Indiferencia y corrupción administrativa. Amargura de las poblaciones ribereñas. Acción mancomunada de los habitantes de las zonas ribereñas. Ante la inutilidad de insistir ante los tribunales camerunenses sobre los abusos de las todopoderosas madereras, los habitantes de siete pueblos de la región de Miatta, de Ya y de Lobo, en la provincia del Sur, han […]
Indiferencia y corrupción administrativa. Amargura de las poblaciones ribereñas. Acción mancomunada de los habitantes de las zonas ribereñas. Ante la inutilidad de insistir ante los tribunales camerunenses sobre los abusos de las todopoderosas madereras, los habitantes de siete pueblos de la región de Miatta, de Ya y de Lobo, en la provincia del Sur, han presentado su pleito a la justicia francesa. Se quejan contra la Sociedad Forestal e Industrial de Dumé (SFID), fuertemente implantada en el Camerún, gracias a las influencias de J. C. Mitterand, -hijo del fallecido ex presidente francés.- que fue entonces consejero del Elíseo para Asuntos Africanos. Esta SFID es una sucursal del grupo francés Rougier. Para sostener la queja de los campesinos y «apadrinar» el proceso se encuentra una ONG francesa «Los Amigos de la Tierra». Las acusaciones son: Destrucción masiva de bienes (cultivos, árboles frutales, caminos y senderos, etc…); utilización de documentos falsos ( escrituras de propiedad, licencias de corte de madera, concesiones, etc…) y corrupción de funcionarios de la administración estatal.
Todo empezó en 1999, cuando las máquinas y excavadoras de la SFID invadieron la selva y las plantaciones de los campesinos del Sur sin licencia de explotación válida. Ante la rabiosa protesta de los aldeanos, cortaban las especies que les interesaban, estuvieran donde estuvieran. Sus campos fueron transformados en pistas para pasar las máquinas, tractores y camiones. Perdieron sus sementeras y no fueron indemnizados. En septiembre de 1999, un oficial del Ministerio de Agricultura levantó acta de los destrozos y daños producidos en presencia de los campesinos perjudicados y de un delegado de la SFID. Pero esta sociedad hizo caso omiso de las solicitudes de indemnización por los daños causados. Ante esta reacción de la SFID, los campesinos se quejaron oficialmente ante el subprefecto de Yum (Camerún Sur). Cansados de esperar, vivieron la experiencia amarga de la debilidad de la administración corrupta por los beneficios directos e indirectos, que reciben de la SFID.
Belmondo Chumba, coordinador de los programas del Centro para la protección del Medio Ambiente y el Desarrollo Campesino, – ONG camerunense – asiste a los campesinos víctimas de estos abusos frente a la Justicia Francesa. Su primer empeño es convencerla de que tiene jurisdicción sobre el caso, ya que se trata de una sociedad francesa, que abusa de su poder tentacular contra ciudadanos indefensos del Camerún.
PRÁCTICAS ILEGALES
Según los especialistas, el 50% de los cortes de madera se realiza sin licencia administrativa. Esta situación mantiene vigilantes a varias ONG’s mundialmente conocidas, que no paran de descubrir y acusar a las multinacionales occidentales, que destruyen las florestas tropicales y ecuatoriales. Según una encuesta reciente de Greenpeace y de Forest Monitor, la compañía holandesa Wijma, empresa de corte y comercialización de maderas, se ha especializado en la explotación ilegal en el Camerún. Sólo en un año, Wijma ha sido cogida tres veces con las manos en la masa, realizando operaciones fraudulentas con madera. Ha utilizado un permiso de corte de árboles en un bosque de 2500 Ha. Para cortar madera fuera de la concesión en un área mucho mayor. Además esta encuesta ha permitido desenmascarar una red de explotación ilegal con pistas, áreas de almacenamiento, troncos abandonados marcados con el nº del permiso de Wijma, a muchos kilómetros del lugar donde esta sociedad opera legalmente. El valor de los troncos cortados en un área de unas 2000 Ha. que no le pertenecen puede llegar a los 250.000 euros.
