La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos reconoció, por primera vez, su participación en el golpe militar en Irán, ocurrido en 1953, que derrocó al entonces primer ministro, Mohammed Mosaddeq. Un golpe cuyas repercusiones fueron más allá de lo esperado. Aunque siempre se supo de la participación de […]
La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos reconoció, por primera vez, su participación en el golpe militar en Irán, ocurrido en 1953, que derrocó al entonces primer ministro, Mohammed Mosaddeq. Un golpe cuyas repercusiones fueron más allá de lo esperado.
Aunque siempre se supo de la participación de Estados Unidos y el Reino Unido en el derrocamiento de Mosaddeq, esta es la primera vez que la CIA «admite formalmente que ayudó a planear y ejecutar el golpe», indicó el Archivo de Seguridad Nacional, un centro de investigación sin fines de lucro vinculado con la Universidad George Washington.
En el año 1953 se llevó a cabo en Irán un golpe de Estado contra el gobierno de Mohammed Mosaddeq, primer ministro electo democráticamente dos años antes. El principal motivo fue la nacionalización del petróleo iraní, decretada el 20 de marzo de 1951, afectando los intereses económicos del Reino Unido y los Estados Unidos.
Fue por ello que las dos potencias, en alianza con sectores conservadores dentro de Irán, financiaron y llevaron a cabo el derrocamiento de Mosaddeq instaurando en el poder al Sha Mohammad Reza Pahlevi. Cabe destacar que Pahlevi fue monarca de Irán desde 1941 hasta 1979 y no dejó de serlo durante el gobierno de Mosaddeq. Sin embargo tuvo que huir durante algunos meses del país debido a sus enfrentamientos con el gobierno nacionalista y el descontento popular hacia su figura. En ese sentido el golpe de Estado de 1953 lo devolvió al trono que había perdido temporalmente.
El Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington obtuvo los documentos que dan cuenta de la participación de la CIA en el golpe bajo la Freedom of Information Act. Esta es una norma que promueve la transparencia de las instituciones del Estado. Anteriormente, el organismo de inteligencia había asegurado que gran parte de los documentos relacionados con el golpe de Irán en 1953 habían desaparecido o habían sido destruidos en la década de los ’60.
Según el Archivo, uno de los documentos, titulado «Servicio de espías de Mosaddeq», acusaba al primer ministro iraní de «pretender ser el salvador de Irán» pero que, en cambio, éste puso en marcha un vasto aparato de espionaje contra prácticamente todos los sectores de la sociedad, incluyendo el Ejército, los periódicos y líderes políticos y religiosos.
El Archivo elogió la decisión de la CIA de desclasificar los documentos pero argumentó que esos materiales bien podían haber sido desclasificados de forma segura «hace muchos años sin el riesgo de perjudicar la seguridad nacional».
La publicación de los documentos se produjo en víspera del 60 aniversario del derrocamiento de Mosaddeq, y la referencia explícita al papel de la CIA figura en un documento titulado «La batalla por Irán», que data de mediados de la década de 1970. En 1981, la CIA ya había divulgado una versión de los acontecimientos en respuesta a una demanda de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos pero el documento había omitido todas las referencias a la operación «TPAJAX», como se conocía la operación secreta liderada por Estados Unidos, según se informó desde el Archivo.
El tiro por la culata
Nada es casualidad en la historia. Irán vio frustrada, con el golpe de Estado, su «vía nacionalista» de desarrollo (a diferencia de otros países de Medio Oriente como Egipto, Siria, Irak o Argelia) y fue allí donde estalló, en 1979, la Revolución Islámica con el Ayatola Jomeini a la cabeza y cobró fuerza el Islam político. Desde entonces Irán ha sido uno de los principales «enemigos» de Estados Unidos a nivel mundial.
El carácter netamente anti islámico del Sha, que reivindicaba con mucha fuerza el pasado persa de la nación iraní negando la historia cultural musulmana de su país, fue generando descontento en la población religiosa. A su vez, por ser un país compuesto mayoritariamente por musulmanes chiitas, en Irán se constituyó durante muchos años un clero que siempre tuvo participación en la política (es necesario aclarar que el islam sunita -mayoritario a nivel mundial- no tiene una estructura religiosa jerárquica como el cristianismo en sus distintas vertientes, sin embargo la rama chiita sí, de allí surgen los Ayatolas).
Estos factores, fueron conformando un nuevo movimiento: el Islam político. Esta corriente es aquella que sostiene que los postulados del Islam y sus preceptos son aplicables a un programa político e integral para la sociedad.
El historiador Gilles Kepell explicó el origen de este fenómeno social. Según Kepell «el movimiento islamista es doble (…) En él encontramos a la juventud urbana pobre, surgida de la explosión demográfica del tercer mundo, del éxodo rural masivo, y que por primera vez en la historia, tiene acceso a la alfabetización. También forman parte (…) la burguesía y las clases medias piadosas (…) que fueron marginadas en el momento de la descolonización llevada a cabo por los militares o por dinastías que se hicieron con el poder. Todos estos grupos (…) encontraron en el lenguaje político islamista la expresión común de frustraciones diversas y la proyección trascendente de sus expectativas».
De todas formas y a pesar del fuerte impulso dado por la Revolución Iraní, el Islam político radical no logró hacerse exclusivamente con el poder en ningún otro país del mundo, al menos hasta la primavera árabe de 2011 que llevó, por ejemplo, a la Hermandad Musulmana al gobierno en Egipto. De todas formas el golpe de Estado del 3 de julio de este año impidió ver el desarrollo en el tiempo de un nuevo gobierno islamista en la región.
Por otra parte, el islamismo dio pie a importantes organizaciones en Medio Oriente como el Hesbollah en Líbano, que actualmente forma parte del gobierno con otros partidos y Hamas en Palestina, que gobierna la región de la Franja de Gaza.
Aquel golpe de Estado en el que participó la CIA abrió la puerta, entonces, a algunos principales enemigos para «los intereses de EEUU» en Medio Oriente. No fue la primera, ni probablemente sea la última vez que le salga el tiro por la culata.