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Incluso los que poseen cobertura sanitaria sienten la presión de los costos de la salud

La crisis económica hace aumentar el número de personas sin seguro médico

Fuentes: The New York Times

La desaceleración económica ha hecho que aumente el número de personas que carecen de seguro médico. Sin embargo, actualmente esta situación amenaza con afectar a millones de personas que tienen seguro y que hayan que su cobertura es demasiado limitada o que no pueden pagar la cuota de los gastos de salud que les corresponde. […]

La desaceleración económica ha hecho que aumente el número de personas que carecen de seguro médico. Sin embargo, actualmente esta situación amenaza con afectar a millones de personas que tienen seguro y que hayan que su cobertura es demasiado limitada o que no pueden pagar la cuota de los gastos de salud que les corresponde.

La carga cada vez mayor de la atención médica

Muchos de los 158 millones de personas que gozan de la cobertura de salud que proporciona el seguro médico de las entidades empleadoras luchan por cubrir los gastos de salud que son ahora mucho más elevados que lo que solían ser – a menudo como resultado de cierta combinación entre primas incrementadas, una cobertura menos amplia, y un aumento de los copagos y los deducibles abonados con el dinero de los beneficiarios.

 Con el aumento de los costos de la medicina, puede que la cobertura que muchas personas poseen no los proteja adecuadamente de la conmoción financiera que significa acudir a una consulta de urgencias o someterse a una cirugía mayor. Para algunos, hasta las visitas rutinarias al médico pudieran ahora pasar a un segundo plano con respecto a algunos gastos esenciales, como los alimentos y la gasolina.

«Es una merma constante a los ingresos de la gente», dijo James Corbin, ex funcionario sindical que trabaja para una empresa local de servicios en Tucson.

El Sr. Corbin añadió que según el plan de salud de su empleador, él y sus colegas ahora se ven obligados a pagar hasta 4 000 dólares al año por los servicios médicos de sus respectivas familias, además de los 1 600 dólares al año en primas. Hace cinco años, ellos no pagaban primas, y sólo debían abonar aproximadamente 2 000 dólares por los servicios de salud a sus familiares.

«Ha sido un incremento significativo», añade el Sr. Corbin. «Usted simplemente pierde el salario de un mes».

Muchos médicos han dicho que ya el debilitamiento económico está haciendo que muchas personas con seguro médico vacilen antes de recibir la atención médica que necesitan, y se nieguen a desembolsar el copago de 50 dólares por una visita al médico. Los padres «demoran más en traer a sus hijos», dijo el Dr. Richard Lander, pediatra de Livingstone, Nueva Jersey. «Ellos le dicen, ‘La niña no está tan enferma’; su temperatura es de sólo 38 grados'».

El problema del pago por la atención médica se torna más agudo aún para las personas que no tienen seguro, un sector poblacional que se espera que muy pronto exceda los 48 millones de personas, pero los que tienen seguro dicen que ellos también están sufriendo las consecuencias.

Desde la recesión del año 2001 el costo promedio que para un empleado tiene una cobertura de salud anual para toda la familia casi se ha duplicado -de 1800 a 3 300 dólares- mientras que los ingresos ni por asomo crecen al mismo ritmo. Añádanse a esto otros gastos médicos que han de ser pagados con el dinero propio de los beneficiarios, y la porción del ingreso promedio de una familia estadounidense que se dedica a la atención médica ha aumentado aproximadamente un 12 por ciento, según la firma de contaduría y consultoría Deloitte. Actualmente este por ciento es casi la quinta parte de los gastos de una familia promedio.

En una encuesta reciente realizada por el centro de investigación de salud Deloitte, sólo el 7 por ciento de las personas han dicho estar preparadas desde el punto de vista financiero para enfrentar sus necesidades futuras en términos de atención médica.

