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La guerra psicológica del imperio de la hegemonía unipolar en África

Fuentes: Umoya

Tres acontecimientos se pueden considerar como marcos vinculantes para la formulación de los parámetros y conceptos de la guerra psicológica que el imperio de la hegemonía unipolar usa en África: – El derribo de las torres gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001 (que creó condiciones para la justificación de cualquier tipo […]

Tres acontecimientos se pueden considerar como marcos vinculantes para la formulación de los parámetros y conceptos de la guerra psicológica que el imperio de la hegemonía unipolar usa en África:

– El derribo de las torres gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001 (que creó condiciones para la justificación de cualquier tipo de injerencia, intervención y/o manipulación en el mundo, en particular en Oriente Medio y en África, con el pretexto de combatir el terrorismo).

– La creación del AFRICOM en 2007, que comenzó a operar en 2008 (que creó condiciones adecuadas a la situación de África, adoptando nuevos términos de guerra psicológica para el continente, lo que incluye ejercicios de soft power civiles y ejercicios militares en esfuerzos continuos y con corrientes bien definidas).

– El asesinato de Gadafi en Libia, el 20 de octubre de 2011, (que permitió la eclosión de los procesos contradictorios en curso en África, nutridos por las conveniencias de injerencia, intervención y manipulación).

El colapso del socialismo en la década de los 90 del siglo XX fue un pilar que propició el fin de una guerra psicológica, la Guerra Fría, cuyos contenidos fueron siempre difundidos por la «civilización occidental» con los Estados Unidos a la cabeza de su cortejo de vasallos, que incluía a la OTAN, por lo que para el imperio de la hegemonía unipolar quedó disponible un espacio vacío global que era una oportunidad para la «globalización» hecha a su imagen y conveniencia que, basada en las nuevas tecnologías, era ya un proceso dominante a merced incluyendo su soft power eminentemente anglosajón.

En ese proceso dominante con factores antropológicos nunca antes experimentados a esa escala, urgía nutrir los contenidos de ese dominio en función de la visión de un «policía del mundo» que para la aristocracia financiera mundial debería ser erigido persuasivamente y cuando fuera posible «sobre cualquier sospecha» en una antropología de ámbito global, hegemónica y unipolar.

Entonces, establecidos los criterios generales, como una instrumentalización por parte de los Estados Unidos y de sus vasallos, se pasó a tratar dos casos especiales teniendo desde luego como justificación el derribo de las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001: ¡nuevo siglo, nueva guerra psicológica!

Así, las nuevas tecnologías permitieron, en los términos de la nueva guerra psicológica, donde las contradicciones pasaran a ser flujos de manipulación amplia y versátil, lo que Ignacio Ramonet definió con tanta propiedad en «El imperio de la vigilancia» (http://razonesdecuba.cubadebate.cu/articulos/el-imperio-de-la-vigilancia-de-ignacio-ramonet/):

…Con el pretexto de luchar contra el terrorismo y otras plagas, los gobiernos, incluso los más democráticos, se erigen en Big Brother, y no dudan en quebrantar sus propias leyes para poder espiarnos mejor.

En secreto, los nuevos Estados orwelianos intentan, muchas veces con la ayuda de los gigantes de la Red, elaborar exhaustivos ficheros de nuestros datos personales y de nuestros contactos, extraídos de los diferentes soportes electrónicos»…

Las implicaciones en la gestación del caos, del terrorismo y la disgregación que llegan a alimentar corrientes filosóficas a caballo en los conceptos de los Chicago boys, fueron la base que propició la implantación de los sistemas globales de vigilancia y ambos han sido íntimamente asociados al ámbito y contenido de la guerra psicológica también en curso en moldes adaptados a África: cada uno de esos contenidos (neoliberalismo, sistemas globales de vigilancia y guerra psicológica) se interrelacionan unos con otros y ninguno de ellos fue concebido para convertirse en un factor aislado de intervención.

