La guerra civil en Siria, la creciente influencia de Rusia en el Medio Oriente y la transformación de la política de Estados Unidos en la región, todo esto, ha eclipsado los actuales eventos que están ocurriendo en Libia. Mientras tanto, la situación en aquel país se está tornando cada vez más explosiva y la destrucción […]
La guerra civil en Siria, la creciente influencia de Rusia en el Medio Oriente y la transformación de la política de Estados Unidos en la región, todo esto, ha eclipsado los actuales eventos que están ocurriendo en Libia. Mientras tanto, la situación en aquel país se está tornando cada vez más explosiva y la destrucción del estado libio perpetrada por Occidente sigue estando como uno de los grandes crímenes de la historia reciente.
Dos informes de prensa captaron la atención mundial a comienzos de este año. Luego de grandes penurias asumidas en su conformación, un gobierno de unidad nacional se instaló en Trípoli
y luego entonces el Estado Islámico comienza a expandirse dentro de una región que contiene algunos de los mayores yacimientos petrolíferos http://www.reuters.com/article/us-libya-security-oil-idUSKONOVV0QZ Los trabajadores de tres campos petrolíferos fueron evacuados debido a la amenaza de un ataque por parte del Estado Islámico. De acuerdo con algunos informes, militantes leales a Daesh comenzaron a concentrar sus fuerzas en la región entre Sirte y los puertos petroleros de Es Sider y Ras Lanuf.
La sociedad libia es de una fuerte estructura tribal. El país cuenta con 140 tribus y unas 50 de ellas juegan un importante papel en la vida política de la nación. Dada la ausencia histórica de toda tradición de estatidad (la nación independiente de Libia fue creada después de la II Guerra Mundial a partir de tres regiones bastante dispares, es decir, Tripolitania, Cirenaica y Fezzan). La ideología y un fuerte líder carismático fueron fundamentales para conformar un sentido de unidad dentro del país. Muammar Gadafi y su «Tercera Teoría Universal» cumplieron ese rol de manera admirable.
El apoyo militar directo de la OTAN durante el derrocamiento de Muammar Gadafi, sumado a al desmantelamiento de la ideología del sistema de la Jamahiriya destruyeron el país. Libia pasó a ser un territorio carente de estado, un conglomerado de tribus, clanes y agrupaciones armadas que se engranan en interminables guerras de unos contra otros con el propósito de hacerse con el poder y acceder a los recursos naturales.
A partir del verano del año 2012, Libia ha sido dirigida por un Congreso Nacional General que fue elegido por un período de 24 meses con el propósito de redactar una nueva constitución. Pero este, demostró ser incapaz de realizar la tarea y en el verano del año 2014 se eligió un nuevo parlamento. A diferencia del anterior, en el que predominaba la Hermandad Musulmana, los seguidores de fuerzas seculares y moderadas obtuvieron una mayoría relativa en la nueva entidad. No obstante, la dirigencia anterior no tenía intenciones de renunciar a su control del poder y declaró inválida la elección. En consecuencia se establecieron dos gobiernos y dos parlamentos en el país. Uno en Tobruk conformado por los diputados elegidos el año 2014 y encabezado por Abdullah al-Thani. El otro está ubicado en la ciudad de Trípoli.
El gobierno de Trípoli incluye a seguidores de una coalición muy diversa denominada Fajr Libia (Amanecer de Libia) ella misma incluye tanto a la comparativamente moderada Hermandad Musulmana como a Salafistas duros.
Ninguna descripción sobre el estado de las cosas en la parte occidental de Libia sería completa sin mencionar a la Tribu Misrata que técnicamente es miembro del «Amanecer de Libia» pero que en los hechos mantiene estrechos vínculos con Doha y Ankara.