Shirley Giarde, de Walla Walla, Washington, no estaba preparada cuando su esposo, Raymond, de pronto presentó una insuficiencia cardiaca congestiva el año pasado y necesitó un marcapasos y la aplicación de un desfibrilador. Como el empleo de su esposo no le proporcionaba ningún beneficio de salud, ella pagó ambos servicios mediante una póliza para el empleado por cuenta propia que ella pudo obtener como propietaria de una tienda de artículos de novia y trajes de etiqueta llamada Purple Parasol.

Pero cuando Raymond presentó sus problemas de salud, la Sra. Giarde descubrió que su seguro cubría solo la cantidad de 22 000 dólares y los dejaba a ellos con una factura impaga en el hospital por un monto de 100 000 dólares.

A pesar de que el hospital accedió a reducir esa deuda a casi 50 000 dólares, la Sra. Giarde aún tiene que hacer grandes esfuerzos por pagarla -en parte porque la crisis en la economía ha hecho que disminuyan bruscamente las ventas en la Purple Parasol. Su esposo, que actualmente es un discapacitado y se ve imposibilitado de trabajar, no tendrá derecho a un año más de Medicare, y ella no puede pagar los 758 dólares mensuales que costaría inscribirlo a él en un plan de seguros estatal destinado a personas que no pueden pagar un seguro privado.

Hace poco ella refinanció su auto, un Toyota Highlander del año 2002, para poder pagar los medicamentos del corazón que su esposo necesita, y que cuestan unos 400 dólares mensuales.

Los expertos han dicho que, con demasiada frecuencia, para aquellos cuyo seguro es insuficiente, la cobertura pudiera parecer un seguro médico sólo de nombre -apropiado sólo en tanto los beneficiarios no enfrenten problemas de salud.

«Se ha producido un verdadero cambio en la carga de la atención médica para las personas que se enferman», dijo Paul B. Ginsburg, presidente del Centro para el Estudio de los Cambios en el Sistema de Salud, un grupo de investigación en Washington.

Las compañías y los políticos aún no han centrado su atención en las consecuencias que tienen los problemas económicos en la atención médica de los empleados, dijo Helen Darling, presidente del Grupo Empresarial Nacional para la Salud, una asociación radicada en Washington que agrupa aproximadamente a 200 grandes empleadores.

«Cuando una persona o una familia tienen que pagar de su propio bolsillo tres, cuatro, o cinco veces el monto del plan de salud que tenían en el momento en que se produjo la última recesión, eso se convierte en un gran problema», dijo ella. «Los estadounidenses han estado invirtiendo sus incrementos salariales en el sistema de atención médica».

Una carga cada vez mayor para el sistema de salud

Sage Holben, de 62 años de edad, técnico bibliotecario que padece de diabetes y se mantiene activo en su sindicato local en Saint Paul, ha dicho que en el año 2003 los miembros del sindicato acordaron una congelación del salario durante dos años para proteger su cobertura médica. Pero quizás al sindicato, que dará inicio a una ronda de conversaciones sobre el próximo contrato en el otoño de este año, le sea difícil continuar con ese tipo de arreglo, según dijo el Sr. Holben. «La situación ha llegado a un punto en que de todos modos estamos perdiendo», agregó.

«Con mi salario vivo al día, de un pago a otro», dijo el Sr. Holben, quien gana aproximadamente 40 000 dólares al año en la Universidad Estatal Metropolitana.

Cuando comenzó a trabajar en ese empleo en el año 1999 las prestaciones por concepto de atención médica no exigían ningún copago por las visitas al médico. Ahora el costo por cada consulta, que ella debe cubrir con dinero de su bolsillo, asciende a 25 dólares, y ella paga 38 dólares al mes por su medicina para la diabetes. Hace dos años que no va al oftalmólogo, a pesar de que los exámenes oftalmológicos son indispensables para las personas que padecen de diabetes, y ella sabe que necesita espejuelos nuevos. Tampoco se controla el nivel de azúcar en la sangre con la regularidad que debiera debido al costo de los materiales.

