La comisión bipartita del congreso estadounidense que investiga el ataque del 11-S contra Estados Unidos acaba de determinar que no hay «ninguna prueba creíble de que Irak y la red Al Qaeda hayan cooperado en los atentados», lo cual desmiente las alegaciones que hizo el gobierno del presidente Bush para justificar la invasión y ocupación […]
La comisión bipartita del congreso estadounidense que investiga el ataque del 11-S contra Estados Unidos acaba de determinar que no hay «ninguna prueba creíble de que Irak y la red Al Qaeda hayan cooperado en los atentados», lo cual desmiente las alegaciones que hizo el gobierno del presidente Bush para justificar la invasión y ocupación de Irak.
Anteriormente, el ex embajador Joseph Wilson había calificado de «exagerados» y «manipulados» los alegatos de la administración Bush que acusaban al gobierno de Saddam Hussein de haber adquirido uranio en África para la fabricación de armas nucleares, después de una ardua investigación que realizó en Nigeria como enviado especial del gobierno estadounidense. La investigación de Wilson fue desestimada por la administración Bush para justificar la invasión a Irak, y como represalia, la verdadera identidad de su esposa como espía de la CIA fue revelada por fuentes gubernamentales poniendo en peligro su seguridad integral, la de su familia y demás agentes y misiones secretas relacionadas con ella. Igualmente, las «armas de destrucción masiva» que Saddam Hussein podía hacer llegar a blancos estadounidenses «en menos de 45 minutos» jamás fueron halladas, y el propio secretario de Estado, Colin Powell, tuvo que reconocer que los datos que le proporcionó la CIA para su presentaci! ón ante la ONU en la que aseguraba la existencia de al menos 18 laboratorios nucleares móviles en Irak, «no eran sólidos». Según The Washington Post, la información que utilizó Powell era de segunda mano y fue proporcionada por un químico exiliado iraquí que nunca fue entrevistado por los servicios de inteligencia. (EFE, 3 de Abril de 2004) Powell también tuvo que admitir recientemente que la información emitida en un informe del Departamento de Estado y la CIA sobre una «disminución de las actividades terroristas [fue] una gran equivocación… del nuevo centro de información de amenazas terroristas que compila esta información bajo la supervisión de la CIA… y aún estamos tratando de determinar qué era lo que estaba incorrecto en la información y por qué no lo advertimos en el Departamento de Estado.» (CNN, 13 de Junio de 2004)
Este mismo patrón de desinformación ha sido activado contra el gobierno democrático del presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, con el fin de afectar negativamente las relaciones bilaterales con Estados Unidos y erosionar la legitimidad del gobierno bolivariano de cara al referéndum del próximo 15 de agosto. Ya en los días previos al golpe de Estado en abril de 2002, el Departamento de Estado había dado como ciertas las informaciones que le suministro la oposición venezolana sobre la supuesta incorporación de Venezuela a un embargo petrolero promovido por Irak y Libia como protesta del apoyo estadounidense a Israel, por lo que el gobierno estadounidense ofreció todo su apoyo a la conspiración golpista tal y como lo revelara el secretario del Consejo de Seguridad y Defensa de la Nación, general de División (Ej) Melvin López Hidalgo luego de un reciente encuentro con los agregados militares norteamericanos. (RNV, 16 de Junio de 2004)
En la actualidad, los servicios de inteligencia estadounidenses han utilizado informaciones de segunda mano para acusar al gobierno venezolano de apoyar a la guerrilla colombiana y fomentar ataques contra blancos estadounidenses. Así lo revelan los documentos del Pentágono recientemente desclasificados y obtenidos por www.Venezuelafoia.info, donde se pone de manifiesto que la información que procesan los servicios de inteligencia han sido basadas exclusivamente en pronunciamientos de militares golpistas, artículos de opinión escritos por acérrimos antichavistas, e informaciones manipuladas y distorsionadas por los medios de comunicación privados como El Universal, El Nacional y Globovisión, que según el propio ex presidente Carter, se han alineado abiertamente a la oposición.
En uno de estos documentos se puede observar como el gobierno estadounidense utilizó un articulo de opinión de la furibunda antichavista Marta Colomina publicado en El Universal (17 de Febrero de 2002), para afirmar que los círculos bolivarianos habían sido organizados en milicias armadas; y vincula al gobierno venezolano con la guerrilla colombiana porque así lo dice una carta de militares golpistas publicada el 27 de febrero de 2002. Sin embargo, los documentos desclasificados no hacen referencia alguna a las declaraciones dadas a El Universal de ese mismo día por el entonces candidato a la presidencia de Colombia por el partido liberal, Horacio Serpa, en las que descarta la existencia de cualquier nexo entre el gobierno de Chávez y la FARC. (El Universal, 27 de Febrero de 2002) Igualmente, la embajada de Estados Unidos acaba de publicar un comunicado el pasado 4 de junio donde se les aconseja a los ciudadanos estadounidenses no visitar Venezuela hasta al menos el 24 de! agosto, argumentando entre otras cosas el incremento de la «retórica anti norteamericana» y los ataques que se produjeron a finales de mayo contra «dos iglesias en Caracas, cuyas casas principales están en los Estados Unidos». Sin embargo, esta información reseñada únicamente por El Universal del 28 de mayo en una escueta nota de prensa, revela que estos «ataques» se produjeron en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días del Estado Táchira y «contra la puerta principal de un templo mormón, ubicado en la urbanización Prebo, en Valencia».
Resulta realmente insólito que los servicios de inteligencia estadounidenses hayan utilizado indiscriminadamente información manipulada y distorsionada por fuentes reaccionarias de segunda mano para convencer a la dirigencia política y opinión publica nacional e internacional de los inminentes «peligros» que corren los intereses estadounidenses y la necesidad de preservarlos mediante acciones militares «preventivas», por lo que no debe sorprender entonces que ante la inevitable caída vertiginosa de Bush en las encuestas, el reconocimiento de «grandes fallas» en los servicios de inteligencia estadounidenses no solo haya originado la renuncia del director de la CIA por el fracaso en Irak, sino también la de Otto Reich como enviado especial para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, por el fracaso de la conspiración golpista en Venezuela y la eventual ratificación de la Revolución Bolivariana.