Durante la campaña presidencial de los EE.UU., los dos únicos candidatos con posibilidades marcan diferencias en sus «propuestas» electorales, basados en posturas relacionadas con aspectos de salud, calculadas nimiedades, escabrosos temas sexuales, arrogantes histrionismos, pero también en claras actitudes xenófobas y racistas. El villano es el candidato del Partido Republicano a causa de sus posturas, […]
Durante la campaña presidencial de los EE.UU., los dos únicos candidatos con posibilidades marcan diferencias en sus «propuestas» electorales, basados en posturas relacionadas con aspectos de salud, calculadas nimiedades, escabrosos temas sexuales, arrogantes histrionismos, pero también en claras actitudes xenófobas y racistas. El villano es el candidato del Partido Republicano a causa de sus posturas, estimadas genéricamente de fascistas. Sin embargo, miradas en perspectiva histórica dichas posiciones y exhibiciones de desprecio humano, no son extrañas en la política real de ese partido, son más bien parte de su talante.
Para ambientarnos recordemos un capítulo de la reconocida serie de televisión Los Simpsons, donde se hace una recreación de lo que sería el cuartel general del Partido Republicano de los Estados Unidos. Es un castillo evocador de donde podría haber vivido el Conde Drácula, en cuya sala gigantesca hay un mapamundi, al cual asisten los personajes más reaccionarios y despiadados del programa: el pérfido Monty Burns, el intonso millonario texano, el infaltable abogado anodino Lionel Hutz, el médico afro Hibbert, el tonto y mediocre actor extranjero Rainer Wolfcastle (centroeuropeo, como el republicano Arnold Schwarzenegger), no es posible pasar por alto a un mutante, verdoso y repugnante vampiro (personaje que puede encajar en muchos republicanos como veremos a continuación). La representación de la dirigencia de dicho partido es dura y a la vez descriptiva de cómo al interior de ese país una parte tímidamente crítica observa a una de las dos vertientes del único partido empresarial[1], gobernante con puño de hierro los dominios del imperio. Veamos si esta descripción se aproxima a la realidad.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Washington permite e impulsa la inmigración a los EE.UU. de muchos nazis y sus colaboradores de una u otra manera relacionados con despiadados crímenes contra personas indefensas. El argumento de soporte para la admisión de tan aciagos personajes es la confrontación con la Unión Soviética y China comunista; estamos en la Guerra Fría.
La actuación de la recién creada CIA en este aspecto es esencial, funcionando bajo las directivas del poderoso Consejo Nacional de Seguridad (NSC por sus siglas en inglés), reclutando junto con el Pentágono los servicios de miles de veteranos Waffen SS y otros criminales cómplices de asolar a sangre y fuego Europa, principalmente del este. La categoría de las atrocidades cometidas por los inmigrantes no es obstáculo para ello: «Nadie, parece ser, ni siquiera la plantilla personal de Adolf Eichmann, lo suficientemente sucio como para ser rechazado por los reclutadores de la CIA, siempre y cuando su relación con el gobierno de Estados Unidos se mantuviera en secreto»[2].
Por su tendencia reacia a cualquier cambio en el statu quo, el Partido Republicano, es internamente el albergue político preferido de estos grupos reaccionarios[3], que deberían estar en tribunales por los crímenes cometidos en Europa contra poblaciones civiles. Se agrupan de manera semioculta a inicios de los años cincuenta fundamentalmente a través del Republican National Commitee[4]. Como ya se mencionó, muchos de ellos directa e indirectamente, poseen lazos directos de trabajo con la CIA[5], quien los tiene en su nómina por su carácter de rabiosos ultraderechistas, enemigos del comunismo; este, designado oprobioso enemigo oficial de la época.
Ya hacia la década de los ochenta, alguno de estos líderes nazi-fascistas residentes en EE.UU., el bielorruso ex SS, Walter Melianovich, afirma inquietantemente que de hecho «han cambiado la imagen del Partido Republicano bajo su influencia»[6]. Con tales elementos no pueden sino acentuarse ominosamente los rasgos más racistas y de antisemitismo en dicho partido[7].
