A partir del 31 de marzo la OTAN asumió oficialmente el mando de la operación militar en Libia de manos de Estados Unidos, pero realmente no lo podrá hacer hasta el 4 de marzo por el mal tiempo. A la vez, el Pentágono planea reducir la participación sus aviones de combate en los bombardeos y […]
A partir del 31 de marzo la OTAN asumió oficialmente el mando de la operación militar en Libia de manos de Estados Unidos, pero realmente no lo podrá hacer hasta el 4 de marzo por el mal tiempo.
A la vez, el Pentágono planea reducir la participación sus aviones de combate en los bombardeos y patrullaje aéreo hasta una tercera parte de todas las incursiones.
De reducirse la participación estadounidense en la operación con el extraño nombre de «Amanecer de la Odisea», Europa se verá obligada a gastar más en la «pacificación de Gadafi». Mientras Washington gastará mucho menos.
Cada uno debe asumir la parte de los gastos
Una decisión absolutamente justa. Al fin y al cabo el petróleo y el gas libios son más «europeos» que estadounidense: antes de la crisis, las importaciones de Estados Unidos de crudo desde Libia apenas superaba el 7% del total. Y los emigrantes ilegales árabes que llegan a las costas de Europa desde África del Norte atravesando el mar Mediterráneo también es un dolor de cabeza de los europeos y no de los estadounidenses.
Y ¿por qué, después de todo, EEUU tienen que gastar más en los ejercicios militares de la OTAN (o las coaliciones fuera de la OTAN) si tienen menos ingresos que la UE?
Según los datos del Fondo Monetario Internacional, en 2010 el PIB de la UE ascendió a 16,1 billones de dólares y el de EE.UU., a 14,6 billones (la CIA afirma que el PIB de Europa es de 15,9 billones, pero, en todo caso, resulta superior al de EEUU).
La idea de distribuir los gastos se apoderó de la Casa Blanca y del Congreso que recuerdan todavía los colosales gastos de las campañas de Yugoslavia y Kósovo (1999), Afganistán (2001) e Irak (2003) asumidos casi en su totalidad por parte de EE.UU.
La operación en Libia también supone un gasto importante. El precio final a pagar por una Libia sin Gadafi dependerá, naturalmente, de lo que aguante el general. Pero ya se puede calcular lo que está costando por el momento.
Hay que señalas que los cálculos son muy aproximados. En el momento de iniciar la operación el Pentágono ya tenía cerca de las costas libias tres submarinos (mantenimiento de 90 a150 mil dólares al día), dos destructores (de 50 a 60 mil dólares), dos buques de asalto, uno de ellos portaaviones (de 150 a 200 mil).
Los barcos ya lanzaron más de 200 misiles «Tomahawk» (de 1 a 1,5 millones de dólares unidad). Los aviones caza y los bombarderos realizaron unos 1.000 vuelos (entre ellos, los de Gran Bretaña – unos 120, los de Francia – no más de 140).
El costo de una hora de vuelo del caza F-15 o F-16 es de unos 13 mil dólares, la duración media de la es de 1,5 horas. Una hora de vuelo de los bombarderos B-2 (tres expediciones a Libia desde las bases en el estado de Mississippi) cuesta menos pero el mantenimiento es más caro y la distancia que tienen que cubrir más larga, así que el costo por un viaje ascendería a unos 15 mil dólares por hora.
La pérdida de un caza F-15E «Strike Eagle» le costó a la Fuerza Aérea estadounidense 55 millones de dólares. Si todo esto se suma y se divide por días resulta que el gasto diario de EEUU no puede ser inferior a 100 ó 130 millones de dólares.
Un gasto injusto, sobre todo si se toma en consideración que el que más belicoso y agresivo se muestra es el presidente de Francia Nikolás Sarkozy.
Los expertos británicos aseguran a su vez que Londres en la primera semana de la operación gastó 25 millones de libras esterlinas sin contar las municiones sin que el ministerio de Defensa de Gran Bretaña publicara datos oficiales. La misma cantidad pudo haber gastado Francia. La doctrina de Obama en acción
Es imposible en el día de hoy hacer cálculos exactos. Es difícil separar los gastos de mantenimiento de los buques y aviones que ya estaban en servicio de patrullaje en sus zonas correspondientes, de los que se tuvieron que afrontar debido a la operación en Libia.
Es decir, separar los gastos corrientes de los adicionales. El Pentágono afirma que para el fin de semana su presupuesto no habrá superado más de 550 millones de dólares.
Habrá que creerlo a pie juntillas ya que es imposible de averiguar lo cierto.
El 30 de marzo, por cierto, en el Congreso, durante una audiencia a puerta cerrada con la participación del secretario de Defensa Robert Gates y la secretaria de Estado Hillary Clinton, se calculó lo que ya se había gastado en Libia y cuanto más se necesitaría. Las personas que conocen bien cómo el Pentágono gasta dinero afirman que para octubre, el final del ejercicio, tendrá que solicitar alrededor de mil millones de dólares de asignaciones presupuestarías.
Es mucho pero soportable para el presupuesto. Según comentó hace poco el vicesecretario para presupuesto de la Armada de Estados Unidos, almirante Joseph P. Mulloy, en realidad la mayoría de las operaciones ultramarinas del Pentágono suelen ser pagadas por adelantado con el dinero de los «gastos imprevistos» contemplados dentro del presupuesto.
La revista «Forbes» lo explica de la siguiente manera: significa que para la «proyección» del poder militar de EE.UU. y la defensa de los intereses nacionales se destinan cerca de 2 mil millones de dólares diarios. Este dinero no bastaría para llevar a cabo una operación duradera pero sí para una intervención espontánea que no dure demasiado. Es el caso de Libia.
Ahora los europeos tendrán que replantearse su participación en la operación. Con el traspaso del mando a la OTAN se pone en marcha el mecanismo de la partición proporcional de gastos. Cada uno paga lo suyo. Si se quisiese se podría hacer cálculos para ver lo que costará la «Libia sin Gadafi» si la «democratización» del país dura un mes más.
Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110404/148648501.html