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El plan de cierre debe basarse en un vida útil de 25 años

La decisión del Gobierno de cerrar Garoña: golpe mortal a los intereses de la industria nuclear

Fuentes: Greenpeace

Greenpeace valora positivamente la decisión del Gobierno de no renovar el permiso de explotación de la central nuclear de Garoña, una central de funcionamiento muy peligroso debido a sus graves problemas de seguridad. Greenpeace considera que, aunque el cierre de esta central debería ser inmediato, dada su peligrosidad (tiene importantes problemas de agrietamiento múltiple por […]

Greenpeace valora positivamente la decisión del Gobierno de no renovar el permiso de explotación de la central nuclear de Garoña, una central de funcionamiento muy peligroso debido a sus graves problemas de seguridad. Greenpeace considera que, aunque el cierre de esta central debería ser inmediato, dada su peligrosidad (tiene importantes problemas de agrietamiento múltiple por corrosión en diversos componentes de la vasija del reactor), el anuncio del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de cerrar Garoña es un buen paso y supone un avance hacia un modelo energético más seguro y sostenible.

«La decisión del Gobierno de cerrar la central nuclear de Garoña es un golpe mortal para los intereses de la industria nuclear, empeñada en seguir poniendo en riesgo la salud pública y el medio ambiente con sus peligrosas centrales nucleares sólo por satisfacer sus ciegos intereses económicos», ha declarado Juan López de Uralde, Director Ejecutivo de Greenpeace.

«El enorme potencial de las energías renovables y el amplio margen existente para mejorar la eficiencia energética permiten el comienzo inmediato del programa de cierre progresivo pero urgente de las centrales nucleares prometido por el Gobierno socialista y el presidente Zapatero», añadió Uralde.

Greenpeace pide al Gobierno que consensúe el plan de cierre de las centrales nucleares con el movimiento ecologista. La vida útil técnica de estas instalaciones ronda los 25 años y Greenpeace no considera aceptable que se plantee fijar en 40 años la vida de las restantes centrales nucleares, cuyos problemas de seguridad son numerosos e importantes, como ha demostrado el reiterado mal funcionamiento en los últimos años de centrales como Vandellós-2, Cofrentes o Almaraz I y II.

Además del cierre de Garoña, que debería adelantarse, debería fijarse para el 2010 el cierre de los dos grupos de la central nuclear de Almaraz (en Cáceres), demanda además del propio Gobierno extremeño.

Con respecto al cementerio nuclear centralizado (ATC) que promueve la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), Greenpeace reitera al Gobierno que para lograr un verdadero consenso social sobre el problema de los residuos radiactivos, debe aprobarse y ponerse en marcha previamente un plan de cierre progresivo pero urgente de todas las centrales.

«El movimiento ecologista fomentará la creación de un clima de diálogo sobre los residuos radiactivos y mantendrá una postura constructiva, siempre y cuando antes se haya puesto en marcha un satisfactorio plan de abandono de la energía nuclear en España», declaró Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace.

«El Gobierno debe entender que, para avanzar en la solución del problema de los residuos radiactivos de alta actividad, antes hay que poner freno a la producción de esos residuos, que generan las centrales nucleares», añadió Bravo.