persona destinataria se siente sola en sus problemas de nuevo, en sus sueños, su precariedad y sus frustraciones.
¿Ha cambiado la percepción que la gente tiene de emigrar con la crisis económica?
Mucha gente que tenía la idea de cruzar el Estrecho está tomando conciencia de que la única alternativa está en el país de origen, que tiene las riquezas, el trabajo y la lucha, y no en Europa, que es una alternativa pasajera. Eso no significa que se hayan acabado las pateras, porque la inmigración se ha convertido en una cultura, una moda: aunque pongan cables eléctricos la gente seguirá tratando de cruzar. Mientras no haya respuestas concretas, alternativas, especialmente para la gente joven, habrá un deseo de salir. Cuando vuelve la gente que se fue a Europa presumen, venden una idea falsa. No cuentan la verdad: que sufren en los invernaderos, que están amontonados en un cobijo 20 personas comiendo mal, durmiendo mal, sin condiciones de vida digna. Los medios de comunicación marroquíes y españoles no cuentan esto, sólo hablan para demostrar el avance de las autoridades en desmantelar y reprimir mafias, no cuentan lo que viene después de cruzar con éxito el Estrecho. Y eso es una responsabilidad que tienen las organizaciones sociales de España y Europa.
En Larache, ¿qué tipo de personas son las que emigran?
Ahora lo que hay es emigración subsahariana. Bajan a Larache y viven en zonas aisladas, en las afueras, donde se pasan todo el día mendigando. Luego, cuando acumulan el dinero, buscan una patera en Tánger para salir a Europa. Ahora salen pocas pateras, porque las expectativas del futuro son oscuras. Pero eso no excluye que salgan.
Tendréis muchas dificultades para desarrollar vuestro trabajo político en Marruecos…
Cuesta, sufrimos la actuación de las autoridades: nos vigilan, a veces incluso difaman nuestro trabajo. Para trabajar de forma independiente tratamos de fortalecer una red de solidaridad, que necesitamos cuando sufrimos abusos y acoso policial. Por ejemplo, este año hemos organizado por tercera vez el Campamento Internacional de Larache.
Lo difundimos en Europa y España y la gente se alojó en casas de familias marroquíes. Así se rompen los estereotipos que se tenían antes de conocer el país, es una forma de conocer la realidad y de fortalecer la red de solidaridad.
¿Con qué otras organizaciones trabajáis en red en Marruecos?
En el norte de Marruecos formamos parte de Chabaka (red en árabe) para la solidaridad y desarrollo, que reúne a casi más de 70 organizaciones.
También realizáis un trabajo con menores…
Formamos parte de la Red Estatal de apoyo a los menores, porque consideramos que 4.000 ó 5.000 menores marroquíes están tirados por diferentes centros de menores bajo la sombra de la arbitrariedad. A muchos se les repatría en contra de su voluntad, poniéndolos en peligro en la frontera o en comisarías, sin localizar a sus familias. Cuando recibimos casos de repatriación de menores contactamos con sus familias para conocer su situación y emitir cualquier denuncia.
¿Cómo concebís el desarrollo de Marruecos y qué lugar ocupa la cooperación internacional?
No necesitamos limosnas de Europa para paliar el dolor generado por determinadas políticas. Lo fundamental en el desarrollo es el ser humano. Contamos con preparar mental y profesionalmente a hombres y mujeres e implicarles en el cambio. Hace falta un compromiso político con la población para capacitarla y quitarle el miedo. Porque en Marruecos hay una cultura del miedo, hay mucha carga contra la gente que se mueve. Creo que una parte de las ONG corren solamente tras las subvenciones, se lucran con la ‘cooperación’ con el sur. De toda esta película de la cooperación, ¿dónde está el objetivo de fortalecer el tejido asociativo de Marruecos? En España, muchas organizaciones se han convertido en empresas.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Inmigrar-se-ha-convertido-en-una.html