A pocos días del comienzo del IX Encuentro de Solidaridad con Cuba, a celebrar en Las Palmas de Gran Canaria del 13 al 16 de abril, uno se topa en su día a día con historias personales que, a poco de profundizar en ellas, muestran el ejemplo de solidaridad internacionalista que nos da a todos […]
A pocos días del comienzo del IX Encuentro de Solidaridad con Cuba, a celebrar en Las Palmas de Gran Canaria del 13 al 16 de abril, uno se topa en su día a día con historias personales que, a poco de profundizar en ellas, muestran el ejemplo de solidaridad internacionalista que nos da a todos el pueblo cubano.
Hosseine llega 10 minutos tarde; ayer tuvo guardia. Trabaja en una sala de comunicaciones de emergencias, en Canarias. Tiene 33 años y nunca olvidará los 4 que pasó en Cuba, en la Isla de la Juventud. «Si pudiera lo repetiría». Llegó a la isla en 1987, con un grupo de adolescentes saharauis con ganas de aprender y formarse en tierras cubanas. 14 años tenía él por aquel entonces. «Fue una experiencia gratificante. La recuerdo con alegría y con verdadera nostalgia. Me marcó gratamente la simpatía, el carácter alegre y sobradamente sociable de su gente, pero sobre todo su rectitud en lo que a convivencia se refiere».
Gracias a los acuerdos que, desde hace décadas, Cuba y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) mantienen en materia de Salud, Educación y Cooperación Técnica, unos 2000 jóvenes saharauis se han formado y titulado en la Isla.
«Allí coincidíamos con estudiantes de muchos países, recuerdo sobre todo a estudiantes subsaharianos, de Ghana, de Guinea, de Angola y del Congo. Recuerdo también alumnos de Etiopía y hasta Coreanos».
Efectivamente, en 47 años, Cuba ha formado a más de 45 mil profesionales en sus centros universitarios, de los cuales 32 mil pertenecen a países del África negra y cientos de las clases más desfavorecidas de los Estados Unidos. De hecho, en la actualidad varios cientos de norteamericanos sin recursos estudian en Cuba y son 19 mil los jóvenes del Tercer Mundo que están becados en sus universidades. Así, la Escuela Latinoamericana de CC. Médicas, creada tras el desastre humanitario del huracán Mitch, licenció el año pasado a la primera promoción de 1612 médicos de 27 países del continente.
Hosseine recuerda el trato «muy cordial de la gente». En Cuba estudió la secundaria. «Teníamos casi todo cubierto: alojamiento, manutención y unas perrillas para los gastos personales. Era como una gran familia. Bajo el mismo techo vivíamos los alumnos, junto con los profesores y profesoras cubanos que nos impartían la formación. Teníamos turnos de estudio que combinábamos con las labores del campo, donde también aprendíamos a cortar hierbas, a recoger frutas, a sembrar y sobre todo se aprende a respetar y a cuidar la naturaleza, en definitiva un equilibrio que precisábamos. Cuando llegaban los períodos vacacionales, íbamos de la Isla de la Juventud a «Cuba la grande», como llamaban a la Isla de Cuba, y pasábamos los períodos vacacionales en las zonas más turísticas, en campamentos y en parajes naturales del país».
Hosseine, también recuerda como un día viajando en guagua, una señora lo confundió con su hijo, un soldado cubano que había muerto en Angola. Su parecido físico era tal, que la madre del soldado se empeñó en que visitara su casa. «No pude irme hasta que no le prometí a la señora que volvería a verla de vez en cuando y efectivamente iba a verla
al menos una vez al mes».
En África, Cuba es un nombre propio. El apoyo que dio la Revolución Cubana a la independencia de Angola, significó uno de los episodios más importantes de la reciente historia de este país, y un punto y aparte en su ayuda internacionalista a los países más necesitados del continente. El 7 de noviembre de 1975, tuvo lugar la partida del transporte por vía aérea que llevaría tropas cubanas especiales a Luanda, la capital de Angola, seguidas de dos barcos de pasajeros que llevaban tropas regulares al campo de batalla. Cuando Cuba tomó la iniciativa, Moscú siguió prestándole su apoyo. La Misión de Cuba en Angola ascendió durante 15 años a 450 mil colaboradores, entre ellos decenas de miles de soldados y unos 70 mil civiles, incluidos médicos, constructores y maestros. Muchos de ellos perdieron su vida en la lucha por la independencia del país africano.
La experiencia de Hosseine terminó en el año 1990. Tras 4 años en la isla, volvió a su tierra.
El pasado 27 de febrero se cumplió el 30 aniversario de la proclamación de la RASD. Hosseine asegura que el pueblo saharaui conoce bien la solidaridad que Cuba lleva brindándoles durante tantos años. Una solidaridad que se manifiesta no solo a través de la educación: la revolución también está presente en el día a día de los campamentos de Tinduf gracias a las Brigadas Médicas que dan apoyo sanitario a los y las saharauis.
Como parte de estas Brigadas Médicas Cubanas, 36 mil médicos trabajan en 109 países del mundo, desde Venezuela hasta Pakistán. Tras el desastre humanitario de Haití, la comunidad internacional no logró enviar al país los 50 médicos que destinó a ello. Cuba tiene en esa isla a 450 profesionales de la medicina trabajando en la mejora de las condiciones de vida de la población. En total, los internacionalistas cubanos atienden en el mundo a 59 millones de personas, como parte del Programa Integral de Salud y este es un empeño que se renueva y trasciende.
«Para nosotros Argelia lo es casi todo, pero Cuba también es un referente incuestionable para todos los saharauis», dice Hosseine. De hecho, el compromiso entre Cuba y la RASD va más allá. El Gobierno cubano levanta una y otra vez su voz en los foros nacionales e internacionales para defender la lucha justa del pueblo saharaui (lo hizo en la Cuarta Comisión de Descolonización, en la Asamblea General de la ONU de octubre y en la Asamblea Nacional del Poder Popular de diciembre de 2005), que es la misma que la de otros pueblos subyugados y oprimidos en el mundo por las leyes del imperio.
Hosseine no quiere despedirse sin hablar sobre el futuro de ambos pueblos. «Ha sido muy importante el apoyo de Cuba, y lo sigue siendo. Los saharauis somos al menos coherentes y leales a nuestros principios, y por tanto auguro que nuestros lazos serán aún más importantes si cabe. En el Sahara, el panorama es complicado, se ven dos pretensiones irreconciliables: por un lado un sultán que niega dar cabida a que los pueblos decidan su futuro, como no puede ser de otra manera, y por otro un pueblo que nunca se ha sometido y quiere hablar y decidir su futuro».
Hosseine nos describe así una situación intolerable que ya dura demasiado tiempo. Marruecos infringe la legalidad internacional bloqueando una y otra vez la celebración del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, corroborado por la ONU e incluso firmado por el propio Estado marroquí en el plan de Paz de 1990. Además de esta situación, el Pueblo Saharaui se enfrenta incluso a las torturas físicas, al hostigamiento y a la persecución constante del reino alauí.
Por todo esto, Hosseine ve cada vez más cercana la vuelta a la vía armada. En este sentido cree que la ONU, EEUU y la comunidad internacional podrían desempeñar un papel más importante y relevante que el que han desempeñado hasta ahora.
Hosseine apura el café y se despide. Mañana comienza temprano a trabajar. Él es un testimonio más del ejemplo que Cuba nos da cada día en la Cooperación y la Solidaridad Internacionalista.