Las actuales fuerzas existentes en Libia crean de igual modo un cuadro complicado en el oriente. El brazo militar principal del gobierno de Tobruk consiste en facciones armadas controladas por el general Jalifa Haftar, quien fue un oficial de alto rango cuando el sistema Jamahiriya aun mantenía su influencia y era el comandante de los cuerpos del ejército libio en Chad. Jalifa Haftar dirigió exitosamente la batalla en Cirenaica contra Al Kaida con la ayuda de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. No obstante, junto con Haftar, otros señores de la guerra son también parte de la alianza en el gobierno de Tobruk y mantienen sus propios intereses.
Una de las peores repercusiones de la crisis libia ha sido la destrucción del monopolio estatal de la venta de petróleo. La Corporación Nacional del Petróleo CNP se desintegró en ramificaciones «orientales» y «occidentales» lo cual abre un amplísimo espacio para las operaciones de mercado negro.
La Corporación Occidental de Petróleos ha establecido relaciones estrechas con el corredor suizo Glencore despachando grandes cantidades de petróleo a precios reducidos. Las cosas son aún peores en la parte oriental del país donde los militantes de Ibrahim Jadhram tienen el control
del terminal petrolero más grande, el Marsa al-Hariga. El petróleo contrabandeado desde aquí es utilizado por la empresa francesa Total, por la española Repsoil, por la italiana Saras y por la china Sinopec. Algunas de estas compañías a veces recurren al uso de las armas para salvaguardar sus intereses. En el mes de enero pasado, el rey de Jordania Abdullah denunció que fuerzas especiales del SAS británico actuaban en Libia al mismo tiempo que informes publicados en la prensa árabe sostienen que el gobierno de Tobruk había sido asistido por fuerzas especiales francesas en el asalto a Bengasi
http://theguardian.com/world/2016/mar/25/sas-deployed-libya-start-year-leaked-memo-king-abdullah
http://theguardian.com/world/2016/feb/24/isis-behead-11-police-officers-in-fighting-in-libya>
él cáncer del Daesh se está extendiendo rápidamente a través de Libia. Sus milicias ejercen un fuerte control sobre la ciudad de Sirte y sobre las regiones vecinas. El cuartel general del Daesh en Sirte está bajo el mando de un paquistaní, un militante proveniente de Kuwait controla la prisión y la universidad local está siendo dirigida por un nigeriano vinculado con Boko Haram. La mayor fortaleza del IS radica en su férrea disciplina y porque está al margen de favoritismos tribales o de clanes.
En el mes de septiembre del año pasado, algunos de los militantes involucrados en el derrocamiento de Muammar Gadafi trataron de rebelarse contra el Daesh. Todos fueron ejecutados junto a muchos de sus tribeños. Están llegando los tiempos en que hasta los «luchadores por la libertad» comienzan a sentir nostalgia por los tiempos de Gadafi. En ese entonces, los opositores al régimen eran sencillamente encarcelados, pero actualmente cualquier opositor al «Califato» es decapitado junto con toda su familia.
Recientemente comenzó a producirse un éxodo de terroristas del IS provenientes de Siria hacia otros países, principalmente hacia Libia. Hasta cierto punto, Catar está detrás de esto, destacando militantes islámicos hacia una nueva ubicación con el propósito de controlar el petróleo de Libia. Habiendo tomado Sirte, el IS está avanzando hacia expandir sus operaciones en dirección hacia los campos petrolíferos y hacia los terminales de embarque petrolero.
En el mes de diciembre del año pasado, con la mediación de Naciones Unidas se conformó en Marruecos un frágil gobierno de unidad nacional para Libia a partir de representantes de diferentes facciones. Pero han surgido dudas en torno a su viabilidad debido a que durante un largo tiempo ni siquiera ha podido ingresar a Trípoli y tuvo que establecerse en una base naval en una isla cercana a la capital careciendo de los mecanismos necesarios para ejercer el poder y dada la constante animosidad que existe entre los que están a cargo, además de la interferencia extranjera, la «unidad nacional» de Libia seguirá siendo un sueño dorado y las compañías extranjeras continuarán saqueando el país. Necesitamos recordarle al mundo de manera constante sobre los «frutos» que produce la intervención occidental en Libia.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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