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La España de derechas

Fuentes: Rebelión

Salvo los dos brevísimos periodos republicanos España siem­pre ha estado en manos de los mismos. Y los mismos han sido y son los que enarbolan la bandera de la religión y su doctrina podridos de dinero. Esta es la España de derechas. No importa que las cabe­zas visibles de esa España no sean significativa­mente religio­sos […]

Salvo los dos brevísimos periodos republicanos España siem­pre ha estado en manos de los mismos. Y los mismos han sido y son los que enarbolan la bandera de la religión y su doctrina podridos de dinero. Esta es la España de derechas. No importa que las cabe­zas visibles de esa España no sean significativa­mente religio­sos ni especialmente ricos. Incluso hoy día no con­viene que sean ni una cosa ni otra para que funcione mejor «la causa». Basta su habilidad para mejor servirla… 

En España apenas hay pensamiento y talante conservadores co­mo el de las viejas democracias europeas. En España los conser­vadores que predominan son «derecha», y a su vez la dere­cha es caciquismo, la versión arcaica del fascismo. Nada de legítimo, hasta cierto punto, conservadurismo tanto de lo que uno posee como de las buenas costumbres…

Tras los incidentes del otro día en Madrid en los que unos puña­dos de energúmenos se manifestaron (es un decir) en nom­bre de «la causa» de esa derecha, está visto que en este país sólo puede haber paz cuando la izquierda se resigna a su suerte y se limita a protestar civilizadamente si es la derecha caverna­ria al completo quien gobierna. La derecha cavernaria contro­laba últimamente el poder político, el judicial, la mayor parte de los ayuntamientos y de las autonomías. Ahora parece que las condiciones electorales no le favorecen, pero no se resigna a compartirlo o a perderlo.

Es lo que tiene haber predominado y dominado más de veinte años en el espectro político y en los hechos. A los que han osten­tado el poder y lo han manejado como detentadores, se les hace demasiado cuesta arriba tener que abandonarlo. Todavía queda mucho recorrido en las tres principales ciudades del país hasta que pueda haber un alcalde o alcaldesa que no sean de derechas… Y digo esto porque nuevas maniobras planean en las investiduras. Pero es que mientras se maquina, esos pelotones de facinerosos de «la causa» que nunca faltan en este país mues­tran la verdadera cara de los que se resisten a dejar el po­der…

En España todo es posible, todo puede ocurrir. No importa lo que Europa piense y diga, ni sus directivas. La derecha no ha propi­ciado el cierre de las profundas heridas de la guerra civil abor­tando la ley de la Memoria Histórica. Y eso es muy grave. Y los opulentos, reforzados por dirigentes que fueron de iz­quierda y ahora han devenido en conservadores al disfrutar de las preben­das asociadas a «puertas giratorias» y similares, se­guirán frenando la progresión hacia la igualdad social, amena­zando con llevarse el dinero a otro sitio y, si es preciso, lle­vando ruido de sables al ejér­cito.

Una manera de contribuir a la inestabilidad o al caos es minimi­zarlos porque son cosa sólo de pequeños grupos. Pri­mero porque esos grupos amplifican abruptamente las arengas de los líderes políticos. Y segundo, porque al fin y al cabo la historia de las convul­siones sociales, de las sublevaciones, de las revoluciones y en general la historia la hacen siempre unos cuantos, la escriben unos pocos y el resto la padecen…

 

Jaime Richart es Antropólogo y jurista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.