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Jorge Castañeda: El siervo y las castañas de EEUU en el fuego

Fuentes: Aporrea.org

Sólo con una baja autoestima patria y una conducta lacayuna hacia el imperio que arrebató la mitad del territorio donde nació , puede un «mexicano» manipular a la opinión pública internacional en contra de la unidad de Latinoamérica y el Caribe tratando de reforzar la política de Estados Unidos de excluir a Cuba, a través […]

Sólo con una baja autoestima patria y una conducta lacayuna hacia el imperio que arrebató la mitad del territorio donde nació , puede un «mexicano» manipular a la opinión pública internacional en contra de la unidad de Latinoamérica y el Caribe tratando de reforzar la política de Estados Unidos de excluir a Cuba, a través de un artículo publicado en uno de los medios desinformativos del complejo militar-financiero-comunicacional (CMFC) imperial.

Sólo con un sentimiento de irrespeto a la memoria de su prestigioso padre, puede este siervo «mexicano» de apellido Castañeda Gutman decir, también en contra del sentimiento de los pueblos y gobiernos de la región, que «Cuba por ahora sigue siendo la oveja negra de América Latina» cuando la realidad es que sin ser una ofensa lo de negra, Cuba es para los pueblos del mundo un ejemplo de dignidad y solidaridad mundial, reconocido también por muchos Estados y organismos de ONU, como un acontecimiento inédito en la historia humana, sobre todo por ser un pequeño país que ha resistido durante más de cincuenta años el bloqueo económico, comercial y financiero de la mayor potencia bélica del mundo.

Sin duda, el siervo del imperio, con visión racista, quiere poner su granito de arena para sacarle a EEUU sus «castañas del fuego» aunque lo que logra realmente es afectar más al país que le ha dado cobijo pues con ese discurso distancia más a Norteamérica de su región vecina del sur.

Ocurre algo parecido a lo que Castañeda Gutman hizo con su país cuando fue Canciller, ya que lo afectó estructuralmente al diseñar y ejecutar una política exterior antilatinoamericana y neoliberal, facilitando al vecino del norte su expansionismo económico y financiero en México, basado en el ventajismo de las transnacionales yanquis, en el abundante narcotráfico del norte y también en el suntuoso negocio de las armas, amparado todo en el Tratado de Libre Comercio del Norte (TLCN), modelo estadounidense para penetrar, controlar y luego dominar a los pueblos del sur y hasta otros del norte.

Este señor Castañeda incentiva el odio en el pueblo estadounidense contra el líder bolivariano y pueblo venezolano al decir que «Chávez convocó a miles de manifestantes antinorteamericanos para protestar» contra el Alca y al mismo tiempo omitir las razones y los argumentos que el presidente venezolano y varios presidentes latinoamericanos y caribeños, así como cientos de movimientos sociales y partidos políticos, han expuesto en diversos foros, en contra de los peligros del Alca y del sistema imperialista para el desarrollo integral, libre e independiente de los países que aceptan los presupuestos de ese modelo caduco. No es una convocatoria antinorteamericana, como afirma Castañeda, sino una convocatoria antimperialista que es totalmente diferente, como él sabe pero lo oculta porque en esa batalla venció el bolivarianismo en ascenso en Nuestra América.

Hoy México no sería un país invadido por los narcotraficantes, ni sus estructuras de poder estarían permeadas por la narcopolítica, si en la década de los 90 el gobierno mexicano hubiera rechazado firmar el TLCN con EEUU. Hágase la exhaustiva investigación de esta maléfica relación y se encontrarán caminos para reconstruir adecuadamente el sistema social mexicano.

Para el profesor Castañeda la Cumbre de las Américas no parece ser el tema central de su artículo «La cumbre de las intenciones sordas» a pesar de que así lo tituló, sino que el centro de su atención es defender la política contrarrevolucionaria, hacia los procesos revolucionarios de América Latina y el Caribe, de la administración Obama y del Congreso de los EEUU donde las decisiones las preparan y aprueban los multimillonarios y no el pueblo estadounidense como lo concibieron e impulsaron los fundadores de esa nación.

