En muchas de las protestas realizadas desde el 24 de junio, no sólo había carteles que defendían el derecho al aborto, sino también los que decían “Desfinanciar a la policía”.
Decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, salieron a las calles con total indignación los días 24 y 25 de junio cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló el caso Roe contra Wade, la legalización de la protección federal del derecho al aborto durante los últimos 49 años.
Diversos grupos se apresuran a encontrar formas de garantizar el acceso al aborto a petición, incluyendo la provisión de los fondos necesarios para quienes se ven obligados a viajar cientos de kilómetros a otros estados donde las clínicas siguen proporcionando esta atención sanitaria esencial.
Esta sentencia reaccionaria y bárbara hará retroceder el reloj para las mujeres -especialmente las de color-, así como para las personas trans y no conformes con el género. Se trata de un ataque a su derecho a elegir por sí mismas a la hora de tener o no un hijo. Esta sentencia refleja cómo el patriarcado, la misoginia y el racismo están profundamente arraigados en la sociedad estadounidense.
El fallo señala un retorno a los “derechos de los estados”. En un momento de la historia de Estados Unidos, los estados tenían el derecho de esclavizar a los africanos antes de que la Guerra Civil de Estados Unidos provocara la derrota militar de la Confederación. Un político derechista pro-vida tuvo el descaro sin paliativos de poner un signo de igualdad entre el fin del aborto y el fin de la esclavitud.
Esta comparación pretende confundir a las masas haciéndoles creer que para ser antirracista hay que estar en contra del aborto, cuando en realidad las mujeres negras esclavizadas fueron violadas sistemáticamente por sus esclavizadores blancos y obligadas a llevar a término los embarazos resultantes, y el niño era entonces propiedad del esclavizador.
En muchas de las protestas celebradas desde el 24 de junio, no sólo había carteles que defendían el derecho al aborto, sino también los que decían “Desfinanciar a la policía”. Había pancartas como “¡Abolir el SCOTUS!” y “¡Aborten el tribunal!” por tener el poder de tener el destino de millones de personas en sus manos.
Había pancartas que enfatizaban que el SCOTUS se preocupaba más de que la gente tuviera derecho a llevar armas que de que la gente tuviera derecho a un aborto. Esto fue en respuesta a una decisión del SCOTUS, emitida el 23 de junio, que anuló una ley del Estado de Nueva York que prohibía a la gente llevar armas en público.
En un informe político de 1989 para una conferencia del Workers World Party/Partido Mundo Obrero el presidente Sam Marcy declaró en respuesta al debilitamiento de Roe v. Wade por parte de la SCOTUS: “La decisión sobre el aborto confirma que siempre que la burguesía está en crisis, dejará que nueve personas, no elegidas, nombradas de por vida, decidan las cuestiones más críticas relativas a la vida en los Estados Unidos”.
Esta observación es muy oportuna hoy, cuando la burguesía y su frágil sistema se enfrentan a una crisis económica sin precedentes a escala mundial. ¿Y quién se llevará la peor parte de esta crisis? Los derechos económicos y políticos de todos los sectores de la clase trabajadora multinacional y multigénero están en la cuerda floja.
Radicalización generalizada
Hay un viejo axioma marxista: “El ser determina la conciencia”, lo que significa que las condiciones sociales moldean la forma de pensar.
En cuanto a los ataques al derecho al aborto, a los derechos de los trabajadores y a la violencia policial contra la gente de color y ahora contra los manifestantes anti-SCOTUS, hay un gran potencial para que la conciencia de clase se desplace para crecer a escala masiva. La militancia y la escala de las protestas iniciales contra el SCOTUS no se han visto desde las consecuencias del linchamiento policial de George Floyd en mayo de 2020, cuando millones de personas tomaron las calles durante ese verano.
Hoy, algunos están llamando en las redes sociales a una huelga general de mujeres y sus partidarios. Puede que sea un llamamiento prematuro, pero el empeoramiento de las condiciones aquí y en todo el mundo para miles de millones de personas puede justificar ese llamamiento más pronto que tarde.
Hay una ira masiva contra esta ofensiva política de la derecha rabiosa y contra la ineficacia del Partido Demócrata, que ha tenido mucho tiempo para reforzar las leyes sobre el aborto. La ira masiva expresada ahora y en los próximos meses será un importante barómetro para el resultado de las elecciones de mitad de período de noviembre.
Pero mientras estas elecciones van y vienen, lo que permanecerá son los temas de pan y mantequilla, de vida y muerte, que impulsan a las masas a las calles. Cada vez confiarán menos en las falsas promesas de los políticos capitalistas para satisfacer sus necesidades humanas, como la atención sanitaria, la vivienda, la educación, el fin de la represión estatal y el derecho a organizarse.
L.D. Barkley, uno de los líderes mártires del levantamiento de la prisión de Attica en 1971, declaró que la heroica rebelión de la prisión fue “el sonido antes de la furia”. Pues bien, lo que estamos viendo hoy en las calles, más de 50 años después, es otro recordatorio de que la furia de las masas, a pesar de los flujos y reflujos, siempre hará estragos hasta que el pueblo obtenga justicia.