Asociado al Partido Republicano está el ente de «pensamiento» denominado American Security Council (ASC), el cual no es una representación del llamado Complejo Militar Industrial del que advirtiera con precisión, pero con impotencia, el Presidente republicano Dwight Eisenhower (1953-1961), es la personificación del mismo; son parte de este muchos exmilitares, que si cabe más aún, son de un derechismo fanático[8]. Por lo que en algunos aspectos la ASC es ostensiblemente hacia los años ochenta más extremista que el mismo Partido Republicano (¡), conectando la administración del Presidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) y los fascistas de la entidad agrupante de las etnias anticomunistas del este de Europa en EE.UU., el Republican Heritage Groups Council[9]. Bajo estas premisas el ASC se reúne en esta época con el Consejo Nacional de Seguridad (NSC), congresistas republicanos y grupos de extrema derecha activos en el extranjero, como los «líderes de la Contra nicaragüense» y ARENA de Roberto D´Abuisson en El Salvador (ambos creación directa de la CIA), los dos países en plena sangrienta guerra civil[10]. Así, de una u otra manera, la ASC conecta al Partido Republicano con los despiadados Escuadrones de la Muerte de Centroamérica y Suramérica, al establecer «grupos de trabajo» de «expertos en la materia» y congresistas afines, para incentivar políticas violentas de control social, que contemplan a aquellos destacamentos irregulares como táctica militar preferida en toda América Latina[11].
Dichas conexiones no sólo son teóricas sino prácticas. Emergen continuidades entre fuerzas nazis de la Segunda Guerra Mundial y los ultraderechistas Escuadrones de la Muerte de El Salvador y Guatemala, ejecutando por entonces estos, organizadas prácticas de guerra no convencional; cualquier casual observador verá una estructura análoga en ideología, estrategias y tácticas, por ejemplo, de los Ustachas croatas (colaboracionistas nazis en Croacia) en los años 40, y los contingentes guatemaltecos del MLN o de la salvadorense ARENA en los años 80″[12]; son tiempos de matanzas en toda Centroamérica.
Una comparación de historiadores, politólogos y teóricos militares lo ha notado, aunque no ha sido bien examinado, que por ejemplo en El Salvador los derechistas asesinaron campesinos aprendiendo crueles métodos de los nazis y sus colaboradores en Europa, recibiendo estos conocimientos no de manuales, sino producto de una cuidadosa e importada tutoría[13].
De esta manera se fragua de facto en Estados Unidos por entonces una conjunción de elementos del Partido Republicano, ciertos miembros del Partido Demócrata de «línea dura»(¡) en el Congreso de Washington, militares y espías, representantes de los grandes intereses de negocios (la esencia del ASC), coaligados con estadounidenses simpatizantes de Hitler, fascistas y colaboradores supervivientes de las Waffen SS nazis[14], con el fin de intensificar en Centroamérica los planes contrainsurgentes del gobierno de Washington.
A pesar de no ser muy numerosos respecto a la totalidad del Partido Republicano, estos impenitentes delincuentes nazis y fascistas adquieren importancia por su influencia acentuada en la ideología reaccionaria del Pentágono, susceptible de ser manipulada para actuar con indiferencia ante las atrocidades que comete y propaga por el mundo[15], justamente las que patrocina el gobierno de los EE.UU. en la azotada región Centroamericana en ese momento[16]. Paralelamente es erigida una amplia protección judicial para aquellos fascistas europeos, con el respaldo irrestricto de los políticos más retrógrados del Capitolio en Washington y en general la administración pública imperial[17].
En estos aspectos dentro del Partido Republicano es imposible pasar por alto la ominosa figura del Presidente Richard M. Nixon (1969-1974), quien les dio en 1968 a estos grupos étnico-fascistas del Heritage Groups Council, asiento permanente (visible) en el Republican National Committee, para asegurar la candidatura del partido[18]. En su quehacer político la ferocidad de este mandatario, análoga a la de los nombrados, es ostensible; Nixon fue el hombre que ordenó bombardeos extendidos por toda Indochina contra poblaciones civiles con un saldo de muertos indeterminado aún. Es todo un paradigma por su amoralidad dentro de los criminales de guerra en el poder ejecutivo de un imperio en cualquier tiempo. No obstante, «en pequeña escala», bástenos citarlo por su histérica reacción en 1970 al conocer la elección como Presidente de Chile del socialista Salvador Allende Gossens: «¡Ese hijo de puta! ¡Ese hijo de puta![19]«. Tres años después el resultado fue su derrocamiento y muerte junto con la de miles de sus compatriotas.