Por ello, el autor comienza señalando la irrelevancia del evento pero, sin argumentos ni evidencia alguna, expresa: «…de vez en cuando, la Cumbre (…) en realidad ayuda a llevar cuestiones clave a la mesa hemisférica» . ¿Cuáles?¿Es llevarlas o resolverlas?. Sin embargo, más adelante Castañeda le asigna a esas Cumbres un valor secundario al considerarlas solo como «un barómetro de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica», pero lo hace con el fin de poder seguidamente dar relevancia a la Cumbre que supuestamente se realizará en abril en Cartagena e introducir su veneno mediático.

Este manipulador de términos, mediante la vinculación sintáctica y semiótica, dice: «Dos cuestiones tradicionales y candentes dominarán las discusiones: Cuba y las drogas» , una clara manera de inducir al lector a asociar a La Habana con el mal del narcotráfico, algo también de la agenda imperial desde hace décadas. Si Castañeda hubiera sido honesto, respetando su maléfica selección, debió haber dicho que los dos temas serían: la política de EEUU de exclusión contra Cuba y el flagelo del narcotráfico alentado desde el norte.

Castañeda sabe perfectamente que así como Cuba obtiene año tras año el apoyo casi unánime de los países de ONU para que se elimine el bloqueo comercial, económico y financiero que EEUU aplica contra la Habana , así se planteará el debate ante el presidente estadounidense, en plena Cumbre de Cartagena, si ésta llegara a realizarse.

Más adelante el ex canciller mexicano vuelve a mostrar sus verdaderas intenciones cuando alude al ALBA pero omite mencionar los términos que representan ese acrónimo (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y menciona como sus miembros a Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, y muestra su menosprecio por los países caribeños de menor población y tamaño cuando no menciona sus nombres sino que dice «y algunas de las islas del Caribe» (Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía, Haití y Surinam), trato ajeno al que estipula el derecho internacional público.

Es el momento en que el manipulador de oficio lanza otra de sus medias verdades, característica clave en el discurso mediático proimperial, cuando afirma que Estados Unidos, Canadá y «un puñado de otros países» se oponen a la presencia de Cuba en la Cumbre de las América, hipótesis falsa usada regularmente por EEUU ante el inminente aislamiento respecto a la exclusión de Cuba que ha venido cosechando la gran potencia por su política injerencista e intervencionista en los asuntos internos de los países latinoamericanos y caribeños.

Lo cierto es que ningún país latinoamericano o caribeño se ha pronunciado públicamente en contra de la presencia de Cuba en la Cumbre de las Américas porque sería una incongruencia histórica y política. Los países de la región que menos vínculos ideológicos tienen con la mayor isla de las Antilla sí han manifestado y resaltado de una u otra forma en lo que va de año sus buenas relaciones con la Habana , incluso el propio presidente colombiano lo manifestó en su más reciente encuentro con el presidente cubano Raúl Castro. De los países con programas de transformaciones sociales en ejecución se muestra siempre la solidaridad estrecha con Cuba, lo cual no es tenido en cuenta por el profesor Castañeda, quien oculta los nombres de ese «puñado», porque de hacerlo, los afectados lo podrían acusar de mentiroso o los pueblos podrían reclamar a sus gobernantes por ser lacayos y estos verse afectados políticamente en un mundo que vive una aguda crisis capitalista.

La posición ultraderechista de Castañeda que tiende puentes con el Tea Party y con los congresistas republicanos de más rancia estirpe belicista aflora más cuando se refiere a la postura que Barack Obama debe mantener en aras de su campaña electoral para lograr un segundo mandato: evitar a toda costa verse vinculado con un cambio en la política hacia Cuba aún cuando tenga que sacrificar las relaciones con América Latina y el Caribe. Según Castañeda esa es la «manera en que un presidente estadounidense gana un segundo mandato» . ¿Será una ayuda a Obama o una argucia contra él?

Pero la baja talla moral y nivel teórico de este exdiplomático se revela crudamente cuando cree que va a dar «la estocada final al toro» y manifiesta: «A pesar de lo mucho que se habla sobre la creciente independencia latinoamericana y de las recientes reformas de Castro, la mayoría de los países, cuando se ven obligados a elegir entre Cuba y Estados Unidos, optan por Estados Unidos» .¡Tamaña mentira!

