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Entrevista a Mahmud Rechidi, Secretario General del Partido Socialista de las y los Trabajadores de Argelia (PST)

«La alta jerarquía militar forma parte de la oligarquía del poder»

Fuentes: El Watan

Ya han pasado varios meses desde el comienzo del movimiento popular del 22 de febrero. Retrospectivamente, y vistos los objetivos que se fijó el movimiento, es decir, la salida del sistema, ¿no tienes el sentimiento de que hay como una hoja de ruta, la del poder, que se está desarrollando después de cada viernes? Una […]

Ya han pasado varios meses desde el comienzo del movimiento popular del 22 de febrero. Retrospectivamente, y vistos los objetivos que se fijó el movimiento, es decir, la salida del sistema, ¿no tienes el sentimiento de que hay como una hoja de ruta, la del poder, que se está desarrollando después de cada viernes? Una especie de transición ordenada con retiradas programadas, que hay un tono y un ritmo que da la impresión de que el movimiento popular acompaña y/o se hace acompañar en el desarrollo, precisamente, de esa hoja de ruta…

Efectivamente, estamos en el escenario de la transición controlada en la medida en que el poder, el poder de hecho (puesto que hay un poder de hecho) impone un camino. Por otra parte, acabamos de recibir una invitación de Bensalah (el actual Presidente) para una reunión de concertación (sobre las elecciones del 4 de julio ndlr).

Hay pues esas veleidades de implicar a todo el mundo en esa hoja de ruta que consagra una transición controlada que debe culminar con las elecciones del 4 de julio para un presidente de la República.

Lo que significa que seguimos estando en el mismo «sistema» autoritario con sus reglas, su organización, su administración, sus reflejos etc. Pero lo que responden millones de argelinos y argelinas, las masas populares, es lo contrario: «Yetnahaw gaâ», «Yaskout enidham», que quiere decir cambio radical.

Hemos visto que, incluso tras la dimisión de Belaiz (presidente del Consejo Constitucional), la movilización se ha acentuado y el movimiento popular ha reiterado su rechazo del sistema y de su hoja de ruta que consagra, en los hechos, la continuidad de éste.

Pues, más allá de su carácter autoritario, liberticida, de sus derivas monárquicas, el sistema es identificado con el desastre. Un desastre económico y social, consecuencia directa de las políticas y recetas liberales.

Es por tanto un sistema que ha demostrado su fracaso. En el plano social, por ejemplo, con una fuerte tasa de paro, el retroceso del poder de compra, el salario mínimo que no ha aumentado desde hace al menos nueve años. Los salarios son los más bajos de la cuenca mediterránea; la devaluación increíble del dinar.

Hemos visto en la explosión de las importaciones erigidas definitivamente como modelo de sustitución a la producción nacional. Lo hemos visto en los grandes trabajos públicos; cómo los proyectos de grandes infraestructuras han venido a llenar la cartera de pedidos de las multinacionales, cuando habrían podido servir para la construcción de la economía nacional. Todo lo anunciado como inversiones IDE, los proyectos de industrialización, todo ha quebrado.

Una muestra de todo lo anterior es la industria automóvil que, de hecho, equivale apenas a la mitad de la tercera parte de lo que teníamos en los años 1970. La austeridad, decretada con la ley de presupuestos de 2015, con sus severos recortes presupuestarios (…). Desastres conjugados que están también en las raíces del hirak. El 5º mandato no ha sido más que la gota que ha hecho desbordarse el vaso.

-¿Cuál es vuestra lectura de las correlaciones de fuerzas en presencia en el seno del poder?

Es evidente que no estamos al corriente de los secretos de las alturas. No tenemos una bola de cristal. La lectura de los acontecimientos resalta en primer lugar el peso de los oligarcas, cuya existencia es anterior al régimen de Buteflika. Por supuesto que este último ha promovido a sus propios oligarcas. Las dos categorías de oligarcas se han enriquecido gracias al Estado.

Hoy los «antiguos oligarcas» reclaman su parte. Está también la cuestión de la reorganización del poder, con sus diferencias, las presiones para renegociar, de ahí las redes del antiguo aparato del DRS que estarían actuando, etc. Pero no vamos a especular demasiado. Lo que se puede decir, por el contrario, es que esta lucha no entra en sintonía con las reivindicaciones del hirak.

