De entre los acontecimientos del año que empieza, los que despiertan mayores expectativas son los procesos para las elecciones presidenciales en México y Estados Unidos. Por una cuestión circunstancial de los calendarios electorales, ambas elecciones coinciden este año y, de no haber cambios inesperados, coincidirán dentro de 12 años nuevamente. Eso mismo sucedió cuando en […]
De entre los acontecimientos del año que empieza, los que despiertan mayores expectativas son los procesos para las elecciones presidenciales en México y Estados Unidos. Por una cuestión circunstancial de los calendarios electorales, ambas elecciones coinciden este año y, de no haber cambios inesperados, coincidirán dentro de 12 años nuevamente. Eso mismo sucedió cuando en Estados Unidos fue electo George W. Bush y en México Vicente Fox. Las secuelas de los siguientes 12 años son ahora historia, pero sus efectos, o tal vez sea mejor decir sus calamidades, prevalecerán aún algunos años más.
En el caso del país del norte, la saga de los errores de los ocho años del gobierno republicano de Bush no ha podido ser superada en los tres años de gobierno del demócrata Barack Obama: desigualdad creciente, deterioro del ambiente y el desprestigio sin precedente de Estados Unidos, no sólo entre los países árabes sino en todo el mundo, producto de la guerra en Irak. Y, por supuesto, la terrible crisis económica, no sólo atribuible a los errores de Bush, quien no hizo nada por evitarla sino que coadyuvó en su profundización.
Correspondió al gobierno de Obama intentar salvar al país y al sistema del colapso total. Su único pecado fue tratar de imponer los correctivos necesarios para ello. Consciente o inconscientemente, sus adversarios torpedearon casi todas sus iniciativas, en primer lugar su propuesta de reforma al sistema de salud. Esa estrategia se profundizó cuando los republicanos ganaron la mayoría en la Cámara Baja. A partir de ese momento pusieron a Obama a la defensiva, quien ha tenido que gobernar a contracorriente de los embates del sector más conservador en ese recinto.
En el año que terminó la división entre el gobierno liberal, que no de izquierda, de Obama, y los conservadores se ha profundizado como pocas veces antes. Ejemplo de ello fue la discusión sobre la ampliación del endeudamiento y más recientemente sobre la ampliación del seguro de desempleo. Obama tuvo que ceder una y otra vez para evitar un cisma mayor en la conducción del país. Sus partidarios, cuyas expectativas eran grandes, le reclamaron por haber fallado en sus promesas. Ciertamente ha cometido errores, sin embargo, tan sólo la reforma al sistema de salud y, aunque tibia, la reforma al sistema fiananciero, son logros mayores en un clima político tan adverso. Como concluyó Bill Keller, el editor del diario The New York Times, Obama pudo hacerlo mejor, pero pudiera haber sido peor
. Obama ha iniciado la ofensiva dejando atrás la pusilanimidad de que se le acusa, poniendo en evidencia las intenciones de los republicanos de destruir el sistema de protección social construido el siglo pasado. De su firmeza en denunicarlo dependerá su relección.
En México, afotunadamente la relección no existe, pero nada hay que pueda evitar la restauración de los vicios y el despotismo de antaño. Con todo y los riesgos que ello tiene, no queda sino apostar por la alternancia en nuestro país y la relección en el otro lado.
Un mejor año para todos ustedes.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/01/02/opinion/010a1pol