Recomiendo:
0

La economía penitenciaria contribuye a impulsar la Ley de inmigración de Arizona

Fuentes: npr

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

El año pasado se presentaron dos hombres en Benson, Arizona, una pequeña ciudad del desierto situada a unos cien kilómetros de la frontera mexicana, proponiendo algo.

Glen Nichols, el responsable administrativo de la gestión local de Benson, recuerda el envite.

«El caballero que es el principal impulsor de este asunto lleva en el dedo un anillo de turquesa gigantesco -decía Nicols-. Es un tipo grandísimo y lo tomé por un vendedor de coches.»

Lo que vendía era una cárcel para mujeres y niños inmigrantes ilegales.

«Hablan [de] lo positivo que iba a ser para la comunidad -prosigue Nichols-, de la cantidad de dinero que recibiríamos a diario por cada interno.»

Pero no convencieron a Nichols. Él les preguntó cómo iban a conseguir mantener una prisión llena durante años, o incluso décadas, con inmigrantes ilegales.

«Hablaban como si no tuvieran la menor duda de que la llenarían -decía Nichols-.»

Eso es porque este tipo de empresas penitenciarias tenían un plan: un nuevo modelo de negocio basado en encarcelar a inmigrantes ilegales. Y el plan se convirtió en la ley de inmigración de Arizona.

El esfuerzo entre bambalinas por redactar y aprobar la ley

La ley está recurrida en los tribunales. Pero si se ratifica, obligará a la policía a encarcelar a todo aquel que no pueda dar prueba de haber entrado legalmente en el país.

Cuando se aprobó en el mes de abril, desató tempestades de fuego. Los manifestantes entonaban la consigna del sesgo racial. Las empresas amenazaron con boicotear al estado de Arizona.

Los partidarios eran igualmente apasionados y reclamaban que se diera un valiente paso adelante para poner freno a la inmigración ilegal.

Pero mientras el debate se recrudecía, pocas personas tenían conciencia de cómo se gestó la ley.

NPR ha pasado los últimos meses estudiando centenares de páginas de informes sobre la financiación de la campaña, documentos de grupos de presión y archivos empresariales. Lo que muestran es un esfuerzo paulatino y entre bambalinas para contribuir a redactar y aprobar la Ley 1070 del Senado de Arizona (Arizona Senate Bill 1070), labor llevada a cabo por el sector que pasa por beneficiarse más de ella: la industria penitenciaria privada.

La ley podía enviar a la cárcel a centenares de miles de inmigrantes ilegales como nunca lo había hecho antes. Y la cosa podía suponer beneficios de cientos de millones de dólares para las empresas penitenciarias privadas responsables de alojarlos y atenderlos.

Russell Pearce, senador por el estado de Arizona, dice que fue idea suya. Dice que la cosa no tiene nada que ver con las cárceles. Que tiene que ver con lo que es mejor para el país.

«Ya está bien -dijo Pearce en su despacho, sentado bajo una pancarta que decía «Que reine la libertad»-. La gente tiene que pensar en el coste de no velar por en cumplimiento de nuestras leyes y por la seguridad de nuestra frontera. Es un Caballo de Troya que destruye nuestro país, y una república no puede sobrevivir siendo una nación sin ley.»

Pero, en lugar de llevar la idea al hemiciclo del estado de Arizona, Pearce la contó primero en una sala de reuniones de un hotel.

Fue el pasado mes de diciembre en el Grand Hyatt de Washington D.C. En su interior se celebró una reunión de un grupo secreto denominado Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo (American Legislative Exchange Council). Sus miembros lo llaman ALEC.

Es una organización de legisladores y empresas y asociaciones poderosas, como la tabaquera Reynolds American Inc., ExxonMobil o la Asociación Nacional del Rifle. Otra de sus integrantes es la multimillonaria Corrections Corporation of America: la empresa penitenciaria privada más grande del país.

Fue allí donde tomó forma la idea de Pearce.

«Hice una presentación -decía Pearce-. Expuse los datos. Expuse las consecuencias y ellos dijeron «¡Sí!».»

Redactar la ley

Según dos fuentes que participaron en la reunión, entre las aproximadamente 50 personas de la sala había altos cargos de Corrections Corporation of America.

Pearce y Corrections Corporation of America llevan años asistiendo a estas reuniones. Ambos ocupan un sillón en alguno de los consejos directivos de ALEC.

Y esta ley era importante para la empresa. Según informes de Corrections Corporation of America a los que ha tenido acceso NPR, los directivos creen que la detención de inmigrantes es su siguiente gran mercado. El año pasado dejaron escrito que esperaban obtener «una parte significativa de ingresos» de Immigration and Customs Enforcement, la agencia que detiene a los inmigrantes ilegales.