En 1983 ese actor de cuarta categoría y Presidente Republicano, del que ya hablamos, Ronald Reagan, rinde un homenaje al ucraniano Yaroslav Stetskos, un colaborador en atrocidades contra judíos, comunistas, partisanos, etc., durante la ocupación nazi de Ucrania (estimándose que entre 1941 a 1944 se causó la muerte de unas 900 mil personas, tan solo en este país, como perpetradores y/o colaboradores de los ominosos cuerpos paramilitares nazis Einsatzgruppen[20]). El cual a su vez, desde 1948, está unido al espionaje de EE.UU.[21]. Reagan le dice a Stetskos cuando visita la Casa Blanca: «vuestro sueño es nuestro sueño, vuestra esperanza es nuestra esperanza»[22]. (!!!) Ya antes Reagan en su papel de gobernador de California había reconocido folclóricamente la «independencia de Croacia», cuando hacia parte de la antigua Yugoslavia[23]. El asunto del filo nazismo es palpable por aquellos años de gloria neoliberalizante de los reaganomics republicanos de los ochenta; Reagan expresamente caracteriza a los nazis Waffen SS como «víctimas», en una especie de reescritura de la Segunda Guerra Mundial[24], por parte de alguien que jamás supo algo de historia y en realidad de nada trascendente.
Los malignos grupos de criminales pluricitados, también se hacen presentes en la campaña a la presidencia de 1988, apoyando al candidato republicano y luego electo, George Bush padre[25], poseedor a su vez este (o sorpresa), de un amplio pasado familiar de cercanía con fascistas y nazis[26]. La familia Bush en su pasado «formaba parte de las personas que financiaron la maquinaria de guerra nazi, mientras sacaban enormes ganancias»[27].
El nexo es claro y revelador. «Una parte importante de los cimientos financieros de los Bush como los conocemos hoy, fue constituida por medio de su ayuda a Adolfo Hitler. Los presidentes de los Estados Unidos, George Herbert Walker Bush (1989-1993) y George Walker Bush (2001-2009) su hijo, el uno con la cruenta invasión a Panamá de 1989 (ex director de la CIA, vicepresidente y presidente), el otro con la invasión y mortífera guerra contra Iraq, llegaron a la cumbre de la jerarquía política norteamericana de una u otra forma porque su abuelo, Prescot Sheldon Bush, colaboró y alentó a los nazis»[28]. Concretamente este patriarca, auspició el ascenso de Hitler en su carrera política, llegando a mantener relaciones comerciales con Alemania, incluso después que esta le declarara la guerra a Estados Unidos en diciembre de 1941 (una auténtica traición), además de la posible obstaculización del recate de prisioneros de campos de concentración (nada más ni nada menos)[29]. ¡Qué bonita familia! Cualquier parecido con una despótica monarquía…
Con el presidente republicano George Walker Bush, su nefando séquito, el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (Project for the New American Century o PNAC), sus ideas de expansionismo y guerras de agresión (crímenes por los cuales fueron juzgados los nazis en el Tribunal de Núremberg) en Afganistán e Iraq, a más de la abrogación de facto de las Convenciones de Ginebra (Guantánamo, Abu Ghraib, cárceles secretas, etc.), se llega a una cercanía de espanto con el fascismo en sus más agresivos métodos y propósitos.
Sin embargo, el pensamiento nazi ha continuado también en figuras del partido del elefante, mimetizadas en su abierto fascismo por la prensa amaestrada. A la sazón, un hombre que buscó la nominación por el partido republicano a gobernador en el estado de Montana (2012), «experto en terrorismo» y exconsultor del NSC de la era Reagan, Neil Livingstone, aboga sin empacho en su momento por el uso de los Escuadrones de la Muerte en Centroamérica en la década de los años ochenta[30]. Si esto no es un comportamiento abiertamente fascista, criminal, debemos reformular los términos.
