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La guerra fracasada contra la droga

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

En 1982, Nancy Reagan lanzó formalmente el movimiento de prohibición posmoderno: la guerra contra la droga. Aunque iniciada bajo el presidente Richard Nixon, su infame discurso «Simplemente di no» en la Escuela Primaria Longfellow en Oakland, CA, estableció la guerra contra la droga como política nacional.

Su campaña trataba originalmente de encarar una serie de supuestos vicios juveniles, incluido el uso de alcohol y drogas, violencia entre pares y sexo prematrimonial. Sin embargo, astutos moralistas, hábiles políticos y oportunistas dentro del sistema policial-corporativo (el corolario interno al complejo militar-industrial del presidente Dwight Eisenhower), utilizaron el discurso para capturar una nueva vaca lechera de dinero contante y sonante: la guerra contra la droga.

Durante las tres últimas décadas, la guerra contra la droga resultó un fracaso cada vez peor. Como la Prohibición de los años veinte que puso de moda al sindicato moderno del crimen, esta «guerra» estableció un nuevo negocio de servicios para el capitalismo corporativo, el complejo prisión-industrial.

Aunque es imposible tabular los costes totales del uso de drogas en EE.UU., incluso los cálculos más conservadores son asombrosos. Millones de personas (algunos cálculos llegan a un 20% de la población) abusan regularmente o son adictos a «drogas», sean legales o ilegales, sea un producto comercial o clandestino. Un cálculo estima los costes asociados con la adicción/abuso de drogas en «más de 484.000 millones de dólares por año», lo que incluye los costes de vigilancia, atención sanitaria, crimen y pérdidas de ingresos.

En 2010, se calcula que el gobierno de EE.UU. gastó 15.000 millones de dólares en su infructuosa guerra contra la droga. Dos expertos académicos, Jeffrey Miron y Katherine Waldock, calculan que la «descriminalización» (es decir regulación) de drogas actualmente ilegales ahorraría aproximadamente 41.000 millones de dólares al año a los estadounidenses en gastos gubernamentales federales y estatales relacionados con la lucha antidroga.

En los años desde que la señora Reagan pronunció sus dudosas palabras, los costes totales de la guerra contra la droga se han calculado 1 billón [millón de millones] de dólares. Según un estudio publicado por Associated Press en 2010, el gasto de 1 billón de dólares cubre: esfuerzos fronterizos para interceptar el narcotráfico; guerras contra la droga en Afganistán, México y Colombia; arresto y enjuiciamiento de los que se encuentran en prisiones federales por trasgresiones relacionadas con la droga; arresto y enjuiciamiento de trasgresores no violentos en los ámbitos estatales y locales; y el mercadeo de mensajes al estilo de «Simplemente di no» a la juventud de EE.UU. y otros programas de abstinencia.

AP concluye su informe con la siguiente advertencia: «Este año, 25 millones de estadounidenses esnifarán, tragarán, se inyectarán y fumarán drogas ilícitas, cerca de 10 millones más que en 1970, y la mayor parte de esas drogas se importan de México»

[http://nevergetbusted.com/2010/articles/ap-us-drug-war-has-met-none-of-its-goals]

La línea entre lo legal y lo ilegal, como aquella entre lo moral y lo inmoral, o lo lícito y lo ilícito, es arbitraria. Es un terreno de conflicto social que cambia con el tiempo mediante la lucha popular. En cualquier un dado, la línea parece «fija» tanto por la autoridad moral como por la regulación legal formal y la práctica del mantenimiento del orden. Sin embargo, la apariencia de «fija» en la medida en que pueda serla, vale solo en el nombre.

La fracasada campaña de abstinencia que culminó en la aprobación de la 18ª Enmienda que estableció 13 años de Prohibición (y que fue revocada por la 21ª Enmienda) se deshizo después del crac del mercado bursátil de 1929. La actual «guerra contra la droga» se está deshaciendo. Su fracaso es evidente en los costes cada vez más elevados de su imposición, en los ámbitos federal, estatal y ciudadano, así como en los costes sociales y personales incurridos por los que sucumben a su droga preferida.

Parece que una proporción considerable de estadounidenses, sea una sola vez por placer o de un modo más continuo, han tomado una sustancia ilegal o tienen un familiar, amigo o vecino que ha sido arrestado debido a una falta relacionada con la droga (incluidos actos relacionados con el alcohol). Esta percepción común subyace al esfuerzo a escala nacional por establecer una nueva política relacionada con la droga, que comience por la base. Se define por los esfuerzos para legalizar las clínicas medicinales de marihuana (que ahora son legales en 16 Estados y en el Distrito de Columbia) y legalizar drogas «blandas» como la marihuana y algunas drogas fiesteras (por ejemplo LSD). Después de las crisis fiscales enfrentadas por muchos Estados, hubo una iniciativa para reducir la población carcelaria no violenta, particularmente la de los arrestados por faltas no violentas relacionadas con la droga.