2.- Como África es una ultraperiferia económica y ha sido reducida por la opresión resultante del dominio al papel básico de proveedor de materias primas y de mano de obra barata, el imperio de la vigilancia no consigue alcanzar por sí mismo a gran parte de su población y comunidades, particularmente las inmensas áreas rurales, donde parte de ellas, todavía se localizan en los espacios vitales idealmente disponibles, sobreviven en régimen de autosubsistencia y están todavía fuera de las posibilidades de acceso a las nuevas tecnologías.

Para muchas de esas comunidades los horizontes son las montañas circundantes, los cursos de agua de contingencia o la misma impenetrabilidad de algunos bosques.

…Por eso existe un campo no cubierto que para el imperio de la hegemonía unipolar y era preciso llenar con la implantación directa de una red de manipulaciones de contradicciones que a partir de los ensayos de la Primera Guerra Mundial Africana (un choque de naturaleza neoliberal que ocurrió durante toda la década de los 90 del siglo pasado), hicieran posible primero la instalación del AFRICOM en 2008 y después el golpe en Libia en 2011, como piedras de toque para expandir el caos, el terrorismo y la disgregación, justificando el esfuerzo de ampliación de la vigilancia a nivel continental, con la integración de los medios de intervención de potencias como Estados Unidos, Francia y otros vasallos de la OTAN, (Portugal incluido, aunque al servicio de la ONU como ocurre en la República Centro Africana) principalmente con el objetivo de combatirlos.

Si hubiera algún investigador que siguiera la pista del dinero que financia el caos, el terrorismo y la disgregación, seguro que desembocaría en los nudos fundamentales que mueven las cuerdas «detrás de las escenas», enmarañándose en las aproximaciones históricas entre anglosajones, sionistas y las agenciadas casas monárquicas de la península arábiga.

Mientras que en los países más desarrollados, los sistemas de vigilancia «asfixian» (conforme a la exposición de Ignacio Ramonet), en los países de la ultraperiferia económica, una parte de los sistemas de vigilancia se volvieron injerencistas y en el caso africano, con la justificación del combate al terrorismo, el eje de esa intervención pasó a ser desempeñado por AFRICOM y los vasallos de la OTAN como Gran Bretaña y Francia, esta última explorando los nexos y vínculos transcurridos del «pré carré», estableciendo así los procedimientos de la nueva guerra psicológica que surgió en función de las enormes potencialidades de las nuevas tecnologías.

La razón que está detrás del acceso de las comunidades africanas a las nuevas tecnologías es el crecimiento del campo de intervención militar, implantado en los parámetros de las nueva guerra psicológica en curso en África.

Las alianzas que el esfuerzo de vigilancia propicia en África, después de la expansión de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), del surgimiento de BOKO HARAM y de la implantación de las milicias radicales islámicas en la República Centro Africana, o en Somalia, ahora en el norte de Mozambique, amplían en vasallaje de los frágiles países africanos que no son objetivo de esos expedientes instrumentalizados y artificiosos, imponiendo las reglas del juego que favorecen los intereses del dominio del imperio de la hegemonía unipolar y sus vasallos de fuera (incluyendo antiguas potencias coloniales) y de dentro del continente.

Gracias al «pré carré» 1 , la «FrancAfrique» 2 posee elementos sólidos que se arrastran desde atrás, en particular en Africa del Oeste y el Sahel, volviéndose todavía más convincentes los negocios neocoloniales.

En este caso las condiciones que fueron creadas para la agitación que está en la raíz del caos, el terrorismo y la disgregación, están íntimamente asociadas a las condiciones que promueven la implantación de los sistemas de vigilancia, tanto civil como militar.

Otro indicador del resultado de esa agitación son las migraciones africanas que van hacia Europa, incluyendo el episodio actual del navío Aquarius, en un momento en que las migraciones como resultado del caos, el terrorismo y la disgregación influyen hasta en el carácter de los estados europeos, en función de sus propios sistemas democráticos representativos, abriendo camino a ideologías xenófobas, racistas y de «extrema derecha» que comienzan a amenazar la formulación de la propia Unión Europea.

