El secuestro y posterior asesinato de veintiuno (21) ciudadanos trabajadores egipcios coptos (cristianos coptos) en Libia a manos de los terroristas del ISIS-Daesh, cuyas imágenes fueron rápidamente difundidas por el grupo en la Internet el pasado 15 de febrero, denota el agravamiento de la compleja situación política y militar que se registra en el Norte […]
El secuestro y posterior asesinato de veintiuno (21) ciudadanos trabajadores egipcios coptos (cristianos coptos) en Libia a manos de los terroristas del ISIS-Daesh, cuyas imágenes fueron rápidamente difundidas por el grupo en la Internet el pasado 15 de febrero, denota el agravamiento de la compleja situación política y militar que se registra en el Norte de África: Egipto, Libia y en toda la región. A estas, las fuerzas armadas egipcias no tardaron en responder bombardeado varias posiciones terroristas en Libia causando la muerte de cerca de cien (100) mercenarios de esa organización y destruyendo importantes depósitos de armas de los mismos, señalaron varias fuentes.
El Gobierno egipcio cree que la Hermandad Musulmana (cofradía derrocada en Egipto en 2013) y el grupo yihadista Wilayat Sinaí han pactado con el ISIS-Daesh, y juntos se proponen a ejecutar acciones terroristas mayores contra objetivos civiles y militares dentro de territorio egipcio, y en otros países de la región, utilizando a Libia como base de apoyo y preparación logística, lugar donde la anarquía es Ley, y donde reciben armas y entrenamiento por parte de algunos servicios de inteligencia europeos, Turquía y algunas petromonarquías del Golfo.
Los más recientes acontecimientos registrados en Libia, con la aparición del ISIS-Daesh y la captura de varias localidades y centros urbanos importantes como Sirtre por ese grupo, permiten distinguir la extensión de la estrategia de EE.UU. de cotizar la región y provocar en Libia, Argelia y Egipto -éste último país que ha firmado acuerdos militares importantes con Rusia-, escenarios similares a los que se suscitan en Siria e Irak. El objetivo de los estrategas de la OTAN es justificar su presencia en el norte de África bajo el supuesto de la «lucha contra el terrorismo» y la «defensa a los derechos humanos».
En la actualidad, dos gobiernos internacionalmente reconocidos se enfrentan por el control de Libia, pero también cientos de milicias y tribus por diferentes parcelas en el país árabe. Por un lado, el gobierno con base en Tobruk, este de Libia, cuenta con el reconocimiento de la UE, es defendido por el General Halifa Heftar quién lidera los ataques contra las diferentes milicias yihadistas, entre ellos el Estado Islámico. El otro gobierno se encuentra ubicado en la capital, Trípoli, cuenta con respaldo principalmente de Estados Unidos. Éste opera junto a la milicia islamista de Misrata, y su perfil ideológico no choca con el Estado Islámico. Por esta razón, el Gobierno egipcio se ha aliado al gobierno de Tobruk, y juntos coordinan las acciones contra las bases de los terroristas en Libia.
Cabe recordar que el ISIS o Daesh surgió como una escisión de Al-Qaeda en Irak en 2004 bajo diferentes nombres, pero fue hasta 2013 cuando alcanza a ser una fuerza militar importante con un significativo número de mercenarios (más de 10 mil miembros) que le permite expandirse por todo el norte de Irak hasta llegar a controlar el noreste de Siria. Ese mismo año pasa a denominarse Estado Islámico de Irak y el Levante. Su objetivo principal no era luchar contra los invasores estadounidenses que en 2003 se habían apoderado de Irak y de sus campos petroleros, sino de avivar el odio entre las diferentes comunidades religiosas sunitas, chiitas y cristianos que componen esos países por medio del terrorismo, y de esta forma evitar cualquier posibilidad de unidad en las fuerzas políticas y religiosas que comenzaban a reorganizarse para combatir al invasor.
Innumerables documentos de la inteligencia de Rusia y Siria prueban que Estados Unidos organizó, entrenó y armó, con ayuda de Turquía y de algunas petromonarquias del Golfo árabe, al Frente al Nusra (Al-Qaeda) y al ISIS-Daesh para destruir la resistencia iraquí y al gobierno sirio, redefinir las fronteras territoriales de esos países de acuerdo al plan asomado por la administración de George W. Bush (2001-2009) conocido como «Nuevo Gran Medio Oriente» [1] y de esta forma facilitar el control estadounidense sobre los campos petroleros de Irak.
Hoy nadie duda que la desintegración del Estado libio provocada por la agresión de la OTAN en 2011 haya permitido la rápida proliferación del ISIS-Daesh en Libia, lo que constituye la mayor amenaza para la seguridad de toda la región, inclusive para sus propios creadores en Europa que no pueden controlar a sus propios demonios terroristas.
Fuentes
[1] Nuevo mapa del Medio Oriente: http://www.pressenza.com/es/2014/10/nuevo-mapa-imperial-de-medio-oriente/