Después de la Gran Depresión, EE.UU. terminó con la Prohibición, una campaña moralista impracticable y costosa disfrazada de política pública. (La iglesia había tomado el control del Estado, imponiendo su creencia en la abstinencia como política nacional.) A medida que las presiones económicas y sociales aumenten después de la Gran Recesión, probablemente habrá un aumento significativo de toda clase de consumo de drogas en toda la nación. Ojalá esto conduzca a una reconsideración de la fracasada «guerra contra la droga». Esperemos que sea así.

* * *

EE.UU. es una nación drogada. Para apreciar la enormidad del uso de drogas, hay que reconocer el alcance de su consumo. El primer paso de este proceso es renunciar a la ficción que separa lo legal de lo ilegal, lo regulado de lo no regulado y las drogas vendidas legalmente sobre el mostrador de las clandestinas. Un segundo paso es delimitar el mundo laberíntico de las drogas de las que se abusa y/o adictivas y ver cómo saturan la vida social.

Ken Liska, en Drugs and the Human Body [Drogas y el cuerpo humano] define una droga como «cualquier sustancia que cambia o realza alguna función física o psicológica del cuerpo».

La siguiente visión general del consumo de drogas en EE.UU. es necesariamente superficial, y bosqueja las fronteras de este submundo (en un sentido de cine negro de los años cincuenta). La información se ha extraido sobre todo de fuentes federales, incluida la Oficina Nacional de Política de Control de la Droga de la Casa Blanca, el Instituto Nacional sobre Abuso de la Droga (NIDA, por sus siglas en inglés), el Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo (NIAAA) y los Centros para Control de Enfermedades (CDC).

«Drogas» legales no reguladas

Hoy en día, el café, el azúcar y el chocolate son productos ampliamente disfrutados que algunos consideran «drogas» dañinas. Muchos, muchos estadounidenses no se pueden imaginar el comienzo del día sin esa primera taza de café, mezclada con una dosis generosa de azúcar y complementada con un delicioso donut de chocolate.

Café

Una de las primeras «drogas» que se apoderaron de Occidente fue el café, introducido a Europa en 1645. En Inglaterra, por ejemplo, los cafés florecieron y sirvieron como los «bares ilegales» de la época, embriagando a la nueva clase mercantil. Durante el siglo siguiente, los esfuerzos de los que detentaban el poder por cerrar esas casas de mala reputación se rechazaron repetidamente. El ingrediente activo del café, la cafeína, un estimulante psicoactivo, no se identificó hasta 1820. Entre 2001 y 2004, unos 267 casos de sobredosis de cafeína terminaron en visitas a urgencias. Aunque las autoridades médicas no mencionan la cafeína como una droga adictiva, algunos grupos religiosos cristianos lo hacen y alientan a sus miembros a evitarla.

Azúcar

El consumo de café es apoyado por otra sustancia que a menudo se afirma que es adictiva, el azúcar. El azúcar ha estado en Occidente desde las Cruzadas, traído de vuelta de Tierra Santa como nuevo condimento. En EE.UU. el azúcar se considera un alimento, pero no tiene valor nutritivo. Sin embargo, la abstinencia del azúcar puede ser tan difícil como reducir el café o el alcohol. Muchos advierten de que la gente no puede satisfacerse sin el azúcar suficiente y su falta hace que las personas se vuelvan hiperirritables. La investigación muestra que el azúcar afecta a opioides y dopamina en el cerebro, y por lo tanto puede ser adictiva. Algunos investigadores han establecido que los adictos a la cocaína y a la metanfetamina toman mucho azúcar.

Chocolate

Mientras Colón llevó por primera vez granos de cacao a Europa, Cortés lo popularizó en España en los años veinte del Siglo XVI; un siglo más tarde se propagó al resto de Europa. El chocolate, junto con otros alimentos dulces y de alto contenido en grasa, libera serotonina, que hace que la gente se sienta más feliz. Los productos de cacao contienen alcaloides neuroactivos comunes al vino, la cerveza y las bebidas alcohólicas. Actualmente a muchas personas, sobre todo mujeres, se les llama «chocohólicas» y cuando las privan de su «droga» preferida, sufren síntomas de abstinencia, incluyendo desorden afectivo estacional (SAD) y síndrome pre-menstrual.

