Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los ejércitos profesionales han sido tradicionalmente mucho más disciplinados, en especial bajo la presión de guerras prolongadas.
Pero eso no significa que no tengan puntos críticos ni puntos de rotura. En Roma, la guardia profesional, imperial, la Guardia Pretoriana, era altamente disciplinada y soportaba bien las bajas en los primeros años. Pero con el pasar de décadas de luchas imperiales y la endogamia típica de semejantes ejércitos aislados en gran parte de la población civil, se hartaban de la rutina, se volvían egocéntricos, arrogantes, imbuidos de su propia importancia, y comenzaron a deponer y a imponer emperadores, obligándolos a poner partes cada vez mayores de la riqueza nacional en manos de los militares, etc. Las fuerzas armadas profesionales se convirtieron en una fuerza tiránica que los civiles no podían controlar, de modo que estos eran controlados a través de emperadores impuestos.
Fue uno de los motivos esenciales por los cuales los constitucionalistas estadounidenses hicieron tantos esfuerzos por impedir la aparición de un ejército profesional en EE.UU. Las elites del ejército profesional y de la armada de West Point y Annapolis y sus escuelas para oficiales de ligas inferiores crecieron lentamente con el auge de las guerras imperiales de EE.UU., pero EE.UU. se basó en conscriptos para sus ejércitos masivos, manteniendo así la dilución civil de los profesionales, hasta que Nixon et al. se orientaron hacia el ejército profesional en medio de la rebelión de conscriptos presentes y futuros.
Siempre hay puntos críticos y puntos de rotura en las fuerzas militares bajo la presión de las guerras prolongadas. Los profesionales lo ocultan mejor, hasta que se hacen tan dominantes y la mayoría de los hombres se sienten tan desesperados que se vuelven rápidamente contra las guerras y contra sus oficiales de la elite que los han desilusionado. Cuando eso sucede, sienten mucho menos limitaciones para a rebelarse que los conscriptos, especialmente cuando tantos de ellos provienen de otras naciones y pueden escapar a ellas si la rebelión fracasa.
Sospecho de todos los fragmentos que podemos ver que el ejército profesional imperial de EE.UU. se ha vuelto fuertemente contra la guerra en Iraq y que eso es un motivo crucial por el cual EE.UU. se ha retirado de las ciudades a las solitarias 340 bases en las afueras donde no puede ser atacado fácilmente y los hombres tendrán más tiempo para tomar, dormitar y soñar con las chicas en casa. Son bases solitarias y causan depresión. Pronto insistirán silenciosamente en que quieren abandonar esas bases. La situación en Af-Pak se empeora cada vez más y probablemente seguirá el mismo modelo. Los soldados profesionales deprimidos insistirán en partir, silenciosamente a menos que no se satisfagan sus insistentes pedidos. La crisis financiera también obligará a EE.UU. a reducir sus pérdidas militares de un billón de dólares al año.
Los romanos terminaron por construir un muro defensivo alrededor de Gran Bretaña y trazaron una línea a lo largo de los ríos alemanes y otras posiciones defensivas naturales, y declararon el fin de su largo avance hacia Europa. Pasaron a la defensiva y se retiraron lenta pero inexorablemente hacia la propia Roma, y huyeron en masa mientras los «bárbaros» cada vez más fuertes irrumpían a través de sus defensas y terminaron por saquear la propia Roma.
La profesionalización de un ejército es una clara señal de que la población civil se ha apartado de las guerras imperiales y ya no está dispuesta a sufrir para hacer progresar la causa imperial. EE.UU. lo hizo como un acto de desesperación cuando el ejército se desintegró en Vietnam y los futuros reclutas protestaron en las calles y en las universidades y huyeron hacia otras naciones que no estaban en guerra.
Actualmente sólo una ínfima fracción de los jóvenes de la elite de EE.UU. estaría dispuesta a entrar a las fuerzas armadas para librar guerras imperiales en todo el mundo. Casi todos los que lo hacen insisten en ser oficiales altamente remunerados que asciendan rápidamente y se retiren dentro de veinte años con mucho dinero. Los rangos están repletos de gente que tiene pocas posibilidades en la sociedad civil. Se ven feroces en su blindaje con un poder de fuego vastamente superior, pero se derrumban en su interior porque, aparte de los asesinos sociópatas que adoran el derramamiento de sangre y el sentido narcisista de la gloria y del poder que les otorga, la mayoría tiene motivaciones más y más débiles para «servir» realmente. Quieren que se les pague más y más por menos y menos, como los médicos, políticos, maestros, policías, bomberos, banqueros estadounidenses, y todos los demás remolones burocráticos cuyos corazones no participan de la vida burocrática. La misma gente que arriesga la muerte y el agotamiento total durante los fines de semana para hacer cosas imposibles con placer y sin paga, se convierten en androides deprimidos cuando llega el lunes por la mañana.
El Imperio EE.UU. se derrumba dentro de ejércitos profesionalizados, androides, que viven en cenagales solitarios e infernales en los desiertos del mundo. Los soldados profesionales estadounidenses también se derrumban desde el interior en EE.UU. Todo el Sistema Imperial se derrumba desde el interior, ya que todos insisten en hacer menos y menos por la sociedad – el SISTEMA – por más y más dinero y poder. El Imperio se derrumba desde el interior. Toda la sociedad hará lo mismo a menos que este insensibilizador Sistema Burocrático sea eliminado y se permita que los androides vuelvan a convertirse en seres humanos.
Los plutócratas y máximos burócratas estadounidenses construyeron el Imperio. Los estadounidenses siempre han aborrecido los imperios y, una vez que se den cuenta de que son figurantes en este espantoso Imperio que pierde su alma de tantas maneras, abandonarán, primero por dentro y luego en más y más huida o rebelión.
Los problemas de la psique de los ejércitos profesionales estadounidenses en estas guerras imperiales son horribles. No podrán soportar mucho más una presión tan terrible.
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Jack D. Douglas es profesor pensionado de sociología de la Universidad de California de San Diego. Ha hecho numerosas publicaciones sobre todos los aspectos de los seres humanos, sobre todo «The Myth of the Welfare State.»
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