«No es un costo exorbitante», agregó; «simplemente es uno más». Y todo esto se agrega al costo creciente de los servicios, la gasolina, y los alimentos -y a los cientos de dólares en reparaciones que su chevrolet Cavalier necesita.

Muchos empleadores sí reconocen que sus trabajadores enfrentan dificultades financieras, incluso a pesar de que les solicitan que cubran una porción cada vez mayor de sus facturas médicas.

«Esto hace que el trabajo que tenemos que hacer se convierta en un reto aún mayor», le expresó Anne Silverman, vicepresidente a cargo de las prestaciones en América del Norte a la casa editorial Reed Elsevier. «Los empleados se sienten presionados por el monto del salario que les queda disponible».

Aún así, puede que un mayor número de compañías considere que no tienen otra alternativa más que exigirle a los empleados que cubran una porción aún mayor de sus gastos de salud, expresó Ted Nussbaum, consultor especializado en prestaciones que trabaja en la firma Watson Wyatt Worldwide ; y agregó que cuando una economía débil socaba la seguridad en el empleo, puede que los trabajadores simplemente se vean obligados a aceptar un menor número de prestaciones.

Si bien el Sr. Nussbaum y otros consultores dicen que es poco probable que haya una gran cantidad de empleadores que simplemente le retiren la cobertura a sus trabajadores, los problemas económicos pudieran incitar a muchos de ellos a impulsar los llamados planes en función del consumo. Estos planes tienden a compensar el bajo nivel de las primas con el alto nivel de los deducibles anuales.

Y si bien estos planes por lo general les permiten a los empleados depositar los ahorros antes de la deducción de los impuestos en cuentas especiales destinadas a la atención médica, siempre terminan por obligar al trabajador a asumir una porción mayor de los gastos generales de salud. Alrededor de 6 millones de personas están inscritas actualmente en estos planes de salud.

Entre los empleadores, los más presionados pudieran ser las empresas pequeñas. Sus primas de seguro tienden a ser proporcionalmente más altas que las que pagan los grandes empleadores, porque las compañías pequeñas tienen poco poder de negociación con las aseguradoras.

Los costos de salud están «sepultando a las pequeñas empresas», opinó Mike Roach, propietario de una pequeña tienda de confecciones en Portland, Oregón. Recientemente prestó declaración ante una audiencia del Senado, conducida por Ron Wyden, Demócrata por el estado de Oregón, sobre la cobertura de salud.

El año pasado, el Sr. Roach pagó alrededor de 27 000 dólares en primas de salud para sus ocho empelados. «Ha habido un gran cambio», expresó, y señaló que se vio obligado a aumentar los deducibles anuales de sus empleados en un 50 por ciento, o sea, a 750 dólares.

En todo el país, algunos trabajadores simplemente se han quedado sin sus planes de salud para empleados.

Después que Brian Falacienski, de Milton, Florida, fuera despedido el pasado año de su empleo como topógrafo de una compañía de construcción, él encontró otro empleo. Pero el costo de su nuevo plan de salud -800 dólares al mes para una cobertura con un deducible anual de 1 000 dólares- estaba fuera del alcance del Sr. Falacienski, de 38 años, quien es casado y tiene una hija de dos años de edad.

Su esposa, Marianne, comenzó a averiguar sobre las pólizas de seguro individuales y pudo encontrar algunas para su esposo y su hija que ofrecían una cobertura básica, si bien mínima, a un costo de 161 dólares al mes para el padre y la hija. Pero la Sra. Falacienski, de 32 años de edad, que padece de artritis y del trastorno digestivo severo provocado por la enfermedad de Crohn, no posee actualmente ningún seguro de salud. Ella dijo que, como resultado de sus padecimientos, había sido rechazada por cuatro importantes aseguradoras.

«Solicité incluso el Medicaid», dijo, «pero mi sueldo no era lo suficientemente bajo».

Traducido por Beatriz Muñoz, traductora del Equipo de Servicios de Traductores e Intérpretes (ESTI).