Agobiada por la creciente degradación del suelo que se traga tierras fértiles, Kenia dedica enormes esfuerzos a la recuperación de vastas zonas áridas y semiáridas con el fin de frenar la desertificación. El ministro de Ambiente y Recursos Naturales, Charles Sunkuli, indicó que en septiembre de este año se lanzó un programa para recuperar 5,1 […]
Agobiada por la creciente degradación del suelo que se traga tierras fértiles, Kenia dedica enormes esfuerzos a la recuperación de vastas zonas áridas y semiáridas con el fin de frenar la desertificación.
El ministro de Ambiente y Recursos Naturales, Charles Sunkuli, indicó que en septiembre de este año se lanzó un programa para recuperar 5,1 millones de hectáreas para 2030. Además, Kenia procurará extender su cobertura forestal del actual siete por ciento de su territorio a un mínimo de 10 por ciento.
«Creamos un fondo de compensación para ayudar a las comunidades que viven en tierras secas y degradadas a ganarse la vida y participar en las iniciativas de recuperación», indicó Sunkuli, en el marco de la 15 sesión del Comité de Revisión de la Implementación (CRIC15) de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD), realizada en la tercera semana de octubre en la capital de este país.
La reforestación se realizará principalmente en áreas áridas y semiáridas de Kenia, las que constituyen 80 por ciento de su territorio, aunque también se atenderán otras zonas.
Para lograr su ambicioso objetivo, Sukuli detalló que Kenia implementa un programa para promover la plantación de especies de árboles tolerantes a la sequía, como Melia volkensii (conocida en este país como mukau), en las zonas áridas.
Kenia invierte mucho en investigar árboles resistentes a la falta de agua para reforestar las zonas secas y mejorar las fuentes de ingresos de las poblaciones locales.
En Tiva, en el árido condado de Kitui, en el este del país, el Instituto de Investigación Forestal de Kenia (Kefri), creó un centro de investigación para cultivar dos especies ideales para plantar en áreas áridas y semiáridas, con apoyo del gobierno y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA).
El director del Programa de Investigación de la Ecoregión Árida de Kefri, James Ndufa, explicó que el crecimiento de la población y la transformación de la selva en tierras fértiles para cultivar llevó a un uso poco sostenible del suelo y contribuyó a la degradación y a la desertificación.
Ndufa explicó que el centro de Tiva se concentra en desarrollar árboles tolerantes a la falta de agua para que las zonas áridas se adapten al cambio climático. «La reproducción se hace para adaptar dos especies de árboles a las condiciones más cálidas y más secas derivadas del cambio climático», precisó.
La reproducción se realiza mediante el método convencional de seleccionar las especies que prosperan en las condiciones deseadas. La idea es distribuir entre los agricultores las semillas mejoradas genéticamente de árboles tolerantes a la sequía, de rápido crecimiento y que ofrecen madera de buena calidad, además de forraje para los animales, detalló.
Con el tiempo, la iniciativa permitirá recuperar las áreas degradadas y conservar la diversidad biológica, añadió Ndufa.
El análisis de ADN (ácido desoxirribonucleico) se realiza durante la selección, y el injerto se practica para lograr los resultados deseados. Así, crearon una huerto de semillas y un sitio de pruebas de las especies modificadas de mukau y acacia.
El proyecto, iniciado en 2012, permite distribuir las semillas mejoradas genéticamente de las dos especies entre los agricultores.
Además de la JICA, el Kefri cuenta con la colaboración de los Servicios Forestales de Kenia, universidades keniatas, el Instituto de Investigación de Bosques y Productores Forestales de Japón y la japonesa Universidad de Kyushu.
El centro de investigación se ubica en una zona semiárida que recibe solo 700 mililitros de lluvias al año. Los agricultores apenas logran magras cosechas, lo que genera una presión sobre los recursos naturales por la consiguiente sobreeplotación.
Ndufa explicó que las comunidades locales dependen de la tala de árboles, los que usan para fabricar carbón y venderlo en Nairobi, lo que acelera la deforestación y la degradación del suelo. Aunque otros grupos de personas, de forma deliberada, recogen arena y perjudican la vegetación, lo que también degrada la tierra.
La madera de mukau se vende al equivalente de un dólar por un poco menos de medio metro. Y «se pueden cultivar unos 400 árboles en una hectárea, que cuando maduran pueden generar entre 200.000 y 500.000 dólares», subrayó.
Las dos especies con las que trabajan fueron sobreexplotadas. La mukau, cuya madera es roja, tiene un valor equivalente a la caoba y es la preferida por los fabricantes de muebles, mientras que la acacia es valiosa por el carbón.
El fin es desarrollar árboles de rápido crecimiento para que puedan talarse en 15 o 20 años. Se plantaron unos 3.000 mukau y 1.000 acacias en 100 hectáreas en el sitio de investigación de Tiva, y ya se recolectaron unos 2.500 kilogramos de semillas.
Pero también estudian a otras dos especies con hojas más duraderas para que sirvan de forraje para los animales, en especial para alimentar a las cabras. El proyecto también cuenta con actividades de extensión para distribuir las semillas y crear conciencia sobre la importancia de los árboles mediante visitas de campo, demostraciones agrícolas y días de campo.
Verónica Kioko, residente de Kitui, opinó que el poco interés demostrado por los árboles en algunas áreas puede relacionarse con la inseguridad alimentaria y la pobreza.
Los agricultores recibieron la información sobre los beneficios de plantar árboles, pero se les hace difícil esperar entre 15 y 20 años a que maduren. De hecho, los cortan principalmente para hacer carbón, incluso antes de que maduren, relató.
La sequía y el hambre exacerban la situación. «La gente suele quedarse sin alimentos cuando hay una mala cosecha y, al no tener dinero, cortan los árboles para hacer carbón y venderlo barato», explicó Kioko.
En lo que se refiere a la acacia, Ndufa explicó que la idea es desarrollar una variedad que produzca muchas vainas, ramas y hojas para alimentar a las cabras y los camellos, además de obtener madera.
Pero para luchar contra la desertificación y la degradación se necesitan intervenciones a escala nacional y transfronteriza, puntualizó Frank Msafiri, presidente del capítulo keniata de la red East African Sustainability (SusWatch), que reúne a varias organizaciones de África oriental.
La gran preocupación es que la elevada pobreza, la poca disponibilidad de agua, la deforestación y la degradación del suelo avivan los conflictos, observó.
«Los actores de sectores como agua, silvicultura y agricultura, así como de los centros de investigación de África, no deben perseguir estrategias contradictorias, sino armonizarlas bajo el paraguas de la gestión sostenible de la tierra», remarcó Msafiri.
Por su parte, la secretaria ejecutiva de la UNCCD, Monique Barbut, dijo en el CRIC15 que muchos países abocados a la recuperación forestal han obtenido resultados positivos.
Al citar el ejemplo de Etiopía, señaló que la tierra recuperada gracias un plan específico aguantó la sequía propiciada por el fenómeno de El Niño, que afectó la región de África austral y oriental el año pasado.
Traducido por Verónica Firme
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/10/kenia-reforesta-zonas-aridas-contra-la-degradacion-del-suelo/