Son luchas de intereses, de grupos de intereses, en las que unos intentan imponer su reintegración en el círculo de la toma de las decisiones políticas y otros intentan continuar controlando ese mismo círculo del poder político. No es por tanto una lucha de clases, sino una lucha de las facciones en el poder.

-¿Cómo valoras el papel del ejército hoy? ¿Papel positivo o reaccionario?

Está claro que la crisis actual ha acelerado la vuelta a un primer plano del ejército. Una crisis que amplía evidentemente su papel. Un papel puesto en cuestión al menos desde el 2º mandato de Buteflika y la derrota del grupo del general Lamari/Benflis.

Paralelamente al declive del papel del ejército, el de las potencias del dinero ha aumentado. Lo que observamos hoy con el hirak es que el ejército constituye una fuerza fundamental. La jerarquía del ejército, su jefe de estado mayor en este caso, juega el papel de garantizar la continuidad del régimen en una especie de recomposición. Una recomposición en la que el ejército vuelve a ser un actor muy importante en los centros de decisión política.

-¿Hasta qué punto puede el ejército puede ser o convertirse en un verdadero instrumento del cambio?

Con la dirección actual es algo que no es posible. Lo acabamos de verificar. La jerarquía militar se esfuerza por contenernos en una solución constitucional. Ahora bien, ésta significa claramente la continuidad del régimen. Las soluciones, una vez más, no pueden ser de orden jurídico. Y la solución política no está en la Constitución.

-Desde un punto de vista práctico, ¿cómo puede el ejército sugerir, iniciar, conducir o acompañar una solución política que está por definir?

Comencemos primero por no hacer del ejército un freno. Avanzando rápidamente en el sentido de quitar todas las trabas al ejercicio efectivo de las libertades democráticas. Porque estamos aún sin poder concentrarnos ante el edificio de la Grande Poste. Hay policías en este momento que… ocupan la plaza y prohíben el acceso a ella. Los medios de información públicos no están muy abiertos (…).

-Cuando dices que el ejército no debe frenar, ¿no es el ejército quien está dirigiendo actualmente el proceso?

Actualmente es la jerarquía militar encarnada por Gaid Salah la que fija la dirección y la que aplica la hoja de ruta de una transición controlada. Es una imposición. Aunque en sus discursos Gaid Salah aparente apoyar al hirak y la aplicación de los artículos 7 y 8.

Aunque de la impresión de atacar a ciertos personajes. Para ella la consigna «Khawa, khawa» (hermanos) es solo para el consumo. Porque en los hechos, desde un punto de vista de las clases sociales, un «Khawa, khawa» con quienes representan a la oligarquía no es posible.

No es posible desde el punto de vista de los intereses en juego, a veces contradictorios. Mira todas esas sociedades y grupos privados controlados por antiguos militares que se aprovechan de los contratos públicos y de inmensas ventajas de todo tipo.

La alta jerarquía militar forma parte de la oligarquía en el poder y cuando el pueblo exige «Yetnhaw gaâ» (¡largaos todos!), eso incluye a Gaid Salah. No frenar, levantar las trabas a las libertades para permitir a la ciudadanía argelina, las y los trabajadores, estudiantes, parados, organizarse; abrir un debate nacional para que todas las ideas, todas las propuestas puedan ser conocidas y debatidas libremente, y para que se pueda ir hacia soluciones.

-Para el PST, la solución pasa por una Asamblea Constituyente…

Si, una Asamblea Constituyente soberana, representativa de los intereses y aspiraciones democráticas y sociales de las masas populares, es decir de la mayoría de las y los argelinos.

Es esta Constituyente, elegida de una forma democrática, transparente, lo que incluye el control directo del proceso por las masas populares, la que elaborará una Constitución nueva con una reorganización profunda del Estado, de las instituciones, la que tendrá que organizar el ejercicio efectivo de las libertades, de la economía, el lugar de la religión, de las lenguas, la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres, en la que la economía deba estar al servicio de la satisfacción de las necesidades sociales.

Tenemos ciertamente la necesidad de acabar con un régimen que concentra todos los poderes en manos de una sola persona, un sistema que restituya el poder a las y los elegidos por el pueblo, tanto a nivel local como a nivel central. Un régimen parlamentario sin una Cámara del Senado que controle y ejecutelas indicaciones presidenciales. Pero todo esto debe ser debatido.