Quienes piensen que estos lazos de la dirigencia de Estados Unidos con nazis es cosa superada hace treinta años, pasan por alto los sucesos de Ucrania en 2014 y las actuaciones de la ultra reaccionaria CIA apoyando en todas las formas al partido pro nazi Svoboda[31], en el violento golpe de estado derechista y pro occidental, en el cual se evocan como figuras inspiradoras justamente las de cómplices nazis como Stephan Bandera y Yaroslav Stetsko[32]; no es casual el ostentoso saludo nazi-fascista del brazo derecho extendido en los miembros de Svoboda. Es indiscutible que dichos actos de cerco de guerra están dirigidos ya no contra la Unión Soviética, sino contra la capitalista Federación Rusa.
Contemporáneamente en una demostración más de la coherencia acumulada por el partido, como comentario a los constantes insucesos donde casi a diario mueren afrodescendientes a manos de los cuerpos policiales de EE.UU., el congresista del Partido Republicano por Carolina del Norte, Robert Pittenberg afirma sin sonrojo alguno: «los afroamericanos odian a los blancos porque tienen éxito y ellos no»[33]. Si, el problema es la envidia de los oprimidos pigmentados manifestada en su rebeldía a ser muertos con absoluta impunidad; la culpa es de las víctimas. Un argumento similar esgrimían los nazis cuando las poblaciones invadidas se resistían a la muerte y el cruel vasallaje: los resistentes a la barbarie son los terroristas. Ello hace 70 años y hoy.
En el presente el ambiente de declinación y sin salida económica y social en unos Estados Unidos derechizados en extremo, se ve favorecido por el espectro de violencia política. El actual candidato del Partido Republicano puede ser acusado de rusticidad, apasionamiento y falta de estilo, más no de inconsistencia. Donald Trump ha aumentado las posibilidades para la violencia política como ningún candidato de partido en la memoria reciente; literalmente ha impulsado a sus muchedumbres a atacar físicamente a quienes protestan contra él. En Iowa dijo, «Golpeen esas mierdas»…. En Nevada, «le diré que me gustaría perforarle la cara». Se quejó a una muchedumbre en Oklahoma (cuando algunos protestaron contra él) de que «En los viejos buenos días, los expulsaríamos de aquel asiento inmediatamente. Pero hoy, hay que ser políticamente correcto. Nuestro país que va al diablo por ser políticamente correcto»[34]. ¿No es una retórica equivalente a la de los cuerpos de choque derechistas del siglo XX? Empero, el problema para los medios colusionados es su comportamiento sexual y su obviedad retórica lo cual no encaja con la élite tradicional del partido; se le desprecia su… populismo.
En contexto, ideológicamente los exabruptos del candidato republicano Donald Trump, no son un objeto extraño, contradictorio y discontinuo con el legado de los últimos setenta años de su partido; lo que ocurre es que el banal candidato de la melena rubia, lo hace con prolijidad y falta de gramática, algo propio del nivel cultural del público destinatario. En lo restante posee una coherencia fehaciente con lo más agresivo de las políticas en el exterior del Partido Republicano luego de la Segunda Guerra Mundial. De ello hay destacables y desafortunados hechos a la vista. Así, si algo está manifiestamente ausente en la escena de Los Simpsons en el cuartel republicano, es justamente una esvástica y una calavera.
No obstante, seamos justos, no sólo este partido ha sido el promotor y aliado de prácticas, ejecutores y doctrinas fascistoides; el Partido Demócrata ha realizado también una destacadísima labor al respecto. Para no extendernos, únicamente abordemos superficialmente el tema de la demócrata Madelaine Albrith, quien en tiempos en que era Secretaria de Estado del Presidente demócrata Bill Clinton, justamente el esposo de la políticamente correcta Hillari Clinton, expresó con una tranquilidad pasmosa, por lo perversa, acerca de la muerte causada por las actuaciones del gobierno de Estados Unidos en Iraq, ocasionantes en los años noventa según denunciaban las Naciones Unidas, de la muerte de más de medio millón de niños: «podemos pagar ese precio[35]«; un comentario que haría sentirse orgulloso al criminal nazi Heinrich Himmler. Y quien crea que Hillari es una persona sensata y moderada, desconoce su reciente pasado destructivo; allí está palmariamente Libia y su devastación actuando como Secretaria de Estado de Barak Obama. Los demócratas han seguido al pie de la letra estos lineamientos junto con su partido «rival»; la unidad de postura al respecto es total, por algo constituyen en la realidad un único partido, separado apenas por matices.
