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Juventud y Compromiso

Fuentes: Mundubat

Las historias de lucha y liberación siguen naciendo en la hamada, tan desgarradoras y vitales como desde hace ya treinta y cuatro años. Casi siempre brotan fuertes y espinosas, al igual que la escasa vegetación a la que nos tiene acostumbrados esta parte del desierto sahariano. Los padecimientos de estos miles de mujeres y hombres […]

Las historias de lucha y liberación siguen naciendo en la hamada, tan desgarradoras y vitales como desde hace ya treinta y cuatro años. Casi siempre brotan fuertes y espinosas, al igual que la escasa vegetación a la que nos tiene acostumbrados esta parte del desierto sahariano. Los padecimientos de estos miles de mujeres y hombres obligados a un inclemente exilio nos recuerdan cotidianamente que aún queda mucho por hacer y aprender mientras permanezca en alguna parte del mundo un pueblo sobreviviendo así, como lo sigue haciendo el digno pueblo saharaui. Esta vez la historia que les quiero presentar la protagonizan sus jóvenes, dueños del presente y el futuro de los hijos e hijas de las nubes. Su fuerza, su vitalidad, su compromiso y también su frustración son los ingredientes que entrelazan en Al Badia los sueños de autonomía largamente postergados gracias a la incomprensible indiferencia de la comunidad internacional. «Conflicto olvidado», «crisis humanitaria prolongada» y demás eufemismos son planteados a la hora de referirse a una situación que sólo puede calificarse como una de las injusticias más grandes del siglo pasado. Invasión ilegal de una monarquía despótica, agresora permanente de los derechos de la población saharaui e, incluso, de su propia población sometida. Abuso de un régimen usurpador de un territorio que nunca fue suyo y al que expolia sangrante cual ave de rapiña, bajo el amparo de los grandes ladrones del mundo. Atropello que ha trascendido la barrera de la centuria y que pronto, si se mantiene el complaciente inmovilismo de los responsables de solucionar este conflicto, también trascenderá la secular paciencia saharaui.

Cuando se habla de la juventud saharaui se suele comentar la difícil situación en la que se encuentra, con serios problemas en el sistema educativo que los forma dentro de los campamentos, la dureza de la lejanía y la desconexión cultural cuando tienen la oportunidad de salir a formarse fuera de la hamada y el casi inexistente mercado laboral que les espera a su retorno. A esto se suma la falta de suficientes estímulos que motiven su permanencia activa en medio de su pueblo y la creciente fuga de talentos consecuencia de dicha ausencia. Todo esto es verdad. Sin embargo, se suele hablar poco de lo que los y las jóvenes vienen haciendo hoy por la RASD, esa patria que desean ver pronto libre, soberana y floreciente en su propio territorio. Con frecuencia en estos reportes se pasa por alto iniciativas tan importantes como su heroica resistencia al participar activamente en la Intifada pacifica en los territorios ocupados o aquellas emprendidas por las diferentes brigadas juveniles del 27 de febrero y otras wilayas en los campamentos, resaltando sólo algunos desafortunados incidentes, como el acontecido hace pocos días en la Manifestación de la Columna de los Mil frente al muro de la vergüenza. Actualmente, las brigadas juveniles se encuentran trabajando con diferentes ONGDs en talleres de formación y fortalecimiento de capacidades, desarrollando habilidades como el liderazgo y la organización comunitaria, haciendo constante análisis de la realidad de la RASD (incluyendo con especial interés no sólo lo que ocurre en campamentos sino también en territorios liberados y ocupados) y, como consecuencia de esa reflexión y formación permanente, haciendo un importante trabajo de voluntariado para mejorar las condiciones de vida de la población, dedicando especial atención a los grupos más vulnerables (niños y niñas, población discapacitada, heridos de guerra, etc.)

El enorme potencial que tiene la juventud saharaui debe seguir siendo impulsado a través de proyectos efectivos que acompañen sus valiosos aportes a su sociedad, faciliten su inserción en los procesos de toma de decisión política y la asesoren, en la medida de lo posible y pertinente, en su camino a la construcción del Sahara Libre, en una lógica de mayor presencia y compromiso. Para ello, es imprescindible conocer un poco más a la juventud, desarrollar una particular empatía con ella y, sobre todo, aprender a escucharla. Hoy más que nunca hace falta que las organizaciones dedicadas a la promoción del desarrollo en la RASD tomemos consciencia que fortalecer las bases del Estado saharaui pasa necesariamente por dedicar más tiempo y recursos a la formación de los y las jóvenes, así como la construcción de alternativas viables para su futuro, que también es el nuestro. No se nos está permitido sólo seguir regando las plantas que ya han crecido y luchan por sobrevivir en medio de las dunas mientras los nuevos brotes, ilusionados aún ante sus primeras visiones del sol, corren el grave riesgo de ir palideciendo paulatinamente de sed e impotencia. La misión de estar más presentes con la juventud saharaui es una tarea pendiente, urgente e impostergable. 

José Antonio Monje es coordinador de la Delegación Mundubat República Árabe Saharaui Democrática