¿Cómo transcender el «dégagismo» radical del movimiento popular y llegar a poner en marcha esta hoja de ruta?

Mediante la autoorganización. Los movimientos sociales están ya representados a través de los sindicatos combativos. Por otra parte, el hirak debe necesariamente contemplar la elección de sus representantes. Es posible. Y por qué no contemplar, después de que la Asamblea Constituyente haya sido elegida, la formación de un gobierno que sea su emanación. En lugar de hacer lo contrario.

-Pero antes de alcanzar esa meta, y en la perspectiva de que desaparezca todo el poder actual, planteais una instancia provisional, un HSE, un gobierno provisional… que dirija y organice todo ese proceso…

Si. Las propuestas no faltan y no vamos añadir aún más. Este formidable hirak que vivimos impone ir más allá de estas contingencias técnicas. Y es mediante el debate nacional, mediante ese debate nacional, como estos aspectos técnicos serán asumidos.

-¿No es la Constituyente una caja de Pandora en la medida en que esta fórmula implica el riesgo de que un movimiento integrista, retrógrado, gane la apuesta? Dicho de otra forma, ¿una repetición de las elecciones de 1991 que consagraron la victoria del FIS en las legislativas? ¿Asumes ese riesgo o no?

Para nosotros, ese discurso viene a ser propaganda malintencionada…

Es la historia, pero…

Pero que ocurrió hace casi 30 años. Quienes pretenden que la historia va a repetirse como en 1992 no quieren ver el hundimiento del islamismo. Estamos en el 9º viernes de manifestaciones (entrevista realizada en vísperas del 9º viernes, ndlr) y los islamistas no consiguen ni siquiera formar un cortejo compacto para demostrar aunque solo sea su existencia. Por supuesto que de forma marginal hay epifenómenos que hay quien tiene tendencia a amplificar.

Es un espantajo que el régimen de Buteflika ha utilizado y que el poder sigue utilizando para encerrarnos en su hoja de ruta. El islamismo político se ha hundido. Y no es solo una realidad argelina. Se ve su derrota en todas partes. Las y los islamistas no caen sin más del cielo. En Argelia, en el decenio de 1990, el islamismo armado fue derrotado. El moderado ha quedado descalificado por su participación en el poder.

¿Puede renacer de sus cenizas…?, es posible, pero no hay que especular sobre este tema. Ahora bien, si me hablas de religiosidad, eso es algo completamente diferente. Religiosidad no es un proyecto político, al contrario que el islamismo. Es, ciertamente, conservadurismo religioso clásico, presente en nuestras familias, barrios, ambientes de trabajo, etc. pero eso no tiene nada que ver con la «doula islamia» (Estado teocrático).

Pero ese sustrato religioso, esa potencial reserva electoral ¿no puede traducirse a medio plazo en un movimiento integrista de masas? Es el tipo de escenario que no se puede plantear. Es como proyectarse en el escenario de una guerra nuclear. Nosotros partimos de elementos concretos y los elementos concretos dicen que el islamismo político está hundido.

Estamos en la intersección, en el cruce de caminos en el que todo es posible: tanto lo mejor como lo peor. Pero, objetivamente, la evolución del hirak no va en el sentido que dices. El islamismo no es ya ni audible ni visible. Concretamente, vivimos un movimiento formidable, histórico, pero, atención: no digo que el islamismo esté muerto. Digo que está hundido…

-¿No mantienen ahora los islamistas una postura táctica, una retirada estratégica, esperando, oportunamente, el buen momento para resurgir y robar la victoria, como ha ocurrido en todas partes con la Primavera árabe?

Una vez más, eso es especular. En lo absoluto, todo es posible. Pero hoy no es ni constructivo, ni productivo, ni serio, ni interesante hablar de islamismo que renace cuando no se le llega ni a ver ni a oír en este formidable hirak, cuya mitad está compuesta de mujeres, en el que hay un renacimiento de las luchas obreras, etc. Prefiero poner el foco en esto: es concreto. Añado que en lo que se refiere a la Constituyente, el peligro viene menos del islamismo que de las y los liberales y sus poderes económicos.

-El PST ha llamado a la autoorganización. Ésta tiene dificultades para realizarse en la práctica. Sobre todo en la Argelia profunda. ¿Por qué la convergencia es imposible de poner en práctica?