Se le atribuye a Miguel de Unamuno aquello de que «el fascismo se cura leyendo y el racismo viajando». Las clases trabajadoras que votan en el arcaico y amañado sistema electoral estadounidense, tienden a hacer exactamente lo opuesto y con ello el pensamiento reaccionario se propaga a través de los medios de confusión como el fuego en hierba seca. Se produce por consiguiente el fenómeno dramático de la fusión en la opinión pública de la ignorancia y la amnesia[36]; la maliciosa vacuidad de las campañas electorales estadounidenses es acentuado reflejo de ello.
Empero, el problema más grave son los vientos de guerra de estos tiempos, cuando se presenta un momento bastante álgido para la humanidad. La potencia con mayor capacidad bélica capaz de destruir varios planetas tierra, está aún más cerca de caer en manos de personas con un acerbo de pensamiento que los aproxima a seres humanos que en una época no lejana, pensaban en aniquilar, exterminar, esclavizar a otros seres humanos, tan sólo por tener desde su trastornado punto de vista, características físicas y culturales que no les parecía estuvieran a su altura.
El preámbulo a las elecciones del próximo 8 de noviembre en Estados Unidos nos ha puesto de presente de alguna forma posiciones políticas paralelas a las que tres generaciones atrás el mundo entero enfrentó y combatió manu militari, por su pensamiento antihumanista durante la Segunda Guerra Mundial, representado ello en el expansionismo, el racismo, la intención declarada de continuidad en la pauperización generalizada. ¿No es en el fondo una política similar la inspiradora de la élite de los EE.UU. en el presente?
Contengamos el aliento, puesto que gane quien gane aquel día, la ferocidad y la codicia no estarán ausentes en la Casa Blanca y el poder de destrucción allí es inmenso.
[1] La observación es de Noam Chomsky. Crear Futuro. Ocupaciones, Intervenciones y Resistencia. Siglo XXI. México 2012. Pág.81
[2] Christopher Simpson. Blowback America´s: Recluitment of Nazis, and its Disastrous Effect on our Domestic and Foreign Policy. Collier/McMillan 1988. Pág. 201, 290. Ver también http://www.nytimes.com/2010/11 /14/us/14nazis.html
[3] Russ Bellant. Old Nazis, The New Right, and The Republican Party. Suth End Press Boston MA 1991. Pág. v, XI.
[4] Bellant. Pág. 4
[5] Bellant. Pág. 9
[6] Bellant. Pág. 12
[7] Bellant. Pág. 20
[8] Bellant. Pág. 30
[9] Bellant. Pág. 30
[10] Bellant. Pág. 46, 47
[11] Conformados por expertos en guerra contrainsurgente como los militares gringos John Singlaub, William P. Yarborough, Daniel O. Grahham, Richard Stillwell, Gordon Sumner, Alexander Haig; del lado del Congreso están Larry McDonald (D-GA), George Hansen (R-ID), John Murphy (D-NY), Bob Strump (R-AR), Charles Wilson (D-TX). Bellant. Pág. 84.
[12] Scott Anderson, John Lee Anderson. Inside The League. The Shocking Expose of How Terrorist, Nazis, and Latin American Death Squads Have Infiltrated The World Anti-Comunist League. Dodd, Mead & Company New York 1986. Pág. xviii. Estos son dos grupos paramilitares derechistas devenidos a políticos en sus respectivos países. Alianza Republicana Nacionalista y Movimiento de Liberación Nacional respectivamente. Ni eran nacionalistas, ni liberaban a nadie, más bien todo lo contrario.
