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La caza

Fuentes: Rebelión

Es más fácil cazar moscas con miel que con vinagre El señor Mariano Fernández Bermejo, Ministro de Justicia, ha dimitido. Es decir, a Fernández, el fiscal prosperado, le han echado a gorrazos del Ministerio de Justicia. Llegar ministro de un gobierno progresista, míticos gobiernos de ZP, y que te echen así, haciendo el ridículo entre […]


Es más fácil cazar moscas con miel que con vinagre

El señor Mariano Fernández Bermejo, Ministro de Justicia, ha dimitido. Es decir, a Fernández, el fiscal prosperado, le han echado a gorrazos del Ministerio de Justicia. Llegar ministro de un gobierno progresista, míticos gobiernos de ZP, y que te echen así, haciendo el ridículo entre bestezuelas muertas, sangre derramada y cuernos retorcidos de venado, debe ser asunto delicado, triste, casi un discreto drama personal. Me imagino a su suegra, si la tiene, la pobre, el Señor Todopoderoso la conserve muchos años, la carita de estuco que se le habrá quedado. A Mariano Fernández Bermejo, que es de natural bravucón y malencarado, hombre firme y determinado de izquierdas (sic), le han puesto de patitas en la calle, con cajas destempladas y un rumor de siemprevivas que invade las cartucheras, por irse de cacería, una montería se decía en otros tiempos, con colegas y amigos del mismo jaez, intrépidos cazadores, gentes todas responsables y de intachable reputación. Fernández es el cazador cazado, cazado in fraganti, guárdate de los fotógrafos y de los conocidos con cámara de fotos, haciendo eso que en la noble nación española -y en algunos sectores de la vida civil- está tan mal visto: el franquista.

Esto de hacer el franquista, con perdón, es costumbre que se debe adquirir por el uso y frecuentación prolongada del poder, de todos los poderes. Será algo así como los pertinaces hongos que brotan en los zapatos de la gauche -si la suela es mala y suele ocurrir- de tanto andar por moquetas y recepciones de lujo y oropel. Recuerdo así, sin pensar mucho, a nuestro señorito González, don Felipe, surcando las aguas en el Azor, la embarcación del Generalísmo, la misma que el pequeño caudillo asesino llenaba de atunes y peces espada a los que tanta devoción religiosa tenía. La diferencia, señor Mariano, es que a don González, «queremos un hijo tuyo», se le perdonaba y se le perdona todo, sabido es, tanto por sus méritos -que alguno tendrá, aunque una los ignore- como por su arrolladora gracia sevillana, españolísima y olé, mientras que a usted, de natural malencarado y bravucón, repito, y con una huelga de jueces en la recámara -el año que acomete la reforma de la carrera judicial y aumenta el presupuesto-, no le perdonan ni una. Siendo de Arenas de San Pedro, Ávila, y habiendo nacido en 1948, IX año triunfal, ya debería estar usted curado de espanto, trampas y cartuchos. ¿Cómo se puede ir de cacería, siendo Ministro de Justicia de PSOE, cuando tenemos presente La escopeta nacional de Berlanga y Azcona? Poco importa el resto de los cazadores, sus acompañantes; poco importa si había jueces u otras destacadas personalidades civiles y/o militares. El mero hecho de salir de montería, con la que está cayendo y lo que significa en el imaginario colectivo, merece el despido. A nadie le importa, señor Mariano, si los disparos se produjeron en Jaén y si tenía o no licencia actualizada; poco importa, señor Mariano, si la broma (con el reparador «taco» incluido) costó mil euros o dos billones. La cuestión es otra. La caza mayor, ex ministro socialista Bermejo, no está bien vista por millones de personas que han sufrido la dictadura y han visto a Franco, sus parientes, consejeros y amigos, con un pie en el hocico de un animal abatido. Para redondear el circo campestre sólo hubiera faltado, como en la película, un maduro empresario catalán, con su amante, tratando de vender porteros automáticos. La historia vuelve, más que nunca, como farsa. Farsa y esperpento. Y Mitrofán sin enterarse.

Con tres complicadas elecciones a las puertas, el presidente Rodríguez Zapatero, ha aceptado -los eufemismos más vivos que nunca- la dimisión del Ministro de Justicia, Fernández Bermejo. Los asesores de Moncloa, los mismos que contemplaron atónitos la fotografía, han hecho sus interesados cálculos. Mejor ahora, cuanto antes, aguantemos el chaparrón y en una semana se habrá pasado. No les falta razón a los cualificados miembros del ala oeste de la Moncloa. El tiempo juega a su favor: este suceso pasará pronto, sin duda, resta fuerza al discurso crítico del PP (inmerso en sus cuestiones de espías, corruptelas, gominas y demás) y la prensa, necesitada de carne fresca cada día, atenderá, en breve, otros asuntos. Los analistas tendrán razón pero permitirán, espero, que nos quedemos con este magnífico suceso para la posteridad, para contar y contar a nuestros nietos. Hay cosas que, pese al paso del tiempo, seguiremos recordando cada vez que surja la ocasión, toque disfrutar con recuerdos cínicos y tengamos ganas de reír. Ay, Mariano, Mariano, y todo este entuerto por pegar unos tiros al alba.