Castañeda cuestiona la independencia latinoamericana cometiendo el error de confundir política con estrategia, y después habla de una mayoría que no es tal, ya que precisamente Juan Manuel Santos fue a La Habana para evitar que la invitación a Cuba se sometiera a votación en la OEA y quedara EEUU en minoría, por lo que prefirió exponer al presidente Raúl Castro el empeño del gobierno de Obama de excluir a Cuba y por lo cual debía anunciar que no había consenso.

La realidad verdadera la conoce Castañeda, el consenso justo en Latinoamérica y el Caribe para realizar una Cumbre de las Américas es que debe estar presente Cuba.

Pero lo que ha ocurrido es que la Revolución Cubana siempre ha actuado en apego a los intereses de la Patria Grande y ante esas tribulaciones interamericanas desequilibradas e injustas por la ambición y egoísmo de EEUU, para la mayor de las Antillas es preferible la unidad política alcanzada en la región que ser un obstáculo a la oportunidad que tienen los mandatarios de estos países para decir, frente a frente, al presidente Obama unas cuantas verdades urgentes: Que es inmoral e injusto el bloqueo contra Cuba y debe eliminarse; que América Latina y el Caribe merecen el respeto debido y un trato apegado al derecho internacional; que EEUU debe sacar sus bases militares de la región; que cumpla con la Pachamama y comience a evitar la destrucción ambiental; que abandone la política de bombardear y ocupar militarmente a los pueblos; que gobierne realmente para que se respete los derechos de los migrantes tanto de los que inmigran hacia ese país como de los estadounidenses que desean viajar a Cuba; que la región no asistirá a otras Cumbres de estas si no se invita a Cuba; entre otras demandas que recorrerán los cielos y tierras desde Cartagena hasta Australia.

¿Qué sabrá Castañeda para aventurarse a decir que «hasta los supuestos aliados de Cuba en la región se abstuvieron de insistirle a Santos para que invitara a Castro» ?, ¿ignora Castañeda que no es Santos quien decide las invitación a Cuba?, ¿querrá Castañeda ser declarado persona non grata en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños por tan burda y maléfica afirmación?.

Sin duda, estamos ante un pregonero a sueldo porque este «escritor» cierra su artículo creyéndose el gran analista mundial contradiciéndose política y epistemológicamente, en el propio artículo cuando dice: «Pero Obama tiene otras prioridades. Sus desafíos en materia de política exterior, con excepción del programa de enriquecimiento nuclear de Irán y la reacción que esto genere en Israel, están por detrás de la salud de la economía de Estados Unidos y el impacto que ésta tenga en su reelección. América Latina -incluso México- no está en su radar en este momento» .

Políticamente se contradice porque maltrató el honor de todos los presidentes latinoamericanos y caribeños que tienen normales, buenas o excelentes relaciones con Cuba, a costa de poder atacar a la Revolución Cubana , algo anormal en términos natos de poder. Y epistemológicamente porque entre el final de su exposición conclusiva y sus premisas hay varias incongruencias lógicas que se resumen en una pregunta ¿Si América Latina «no está en su radar» porqué Obama se va a enfrentar a la mayoría de los presidentes latinoamericanos y caribeños en una Cumbre de las Américas «de las intenciones sordas»? ¿Estará Castañeda sugiriendo a Obama que no vale la pena asistir a la Cumbre de Cartagena?. Quien sabe.

Estados Unidos está en un gran aprieto, un sustancial dilema que su clase dominante prepotente ha postergado resolver por más de cinco décadas, desde que un barbudo de la Sierra Maestra proclamó desde la ONU que «esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar, y su marcha de gigantes no se detendrá hasta conquistar su verdadera independencia».

Castañeda, el siervo que trata de sacar del fuego las castañas del amo debe, antes de continuar componiendo tantas mentiras e incongruencias, recordar aquel pensamiento de Benito Juárez, el benemérito de México, que postula: «El principio de no intervención es una de las primeras obligaciones de los gobiernos, es el respeto debido a la libertad de los pueblos y a los derechos de las naciones». Y ese principio debería enarbolarlo siempre en la Universidad y en los foros en vez de andar confundiendo y engañando a sus estudiantes y colegas «a nombre de la libertad».

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