En África del Norte, entre Argelia, el reino de Marruecos y Mauritania, hay un pueblo. De ese pueblo proviene un joven acusado con las penas del infierno por el Estado marroquí, peón de los intereses del Pentágono, de Francia, del Estado de Israel. Ese pueblo en resistencia lleva el nombre del desierto más grande del […]
En África del Norte, entre Argelia, el reino de Marruecos y Mauritania, hay un pueblo. De ese pueblo proviene un joven acusado con las penas del infierno por el Estado marroquí, peón de los intereses del Pentágono, de Francia, del Estado de Israel. Ese pueblo en resistencia lleva el nombre del desierto más grande del planeta: pueblo saharaui, Sahara Occidental. Y el pueblo saharaui tiene hoy un nombre que condensa todas sus razones: Hassanna Aalia.
Perseguido, apresado, oprimido, torturado, Hassanna Aalia ahora es víctima de un mandato de extradición aprobado por la justicia española -justicia de clase, justicia de raza, justicia de la minoría en el poder- para que el joven luchador sea encarcelado legalmente y para siempre por la monarquía de Marruecos. ¿Qué tiene que ver España en este asunto? Que el Sahara Occidental fue colonia hispana. Por eso Hassanna se refugió allí. Más bien, en el País Vasco. Lo que ocurre es que fueron los tribunales del Estado español los que están facilitando un nuevo crimen.
Hassanna Aalia -no olvidemos su nombre que es el mismo que el nombre de su pueblo tantas veces mancillado y vuelto a empinarse como volcán amanecido- es acusado por resistir y denunciar la ocupación marroquí -con muro infame, kilométrico y minado como no existe otro en el mundo- contra su gente. La gente nuestra. El dolor y la injusticia sobre una sola persona son el dolor y la injusticia sobre toda la humanidad.
Yo soy un periodista de origen chileno. Hassanna también es periodista. Yo me la llevo marchando por los intereses de los pueblos explotados, expoliados, acriminados de aquí y de allá. No me interesan las banderas. Ni siquiera soy anarquista. Soy un agente bien poco secreto de los humillados/as. Por eso mi canción es para Hassanna Aalia y para los haitianos y los hondureños y los griegos y los palestinos y los kurdos y los colombianos y los mexicanos y los africanos y los indígenas y.
La arena anegada en sangre saharaui significa la prehistoria de los seres humanos. Marruecos y los poderes mundiales que dirigen sus municiones de última generación, significan la prehistoria. Hacer propio a Hassanna y su causa significa colaborar en la guerra contra la prehistoria. Y la prehistoria, inexorablemente, produce indignación rebelde. Porque para los rebeldes «la vida está en otra parte». Y los rebeldes de cualquier plaza, cuando se reúnen y planifican, se transforman en combatientes. Amantes sin remedio, en acción y movimiento por la libertad y la igualdad. No se trata de bichos raros y un día llenarán la Tierra. Por necesidad histórica, que le dicen. Aunque lo que hagamos hoy, en el futuro insondable sea apenas una nota al pie del derrotero azul de la liberación.
La justicia española pretende extraditar a Hassanna el 4 de febrero de 2015. O sea, pretende arrojarlo a una celda perpetua muy pronto. El Estado español tendrá sus intereses y negocios con Marruecos, claro. Como el Estado chileno y otros. Pero el contenido de los Estados que tienen intereses ligados a Marruecos no es popular ni nada que se le parezca. Su contenido es capitalista. Esto es, esos Estados forman parte de la composición orgánica de la clase social dominante y minoritaria que engorda reventando al pueblo trabajador y a la naturaleza. El pueblo trabajador y la naturaleza son un todo. Entonces las clases dominantes y minoritarias engordan a costa de la apropiación privada de todo.
Yo soy parte en Chile del recién nacido Comité de Amistad Chileno con el Pueblo Saharaui (https://comitesaharaui.wordpress.com/). Aquiles, que también está en el Comité, me relató en una entrevista (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191429) que en el exilio de la tiranía de Pinochet los saharauis se ofrecieron para pelear en la resistencia chilena. Ellos sabían que en Chile hay un desierto -el más árido del globo- y manifestaron que tenían experiencia combatiente en ese terreno. La solidaridad enternecedora no alcanzó a concretarse por asuntos de la resistencia chilena. Pero la disposición de lucha sí existió. Es verdad que el internacionalismo militante es brillante y desinteresado. Pero este episodio deben conocerlo incluso los miembros de la antigua oposición contra Pinochet que hoy administran el Estado del país andino cuando sean emplazados a reconocer a la República Democrática del Sahara Occidental. Al menos por pudor: esa palabreja que por abandono premeditado, entre otras causas, tiene al sistema político chileno en profundo descrédito.
Hassanna, vengo de un pueblo duramente golpeado. Sin embargo, te aseguro que aquí hay un puñado de corazones que hacen y sueñan por tu libertad justa.