Drogas legales reguladas

Otras tres drogas legales: alcohol, tabaco y medicamentos que requieren receta, son regulados en diversos grados por Estados individuales, localidades y/o el gobierno federal de EE.UU.

Alcohol

El alcohol, como el tabaco, es un producto de consumo vendido sobre el mostrador y regulado sobre todo según la edad del comprador. Con la revocación de la Prohibición en 1933, el alcohol se convirtió en una inmensa industria. Según la asociación mercantil de la industria del alcohol: «la industria de las bebidas alcohólicas de EE.UU. contribuyó casi 382.000 millones de dólares a la actividad económica total de EE.UU. en 2007». («Contribuyó» incluye salarios, impuestos y una categoría nebulosa bautizada «actividad económica» parece significar ventas.) Su legalidad está asociada con un importante coste social.

El alcohol etílico (o etanol) es el ingrediente intoxicante encontrado en la cerveza, el vino y los licores. Una bebida estándar contiene 17 gramos de etanol puro; esto equivale a 340 gramos de cerveza, 228 gramos de licor de malta, 142 gramos de vino, o 42,5 gramos (un «trago») de licor destilado de 40%.

En 2009, un 52% de los estadounidenses de 12 años y más son considerados bebedores regulares, que consumieron alcohol por lo menos una vez en los 30 días antes del sondeo. Más revelador es que los datos federales muestran que un 24% de los bebedores se habían atiborrado (5 tragos o más en 2 horas) y un 7% bebía considerablemente (más de 5 tragos en más de 5 ocasiones).* Sin embargo, el consumo de alcohol per cápita ha disminuido más de un 12% durante las tres últimas  décadas, a 8,7 litros en 2007 de 10 litros en 1977.

Desde 1982, la cantidad de accidentes relacionados con el alcohol en el tránsito se ha reducida a casi la mitad: en 2008, murieron 13.846 personas en choques debidos a conductores ebrios en comparación con 26.173 en 1982. Reflejando la disminución de accidentes por conducción en estado de ebriedad, la tasa de conducción en estado de ebriedad para el período 2006-2009 se calcula en 13,2%, en comparación con 14,6% del período 2002-2005.

En 2008, un 70% de las 189.000 visitas a urgencias calculadas relacionadas con el alcohol hechas por pacientes entre 12 y 20 años tuvieron que ver solo con alcohol; un 30% tuvo que ver con alcohol en combinación con otras drogas. Entre 1975 y 2005, las muertes debidas a cirrosis se han mantenido relativamente constantes en 12.900 muertes por año.

[*Datos extraídos del Estudio Nacional sobre Uso de Drogas y Salud en www.samhsa.gov]

Tabaco

Los cigarrillos han perdido (casi) su atractivo. De los estadounidenses de 18 años y más, se estima que 46 millones todavía fuman cigarrillos. Fumar es más común entre hombres (24%) que mujeres (18%). En EE.UU., el consumo de cigarrillos es la principal causa de muertes prevenibles, con 443.000 muertes aproximadamente (o sea 1 de cada 5 muertes) por año.

En el casi medio siglo desde que el Ministro de Salud de EE.UU. publicó un informe que vincula fumar con el cáncer en 1964, ha habido una disminuación drástica del número de fumadores. Desde 1998 las ventas de tabaco bajaron un 2% por año; desde 2000 ha habido una disminución de un 18% en la cantidad de cajetillas vendidas: Se vendieron 17.400 millones de cajetillas frente a los 21.100 millones en 2000.

Sin embargo,esto ha tenido lugar junto a un significativo aumento en la cantidad de «equivalentes de cajetillas de cigarrillos» (CPEs), productos de nicotina que no son cigarrillos, totalizando 1.100 millones de CPEs. Estos incluyen: 714 millones de rapé, 256 millones de tabaco de liar y 130 millones de pequeños cigarros.

Medicamentos con receta

Se requiere la receta de un médico para comprar «legalmente» una droga médica farmacéutica. En 2009, 16 millones de estadounidenses de 12 y más años habían recibido un analgésico, tranquilizante, estimulante o sedativos con receta para propósitos no médicos por lo menos una vez en el año anterior. Desde 2004 a 2008, los incidentes registrados de sobredosis de drogas con receta fueron más del doble, llegando a 305.885 desde 144.644.

Entre los principales medicamentos con receta de los que se abusa están: opioides (para el dolor), sedativos (para desórdenes de ansiedad y sueño) y estimulantes (para ADHD [trastorno de hiperactividad con déficit de atención] y narcolepsia). Los opioides incluyen OxyContin, Vicodin y Percocet; los sedativos o tranquilizantes incluyen barbitúricos como pentobarbital sódico (por ejemplo Nembutal) y benzodiacepinas como diazepam (también conocido como Valium) y alprazolam (es decir Xanax); y los estimulantes incluyen dextroanfetamina (por ejemplo Dexedrine), metilfenidato (por ejemplo Ritalin y Concerta) y anfetaminas (por ejemplo Adderall).