Soy optimista. ¿Por qué quieres que en solo dos meses de hirak se pueda poner en pie una organización perfecta? No olvidemos que el país sale de una situación muy difícil, hecha de desestructuraciones sistemáticas, de despolitización… es cierto, es laborioso pero los resultados están ahí: el hirak se va estructurando mejor, se organiza cada día un poco más.

En las manifestaciones, las consignas son cada vez más políticas, están mejor elaboradas. El movimiento estudiantil, para quienes no lo sepan, están poniendo en pie una coordinadora nacional (…)en lo que se refiere al movimiento obrero, estamos progresando seriamente bien a través de la dinámica de la reapropiación de la UGTA por las y los trabajadores o a través de la CSA (Confederación de Sindicatos Autónomos).

Están naciendo colectivos de mujeres. Incluso en los barrios como Said Hamdine (Bir Mourad Rais, Argel) y también en el interior del país, surgen comités de barrio. Hay que ver y admirar las agoras, los «halaqate» de debates políticos que se celebran en todo el país… es todo un proceso y además empieza desde la base. Hay que tener en cuenta esas asambleas locales y empujar el «dégagisme» hasta los feudos e «issabas» locales.

Esperamos que otros sectores se sumen a este movimiento para que la autoorganización alcance su masa crítica. Quiero decir que aunque no progrese como lo deseamos, la autoorganización no deja de progresar. La autoorganización es la que dará su contenido al hirak.

-¿Por qué el hirak no llega, en tu opinión, a articular claramente las cuestiones sociales, la cuestión de los derechos de las mujeres, etc.? ¿Es a causa de su carácter interclasista, o es una cuestión de jerarquía de objetivos, fijándose el hirak como primer objetivo hacer que el régimen se vaya?

La igualdad de derechos entre hombres y mujeres tiene que ver en primer lugar con las cuestiones democráticas. El movimiento del 22 de febrero ha dado suficientes pruebas de su carácter popular.

Una dimensión popular evidente. Aunque se encuentren en él igualmente las profesiones liberales, comerciantes, capas medias en general, pero la dimensión general es la popular.

Y si no estamos, sensu stricto, ante un carácter obrero, proletario, es debido a que este tema tiene que ver con una problemática que no es exclusiva de Argelia, es decir, el retroceso de la conciencia de clase, etc.

Es algo que se vive. Las y los trabajadores no vienen al hirak como tales, por tanto no como fuerza de clase: vienen individualmente. La dimensión popular está presente a través de las masas populares, la gente argelina de abajo, de los barrios populares, que impregna el hirak.

Por otra parte, los eslóganes hegemónicos en este hirak nos vienen de los estadios de fútbol, es decir, de los barrios populares. Por volver a la cuestión de la articulación, hay que confesar que es un serio problema.

Pero no es cierto en todas partes. E incluso en Argel, cuando son lanzados eslóganes sobre el paro y la justicia social, éstos son rápidamente retomados por la multitud. Pero digamos las cosas claramente: cada vez que estas cuestiones sociales son articuladas, se ejercen presiones desde el poder y la oposición liberal para decir «no, no es el momento», incluso en lo que se refiere a las cuestiones democráticas, entre ellas los derechos de las mujeres.

Si estas cuestiones de poder de compra, de falta de horizontes, de paro, de estatus inferior de la mujer no se plantean ahora, ¿cuándo lo serán? Dado que están en la raíz del hirak, estas cuestiones deben estar en el corazón del proceso.

Por todo lo anterior hemos apoyado el principio de la huelga general, sabiendo que iba a poner las cuestiones sociales, la clase obrera, las y los trabajadores en el centro de la batalla política y dar así un sentido progresista al movimiento popular.

-Ha habido detenciones y procesos judiciales contra ciertos oligarcas y figuras del sistema. ¿Operación «manos limpias» o caza de brujas?

En el PST, como en el hirak, decimos que el aparato judicial, que está completamente controlado, forma parte de este sistema al que hay que echar. Antes, los jueces estaban a las órdenes del régimen de Buteflika. Hoy están a las órdenes de Gaid Salah y de los nuevos dueños.

Es una lógica de facciones. Es para aparentar estar limpiando la casa Argelia, pero los defensores de este régimen están también implicados.

Por supuesto, todos deben ser juzgados, pero la justicia burguesa, que forma parte del orden dominante, debe también ser cambiada radicalmente.

Texto original en francés

 Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article14803