Este proceso telúrico, que es un «efecto boomerang», es subyacente al vasallaje en relación a los Estados Unidos, contribuyendo sobre el fondo psicológico para poner en peligro y buscar el «corte de alas» a costa del refuerzo de la vigilancia.

 

En África simultáneamente el AFRICOM (puede constatarse aquí: http://www.africom.mil/) posee componentes militares y civiles cuyos conceptos se interrelacionan en las aplicaciones en curso, facilitando la coordinación de los procesos propios de manipulación, injerencia e intervención para cubrir las necesidades de vigilancia artificialmente creadas por el imperio de la hegemonía unipolar, lo que se traduce en términos de la guerra psicológica del imperio en África, incluso en sus líneas transversales dirigidas a sociedades objetivo y explotando los puntos críticos aprobados (fue así con las primaveras árabes en Túnez y en Egipto, pero también en Libia, en base a la escalada de agresión y el trágico fin de Gadafi asesinado, así como las migraciones africanas).

Esa maniobra del poder dominante se nutre de muchos factores, pero en lo esencial al dominio, de un conjunto de sistemas de vigilancia que Ignacio Ramonet define como «una alianza sin precedentes» que es un pilar para el soft power anglosajón (pero una agresión que a veces es dolorosamente sentida en muchas comunidades tradicionales africanas):

…»En cierto modo, la vigilancia se ha privatizado y democratizado. Ya no es un asunto reservado únicamente a los servicios gubernamentales de información. Aunque, gracias también a las estrechas complicidades que los Estados han entablado con las grandes empresas privadas que dominan las industrias de la informática y de las telecomunicaciones, su capacidad en materia de espionaje de masas ha crecido de forma exponencial. En la entrevista con Julian Assange que publicamos en la segunda parte de este libro, el fundador de WikiLeaks afirma:

Las nuevas empresas, como Google, Apple, Microsoft, Amazon y más recientemente Facebook han establecido estrechos lazos con el aparato del Estado en Washington, especialmente con los responsables de la política exterior. Esta relación se ha convertido en una evidencia […]. Comparten las mismas ideas políticas y tienen idéntica visión del mundo. En última instancia, los estrechos vínculos y la visión común del mundo de Google y la Administración estadounidense están al servicio de los objetivos de la política exterior de los Estados Unidos.

Esta alianza sin precedentes – Estado + aparato militar de seguridad + industrias gigantes de la Web – ha creado este Imperio de la vigilancia cuyo objetivo claro y concreto es poner Internet bajo escucha, todo Internet y a todos los internautas»…

En África también muchos sistemas de vigilancia están en manos privadas, incluyendo los de ámbito mercenario, en especial cuando se busca proteger las iniciativas mineras, en gran parte como resultado de inversiones externas, acompañadas de adquisiciones locales.

Un ejemplo de eso es lo que está pasando en Níger, en pleno desierto, donde la empresa francesa Areva 3 se dedica a la explotación del uranio, el AFRICOM posee algunas de las principales bases de drones en la región y el poder nigeriano es reducido a la impotencia de la gestión.

3.- La guerra psicológica del imperio de la hegemonía unipolar en África con esos nutrientes, comienza por tratar de dar a los acontecimientos de 2011 en Libia su propia versión (que es también ideológica) conforme, por ejemplo, a ( https://pt.wikipedia.org/wiki/Muammar_al-Gaddafi )…

Para los «filtros» toda la vida de Gadafi estuvo al margen de lo admisible, como si fuese aberrante o excéntrica, siendo esa la línea esencial que es transmitida de manera insinuante a quien consulta esa «fábrica»:

«En su época de estudiante, Gadafi adoptó las ideologías del nacionalismo árabe y el socialismo árabe, que era fuertemente influenciado por Gamal Abdel Nasser.