Respecto a los antidepresivos, en 2008, los adolescentes hicieron 23.124 visitas a urgencias por intentos de suicidios relacionados con drogas, y jóvenes adultos hicieron 38.036 visitas semejantes; de estas visitas, un 23% de los adolescentes y un 18% de los jóvenes adultos lo hicieron por sobredosis con un antidepresivo.

Desde 1998, ha habido un aumento significativo en la admisión a hospitales de tranquilizantes de benzodiacepinas como Valium y Xanax. Mientras las admisiones a hospitales por reacciones ante sedativos aumentaron un 11% entre 1998 y 2008, las admisiones relacionadas con benzodiacepina se casi triplicaron.

Los esteroides con receta, que aumentan la masa muscular y que pueden recetarse para condiciones de destrucción de músculos como cáncer y SIDA, también están sujetos a abuso por parte de atletas y no atletas. Más a menudo, se toman para mejorar la apariencia del usuario o su rendimiento. ¡Buena suerte!

El Fiscal General de Washington, Rob McKenna, entre un número creciente de oficiales estatales y federales de mantenimiento del orden, ha calificado el aumento de las drogas con receta de «epidemia». Los datos federales muestran que entre los jóvenes de entre 12 y 17 años, las drogas con receta se han convertido en la segunda droga ilegal de la que más se abusa, después de la marihuana. Los adolescentes informan de que obtienen las drogas de los botiquines de sus padres, de recetas de otra gente y que se «consiguen por doquier».

Drogas ilegales no reguladas

Estas drogas representan lo que se conoce como drogas «duras» de las que se abusa fácilmente y seriamente adictivas. Incluyen cocaína, heroína y marihuana; muchos consideran la marihuana como una droga «blanda», como el alcohol y que debería legalizarse y regularse su venta como la del tabaco.

Cocaína

La cocaína, también conocida como coca, nieve y paco, es un poderoso estimulante que se puede esnifar, inyectar o fumar; el crack es polvo de cocaína clorhidrato procesado para formar un cristal de roca que después se fuma. La cocaína hace que la gente se sienta eufórica y activa; sin embargo, aumenta la presión de la sangre y la frecuencia cardíaca, provocando frecuentemente ataques cardíacos, apoplejía y espasmos. En 2009, 4,8 millones de estadounidenses de 12 años y más abudaron de la cocaína de alguna forma y 1 millón abudaron del crack por lo menos una vez en el año anterior.

Heroína

La heroína, también conocida como H, «caballo», «potro», «jaco», «reina» «dama blanca» y «chiva», es la más dura de las drogas «duras». Procesada a partir de la morfina, se presenta usualmente como un polvo blanco o marrón o como una sustancia negra, pegajosa. Fumar o esnifar heroína provoca euforia; sin embargo inhibe la respiración, por lo tanto, una sobredosis puede ser fatal. En 2009, 605.000 estadounidenses de 12 años y más habían abusado de la heroína por lo menos una vez en el año anterior.

Marihuana

La marihuana, derivada de las partes secadas de la planta de cáñamo Cannabis sativa, es la droga ilegal que se utiliza más comúnmente en EE.UU. En 2009, 28,5 millones de estadounidenses de 12 años o más habían fumado marihuana por lo menos una vez durante el año anterior. Conocida como maría o hierba, al fumarla produce euforia, a menudo distorsiona la percepción, la memoria y el pensamiento linear convencional. Uno se siente en las nubes.

Drogas de diseño

Drogas de diseño no reguladas

Estas drogas componen lo que se conoce como drogas «de fiesta», tomadas en bares, clubes nocturnos y conciertos; es inclu más fácil abusar de ellas y pueden llevar a un abuso serio. Aunque los visitantes de clubes pueden tomar cocaína, heroína y marihuana para realzar una juerga, ha aparecido una cantidad de drogas especializadas diseñadas para pasar un buen rato. Incluyen el LSD (también conocido como ácido) MDMA (éxtasis) y PCP (fenciclidina -«polvo de ángel») así como Rohypnol (rufi o «pérdida del olvido»), GHB (éxtasis líquido) y ketamine (también llamado K especial, vitamina K, jet). Y también existe metanfetamina que está realmente en una categoría propia.