Ante tantas denuncias, de vez en cuando el gobierno camerunés pone alguna multa. Así en enero 2002, Wijma fue condenada a pagar una multa de 2.800 €uros, por haber cortado árboles demasiado jóvenes y algunas especies protegidas sin licencia. Según un informe confidencial del Minef ( ministerio del Medio Ambiente y de las Florestas), se sugería imponer al señor Bertin, director local de Wijma, una multa de 2.500.000 Frs.Cfa. (= 3.800,00 euros.) Pero no se le impuso.
Este sistema de multas ridículas no es disuasivo. Pagan, si pagan y continúan actuando de la misma manera. El Ministerio debería retirar las licencias de corte y clausurar las serrerías, pero ante la amenaza del paro de los obreros, no toma esas medidas radicales y el chantaje continúa.
Otro caso revelador de las prácticas corruptas es el de la Compañía Forestal del Camerún, filial del grupo francés Thanry France. En 1996, por decreto presidencial y sin subasta, recibió una concesión de explotación forestal de 200.000 Ha. por 15 años. Pero esta compañía trabaja sobre concesiones a perpetuidad y no temporales, como establece la ley, además, según el contrato de concesión, la compañía debía establecer en los seis primeros meses un inventario de las especies presentes en la zona y elaborar un plan de gestión del bosque para explotación racional de las maderas. Todas estas cláusulas han quedado letra muerta, lo único que ha hecho hasta ahora la Thanry es cortar madera. Por otro lado, como si le faltara espacio, la enorme superficie de la concesión no es respetada y sus agentes cortan madera fuera de la misma. Pasando por varias filiales, ha conseguido aumentar sus concesiones con licencia de corte hasta 500.000 Ha.
CONTROL Y TRAMPAS
Entre corrupción y laxismo, los funcionarios del Ministerio del Medio Ambiente y de las Florestas se defienden como pueden. Afirman que los abusos se deben, en parte, a que la mayoría de los agentes de las madereras no son profesionales de la gestión de los bosques. Sólo buscan el beneficio de la venta de la madera. No tienen una visión del desarrollo duradero y de la administración forestal racional. Muchos sólo se dedican al corte de troncos, de forma que todo el proceso de transformación y comercialización de la madera les escapa. Para ellos la gestión de una concesión se reduce a su rentabilidad. No ven más allá. También es cierto que dicho ministerio carece de medios de control eficaces, pues el territorio nacional es enorme y los árboles abatidos durante el día son transportados de noche. Por eso la brigada central de control ha llamado a colaborar con ella a algunas ONG’s para que denuncien los casos que verifican los campesinos, cuando ven pasar las máquinas y tractores de las madereras.
Hay que reconocer que la industria de la madera es la segunda fuente de ingresos para el Camerún, después del petróleo. El presupuesto del Estado se apoya en esos 100.000 millones de Frs. Cfa. (= 15.000.000 de euros). Sin contar que en esta industria trabajan más de 25.000 obreros.
Desgraciadamente, los campesinos ribereños de estas explotaciones, que deberían recibir el 10 %, a título de compensación de los perjuicios ocasionados, casi nunca ven llegar ese maná, pues aquí interfieren toda suerte de «trapicheos» entre las compañías, la administración estatal y los municipios, para que esas indemnizaciones se «evaporen» antes llegar a sus manos.
Lo único que están consiguiendo es la creación de bosques comunitarios. Es un auténtico combate para estos aldeanos, mal informados y analfabetos en su mayoría. De aquí la importancia de las campañas de sensibilización de las ONG’s, aunque algunas veces les parezca, que como Juan Bautista, predican en el desierto.
Francisco Xavier Eya. Camerún Traducción de Antonio Molina Fuente: African News Bulletin (ANB-BIA) Bi-mensuel d’Information Africaine Nº. 447, Janvier 2003