Desde hace casi una semana efectivos de las Forças Armadas de Defesa de Moçambique (FADM), libran una importante batalla contra los milicianos de Ahlu Sunnah Wa-Jamaa (Seguidores del Camino Tradicional o Defensores de la Tradición), tributarios del Daesh, por la estratégica ciudad de Palma a 1800 kilómetros de Maputo, en la provincia de Cabo Delgado, en el extremo norte de Mozambique, muy próxima a la península Afungi, donde la francesa Total, construye una planta de gas natural licuado, con una inversión, en 2019, de 4 mil millones de dólares, por el 26.5 por ciento, con un horizonte de 15 mil millones, que se encuentra absolutamente estacando por lo que esperaban comenzar los embarques en 2024, pero el deterioro de la seguridad están haciendo esa meta inalcanzable. En el área gasífera de Cabo Delgado se están negociando más inversiones con otros seis grupos internacionales, además de la Total, entre ellos la italiana ENI y el estadounidense ExxonMobil. Proyecto que se convierte en unos de los emprendimientos más importantes del continente, que de continuar las operaciones terroristas podría desmoronarse.
El asalto a Palma, que se inició el pasado miércoles 24, horas después, de que la compañía francesa, anuncie la reanudación del trabajo, que dado los ataques terroristas habían sido suspendido en enero último, ya ha generado cientos de muertos, algunas fuentes reportas que tanto en las calles de Palma, como en sus playas se observan centenares de cadáveres, muchos de ellos decapitados, un rasgo distintivo de los muyahidines mozambiqueños.
El ataque a la ciudad fue iniciado, tras semanas de operaciones terroristas, que consiguieron aislarla del resto de la provincia bloqueando sus rutas de acceso, por lo que los únicos medios para abastecerla sus de 75 mil habitantes, se han reducido al aeropuerto, que ya ha sido atacado por cohetería de los insurgentes, y el puerto.
En el inicio del asalto unos cien terroristas lograron llegar al centro de Palma, donde robaron varios bancos y tomaron un hotel, en el que al menos doscientas personas han quedado retenidas.
El gobierno del presidente Filipe Nyuss, que había establecido radio de “seguridad especial” de cuatro kilómetros en torno a la planta de Total, Palma se encuentra a dos kilómetros de ese límite, se está viendo desbordado por la situación ya que el accionar de los helicópteros artillados que están atacado a los terroristas, parecen no hacer mella, en sus filas.
Poco se puede saber que está sucediendo en el interior de la ciudad ya que los takfiristas La consiguieron cortar las comunicaciones con Palma y sus alrededores, aunque algunos residentes han logrado comunicarse a través de teléfonos satelitales, por lo que se supo que muchos residentes han escapado hacía por bosques circundantes, al tiempo que cientos de trabajadores extranjeros en su mayoría sudafricanos, británicos y franceses se refugiaron en diferentes hoteles que están siendo asediados por los insurgentes, ya que según algunos informes locales las fuerzas gubernamentales, han abandonado la ciudad, por lo que podría ser tomada por los integristas, tal como ocurrió en agosto pasado con la ciudad portuaria de Mocimboa da Praia, a cincuenta kilómetros al sur de Palma.
Se cree que solo en el Hotel Amarula, se han refugiado unas doscientas personas, mientras, las que el viernes helicópteros gubernamentales intentaron crear un corredor, de seguridad para rescatarlos. Mientras los militantes avanzaban hacia él para impedirlo. Las informaciones no confirman si finalmente los “huéspedes” fueron finalmente liberados, aunque hay algunas versiones, que insisten en afirmar que, entre ellos se han producido varias bajas, precisamente este último domingo fueron asesinado al menos siete. El viernes también, unos diecisietes vehículos militares, con trabajadores extranjeros, intentaron llegar a un lugar de la costa para ser rescatados, pero dado el intenso fuego al que fue sometido el convoy, solo habrían llegado siete a la playa, sin conocerse la suerte de los diez restantes. Mientras que el domingo, se conoció que una embarcación con 1400 personas, que logró escapar del sitio de Afungi, la noche anterior, llegó a Pemba, la capital de Cabo Delgado, distante a unos 200 kilómetros, entre ellos trabajadores extranjeros y vecinos de Palma, al tiempo que otras naves menores como veleros particulares e incluso canoas, siguen llegado cargadas de refugiados al mismo puerto.
Heroína
El presidente Filipe Nyusi no está seguro del grado de ayuda extranjera que desea, pero está seguro de que no quiere “botas extranjeras en el terreno”, dice Raymakers. Eso conviene a potencias occidentales como Portugal y Francia, que están seguras de que no quieren enviarlas.
Los terroristas tienen asegurado su financiación gracias a los recursos de la interacción con los diferentes carteles de narcotraficantes que, con sus cargamentos de opio y heroína, llegados desde Afganistán, vía algunos emiratos del Golfo Pérsico, alcanza el Indico mozambiqueño, para seguir a hacia Sudáfrica, una gran plaza, y por otras rutas terrestres al Mediterráneo, rumbo a Europa. Por lo que los muyahidines pueden financiar la guerra, a lo que se le suma los fondos de aportantes vinculados a las monarquías wahabitas.
Ahlu Sunnah Wa-Jamaa cuya irrupción se produce en 2017, se ha convertido en una de las khatibas más activas del continente, y particularmente desde comienzos del 2020, cuándo sus acciones se multiplicaron con incontables operaciones contra la población civil, destacamentos militares y centros tanto de la administración pública como privada. Los saqueos a pequeños pueblos que incluye secuestro y asesinatos masivos, son constantes, como lo sucedido en abril del 2020 en la aldea de Xitaxi, en la que una cincuentena de sus pobladores fue ejecutada o el ataque de noviembre último, cuando un grupo de quince niños, acompañados por cinco mayores, fueron sorprendidos por los terroristas, cuando practicaban una ceremonia iniciática en la zona boscosa del distrito de Muidumbe, donde todos fueron asesinados.
Con más de 3 mil muertos y cerca de un millón de desplazados los takfiristas se han convertido en un nuevo azote, para la ya muy castigada población mozambiqueña.
Particularmente en Cabo Delgado, con una población de casi 2.5 millones de personas, de los que un cuarto de ellos, han debido abandonarlo todo y retirarse a áreas más seguras. Esta situación, según analistas de Amnistía Internacional, ha provocado en la población, una verdadera “epidemia” de enfermedades mentales, con raíz en los traumas derivados por las experiencias de violencia a los que han sido sometidos. Ya que según algunas denuncias no solo los muyahidines comenten acciones contra la población civil, sino que en muchas oportunidades se ha conocido que los regulares de las Forças Armadas de Defesa de Moçambique (FADM), también han cometido abusos contra los civiles, por ser sospechosos de colaborar con los terroristas. Por lo que en la población se registran casos de angustia extrema, debido a haber presenciado hechos como el desmembrado vivo de algún pariente o mujeres que han debido optar entre un hijo u otro, para que sea incorporado a las filas de los milicianos.
Muchos, fueron obligados a presenciar violaciones masivas a las que son sometidas las mujeres, mientras que las llamas en el norte mozambiqueño consumen sus vidas.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.