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La familia cubana pudiera decidir la presidencia de EEUU

Fuentes: Progreso Semanal

El huracán Jeanne me removía pensamientos ocultos este fin de semana mientras yo jugaba con los hijos de mi hermana, capeando la tormenta en la seguridad de su casa. Me recordaba un día especial cuando yo era un niño de 8 ó 9 años, recientemente llegado a Miami desde Cuba. La tormenta se llamaba Cleo […]

El huracán Jeanne me removía pensamientos ocultos este fin de semana mientras yo jugaba con los hijos de mi hermana, capeando la tormenta en la seguridad de su casa. Me recordaba un día especial cuando yo era un niño de 8 ó 9 años, recientemente llegado a Miami desde Cuba.

La tormenta se llamaba Cleo o Donna. No estoy muy seguro ahora. Se dirigía hacia la isla de Cuba. Mi reacción fue la de un niño, ruin y la prevalente en aquel entonces, que reflejaba la primera etapa en el triste estado en el que ha caído la familia cubana.

«Ojalá que arrase la isla de una punta a otra», le dije a Josefina, una mujer a que amaba y que tuvo mucho que ver con mi crianza. Respondió con palabras que nunca olvidaré.

«¿Y qué me dices de tu tía y tus primos?», preguntó. «¿Y de Carlitos (su hermano, que me llevaba cuando yo era niño a los juegos de béisbol en La Habana a ver a mi amado equipo Almendares)?» Agregando: «¿Te gustaría que sufrieran?»

Reaccioné con lágrimas. Su mensaje llegó a lo más profundo de aquel niño.

Esta temporada tormentosa -la más extraña que yo haya conocido- me ha hecho recordar memorias de cuando yo era niño en los años 60 y la excitación que estas tormentas creaban en mi mente: podíamos faltar a la escuela por varios días y luego, después que pasaba el mal tiempo, mi hermanos, hermanas y yo salíamos a pescar viejas bolas de golf en el campo frente a casa. Las envolvíamos y las convertíamos en pelotas de béisbol.

En realidad los huracanes no son cosa de risa. ¿Hace falta más evidencia que los miles de vidas perdidas en Haití como resultado de Jeanne, y los miles de millones de dólares en daños a la propiedad y destrucción en todo el Caribe y la Florida durante este año loco? Estos embudos asesinos de viento y agua son una de las muchas manifestaciones que la naturaleza tiene de recordarnos quien manda realmente.

Lo cual, de manera tortuosa y extraña, me lleva al acto del domingo 3 de octubre aquí en Miami, donde cientos y quizás miles de personas se reunirán en apoyo a la familia cubana -y para llamar a rechazar una política de división promovida por las crueles medidas impuestas por la administración Bush y que entraron en vigor el 30 de junio de este año.