LSD

El ácido se hizo popular durante los psicodélicos años sesenta, alterando percepciones e invocando un mundo de alucinaciones. Los «viajes» ácidos pueden durar unas 12 horas y, para algunos, dan alas a un placer enorme, para otros a aterradoras falsas ilusiones. En 2009, 779.000 estadounidenses de 12 años y más habían abusado LSD por lo menos una vez en el año anterior.

MDMA

MDMA (metilendioximetanfetamina), más conocida como éxtasis, es un estimulante sintético con propiedades psicoactivas. En 2009, 2,8 millones de estadounidenses de 12 años y más habían abusado MDMA por lo menos una vez en el año anterior. Más inquietante aún, un estudio de NIDA en 2010 estableció que un 4,5% de los alumnos de duodécimo grado habían usado MDMA por lo menos una vez en el año anterior.

PCP

PCP (fenciclidina) es una droga sintética conocida popularmente como polvo de ángel, ozono, polvo de la paz, hierba mala; puede esnifarse, fumarse o comerse. Es una droga «disociativa», que distorsiona percepciones de vista y sonido. Sin embargo, numerosos usuarios se quejan de desagradables efectos psicológicos que imitan la esquizofrenia, incluidas falsas ilusiones, alucinaciones y extrema ansiedad. En 2009, 122.000 estadounidenses de 12 años y más habían abusado del PCP por lo menos una vez en el año anterior.

Metanfetamina

La metanfetamina es un estimulante muy adictivo que posee una variedad de nombres usuales, incluidos meth, speed, tiza, hielo, cristal y vidrio. Más revelador, ha llegado a ser conocida como el crack de los blancos y es muy tóxica para el sistema nervioso central. En 2009, 1,2 millones de estadounidenses de 12 años y más habían abusado de la metanfetamina por lo menos una vez en el año anterior.

* * *

La abstinencia se impuso en la nación en 1920 y se revocó en 1933; la 18ª Enmienda que estableció la Prohibición es la única Enmienda que se ha revocado. A principios del Siglo XX, los estadounidenses se desgarraban por la buena Coca-Cola. Propuesta originalmente como una medicina patentada, Coke contuvo en otra época lo que se estima como nueve milígramos de cocaína por vaso. Al llegar los años veinte, habían sacado la coca, pero la cafeína otorgó una sacudida a la bebida.

En 1937, solo cuatro años después de la aprobación de la 21ª Enmienda que revocó la Prohibición, el Congreso aprobó la Ley de Impuesto a la Marihuana. Durante los años treinta, el cáñamo era muy popular y lucrativo, utilizado para una variedad de propósitos comerciales, incluido el tipo que se fuma. La Ley trató de obtener ingresos tributarios muy necesarios para el gobierno federal sin ilegalizar la producción y el consumo de marihuana.

En 1970, el presidente Nixon abogó por la Ley de Sustancias Controladas que invalidó la Ley Marihuana e inició la guerra contra la droga. En un discurso de 1970, declaró: «Esta nación enfrenta una crisis importante debido al creciente uso de drogas, en particular entre nuestros jóvenes». Un año después, aumentó las apuestas: «El enemigo Nº 1 de EE.UU. es el abuso de drogas. A fin de combatir y derrotar a este enemigo, es necesario librar una ofensiva nueva, total.» Había comenzado la guerra de EE.UU. contra el «terrorismo interior».

Ahora, cuatro décadas después, las fuerzas del orden moral, asociadas al complejo policial-corporativo, se han tragado 1 billón de dólares y han dejado detrás un segundo movimiento fracasado de abstinencia: la «guerra contra la droga». Esos oportunistas de la droga han dejado tras ellos vidas arruinadas. Una cantidad desconocida de cuerpos muertos relacionados con la droga y vidas destruidas ensucia el paisaje nacional.

En el ámbito nacional, el abuso de drogas con receta mata más gente que la cocaína y el crack en los años ochenta y la heroína en los setenta en conjunto. Ahora, cuando la Gran Recesión comienza a extenderse a (me atrevo a decir) una posible segunda Gran Depresión, la realidad financiera puede obligar a los que están en el poder (sean moralistas, políticos, policías o codiciosos artistas embaucadores corporativos que ordeñan el timo de la droga) a que abandonen el modo de pensar prohibicionista que ha imperado desde Nixon.

Es posible que el abuso de drogas legalmente reguladas e ilegales aumente a medida que la Gran Recesión se prolonga y la miseria se intensifica. Es hora de repensar la fracasada política de la droga de EE.UU. Preparémonos para el próximo tsunami de la droga.

Se puede contactar a David Rosen en [email protected].

Fuente: http://www.counterpunch.org/2011/09/02/drugged-out-america/

rCR