[13] Anderson, Anderson. Pág. 290
[14] Bellant. Pág. 56
[15] Laszlo Pasztor, Radi Slavoff, Nicolas Nazarenko, Florian Galdau, Metod Balco, Walter Melianovich. Varios de estos líderes poseen condecoraciones por sus «actuaciones» criminales en la Segunda Guerra Mundial con sus partidos fascistas y nazis. Bellant. Pág. 2,3. Unos diez mil criminales de estas características emigran a EE.UU. Webster G. Tarpley, Anton Chatkin. La familia Bush y la Alemania nazi. Redvoltaire. Noviembre de 2002. http://www.voltairenet.org/ar ticle120080.html
[16] Anderson, Anderson. Pág. 30
[17] Judy Feigin. Secret Justice Department Report Details How the U.S. Helped Former Nazis. The New York Times. December 2006. http://documents.nytimes.com/c onfidential-report-provides-ne w-evidence-of-notorious-nazi- cases ; Eric Lichtblau. Nazis Were Given ‘Safe Haven’ in U.S., Report Says. Nov. 13, 2010. http://www.nytimes.com/2010/1 1/14/us/14nazis.html?partner=r ss&emc=rss&_r=0
[18] Paul H. Rosenberg. Seven Decades of Nazi Collaboration: America’s Dirty Little Ukraine Secret. Foreing Policy In Focus. March 18, 2014. http://fpif.org/seven-decade s-nazi-collaboration-americas- dirty-little-ukraine-secret/
[19] Thomas Powers, The Man Keot the Secrets: Richard Helms and The CIA. Citado por Mónica González. La Conjura. Los Mil y un Días del Golpe. Catalonia Ltda. Santiago de Chile 2012. Pág. 45
[20] Bellant. Pág. 72. Einsatzgruppen significa literalmente: «grupos de tareas». Un nombre familiar en lo castrense en Latinoamérica.
[21] Anderson, Anderson. Pág. 34
[22] Bellant. Pág. 72
[23] Anderson, Anderson. Pág. 43
[24] Bellant. Pág. xvii
[25] Bellant. Pág. xviii
[26] Webster Tarpley y Anton Chatkin, autores de George Bush: The Unauthorized Biography, afirman que los nazis habían sido «pagados, armados y adiestrados por camarillas de Nueva York y de Londres, uno de cuyos directores ejecutivos era justamente el padre de George Bush, Prescott Sheldon Bush». Tarpley, Chatkin. Ibídem; Ver también Giselle Dexter. Hitler, el abuelo Bush y el origen de una fortuna. Febrero 27 de 2003. Rebelión. https://www.rebelion.org/hemer oteca/imperio/030227familia. htm
[27] Dexter. Ibídem.
[28] Esta es la misma base material que luego iba a «catapultar a George H. W. Bush senior al puesto de director de la CIA en los años 70 e instalarle a él y a su hijo, en la Casa Blanca», con los oprobiosos resultados a la vista. Tarpley, Chatkin. Ibídem.
[29]Ben Aris, Duncan Campbell. How Bush’s grandfather helped Hitler’s rise to power. The Guardian Septiembre 25 2004. https://www.theguardian.com/w orld/2004/sep/25/usa.secondwor ldwar
[30] En un artículo de 1986 dijo sin ningún reato de conciencia: «En realidad, los escuadrones de la muerte son un instrumento sumamente eficaz, a pesar de lo odioso (¡), en el terrorismo que combate los desafíos revolucionarios». Tim Murphy. The Most Interesting Gubernatorial Candidate in the World. Mother Jones Marzo 27 2012.
http://www.motherjones.com/pol itics/2012/03/neil-livingstone -montana-governor Ver también Bellant. Pág. 86
[32] Rosenberg. Ibídem.
[33] Administrador Regeneración. Regeneración. Septiembre 24 de 2016. http://regeneracion.mx/afroame ricanos-odian-a-los-blancos- porque-tienen-exito-y-ellos- no-congresista-republicano/
[34] George Zornick. This Has been really Dangerous Week in Politics. The Nation. Septiembre 14 2016. https://www.thenation.com/arti cle/this-has-been-a-really- dangerous-week-in-politics/
[35]Madeleine Albright says 500,000 dead Iraqi Children was «worth it» wins Medal of Freedom. https://www.youtube.com/watc h?v=omnskeu-puE
[36] Bellant. Pág. 89
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.