En la sala de reuniones, el grupo decidió que convertirían la idea de la inmigración en una ley modélica. Debatieron y analizaron el tono. Luego, votaron.

«No hubo ningún voto en contra -decía Pearce-. Nunca escuché a nadie poner una objeción a esta ley modélica.»

Cuatro meses después, esa ley modélica se convirtió, casi palabra por palabra, en la ley de inmigración de Arizona.

Incluso la bautizaron. Le pusieron el nombre de «Support Our Law Enforcement and Safe Neighborhoods Act» (Apoye el Cumplimiento de la Ley y la Seguridad de los Distritos).

«ALEC es el grupo conservador, defensor del libre mercado y de las limitaciones a la intervención del Estado», decía Michael Hough, coordinador de la reunión.

Hough trabaja para ALEC, pero también aspira a ser representante del estado de Maryland y, si lo eligieran, tiene planes para apoyar una ley similar a la de Arizona.

A la pregunta de si las empresas privadas suelen redactar leyes ejemplares para los legisladores, Hough respondió «claro, así es como está establecido. Es cooperación entre los sectores público y privado. Creemos en ambos sectores, los negocios y los legisladores deben sentarse a la misma mesa, juntos».

No tiene nada de ilegal. El plan de Pearce para la inmigración se convirtió en una futura ley y Pearce se la llevó a Arizona.

Donativos para la campaña

Pearce dijo que no le preocupa que pueda parecer que las empresas penitenciarias privadas tienen alguna oportunidad de presionar en favor de una determinada legislación en las reuniones de ALEC.

«Yo no voy allí a reunirme con ellos -decía-. Voy allí para reunirme con otros legisladores.»

Tal vez Pearce vaya allí para reunirse con otros legisladores, pero 200 compañías privadas pagan decenas de miles de dólares para reunirse con legisladores como él.

En cuanto la ley de Pearce aterrizó en la cámara de representantes de Arizona en el mes de enero, hubo señales de la influencia de ALEC. Se sumaron al carro treinta y seis co-patrocinadores, un número del que jamás se había oído hablar antes en la cámara. Según documentos obtenidos por NPR, dos tercios de esos patrocinadores asistieron a aquella reunión del mes de diciembre o son miembros de ALEC.

Esa misma semana, Corrections Corporation of America contrató a una persona nueva y con pujanza para que presionara en la cámara de representantes.

La empresa penitenciaria ha declinado ser entrevistada. En un comunicado, un portavoz dijo que Corrections Corporation of America «sin duda alguna, no ha presionado nunca, ni ha tenido ningún grupo de asesores externos para realizar labores de presión sobre la ley de inmigración».

En la cámara de representantes del estado empezaron a aparecer donativos para la campaña.

Treinta de los treinta y seis patrocinadores recibieron donativos durante los seis meses siguientes, ya fuera de los grupos de presión penitenciaria o directamente de las empresas penitenciarias: Corrections Corporation of America, Management and Training Corporation y The Geo Group.

En el mes de abril, la ley estaba sobre la mesa del gobernador Jan Brewer.

Brewer tiene sus propios contactos en las empresas penitenciarias privadas. Los documentos oficiales sobre el trabajo de los grupos de presión en la cámara muestran que dos de sus asesores más importantes (el portavoz, Paul Senseman, y el director de campaña, Chuck Coughlin) son antiguos miembros de grupos de presión para empresas penitenciarias privadas. Brewer firmó la ley… con el nombre que a Pearce, a Corrections Corporation of America y a los demás asistentes a la sala de reuniones del hotel Hyatt se les ocurrió. Y la firmó… en cuatro días.

Brewer y su portavoz no han respondido a las solicitudes de ser entrevistados.

En el mes de mayo, The Geo Group celebró una conferencia con inversores. Cuando les preguntaron por la ley, los directivos restaron importancia al asunto preguntando: «¿Es que tenían alguna ley de inmigración?»

Cuando los cargos de la empresa se echaron a reír, el presidente, Wayne Calabrese, intervino.

«Este es Wayne -dijo-. Solo creo que, como consecuencia de lo que está pasando, las oportunidades en el ámbito federal van a seguir creciendo a ritmo acelerado. Va a haber que detener a la gente a la que pillan cruzando la frontera y, para mí, creo yo, va a haber muchas más oportunidades para lo que nosotros hacemos.»

Unas oportunidades que las empresas penitenciarias han contribuido a crear.

Fuente: http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=130833741&sc=tw&cc=share