Durante el inicio de la década de 1970, Gadafi formuló su propio abordaje del nacionalismo y socialismo árabe, conocido como Tercera Teoría Universal que fue descrita como una combinación del socialismo utópico, nacionalismo árabe y tercermundismo, que eran las teorías que estaban en boga en la época.

Su nueva teoría fue consolidada por medio del Libro Verde, en el cual él pretendió explicar la estructura de la sociedad ideal y defendió la unificación del mundo árabe en un único estado-nación.

Él describió su abordaje para la economía como socialismo islámico, aunque otros biógrafos sustenten que el socialismo de Gaddafi tenía un tono curiosamente marxista, Gaddafi veía a su Régimen de masas socialista como un modelo que el mundo árabe, islámico y que los países no alineados deberían seguir.

Su visión del mundo fue moldeada por su experiencia de vida, o sea, su fe islámica, su educación beduina y su desacuerdo con las acciones de los colonizadores europeos en Libia. Él creía que estaba cumpliendo una misión divina que era un instrumento de Alá, razón por la cual suponía que cualquier acción para conseguir sus objetivos sería legítima, no importando los costes…».

En wikipedia no hay una palabra de análisis histórico, antropológico o sociopolítico que indique las capacidades de la trayectoria de Gadafi en cuanto un dirigente libio con vocación desde luego para cambiar profundamente para mejor la situación de su pueblo y asumir en África un papel alternativo progresista en relación a las inmensas vulnerabilidades africanas.

Es por ejemplo Thierry Meyssan que recientemente aborda este tema ( http://www.voltairenet.org/article201397.html ), cuando en un artículo bien estructurado y abierto a la comprensión y la lógica de los acontecimientos a través de los ojos de África (Libia según la ONU y la dura realidad») recuerda la historia de Libia:

«Libia existe apenas hace 67 años. En la época de la caída del fascismo y el fin de la Segunda Guerra Mundial, esta colonia italiana fue ocupada por los británicos (en Tripolitania y Cyrenaica) y por los franceses (en Fezzan, que ellos dividirían y unirían administrativamente a sus colonias de Argelia y Túnez).

Londres favoreció la emergencia de una monarquía controlada por Arabia Saudí, la dinastía de los Senussis, que reinó sobre el país desde la independencia, en 1951. De religión wahhabi, mantiene el nuevo estado en un oscurantismo total, promoviendo al mismo tiempo, los intereses económicos y militares anglosajones.

Esta fue derrumbada en 1969 por un grupo de oficiales que proclamó la verdadera independencia y colocó en la puerta de salida a las fuerzas extranjeras. En el plano político interno, Muammar Gadafi escribió en 1975 un programa, el Libro Verde, en el cual garantizó a la población del desierto satisfacer sus principales sueños. Por ejemplo, en cuanto cada beduino quería tener su propia tienda y su camello, él prometió a cada familia un apartamento gratuito y un coche. La Jamahiriya Árabe Libia ofrece igualmente agua, educación y salud gratuitas. Progresivamente, la población nómada del desierto, se sendentariza en la costa, pero los lazos de cada familia con su tribu de origen permanecen más importantes que las relaciones de vecindad. Instituciones nacionales fueron creadas, inspiradas en las experiencias de los falansterios de los socialistas utópicos del siglo XIX. Ellas establecieran una democracia directa en coexistencia con las antiguas estructuras tribales. Así, las decisiones importantes eran primero presentadas en coexistencia con las antiguas estructuras tribales.

Así, las decisiones importantes eran primero presentadas a la Asamblea Consultiva de las Tribus antes de ser deliberadas por el Congreso General del Pueblo (Asamblea Nacional). En el plano internacional Gadafi se dedicó a resolver el conflicto secular entre los africanos, árabes y negros. Puso fin a la esclavitud y utilizó gran parte del dinero del petróleo para ayudar al desarrollo de los países subsaharianos especialmente, Malí. Su actividad despertó a los occidentales que comenzaron, entonces, políticas de ayuda al desarrollo en el continente.

No obstante, a pesar de los progresos conseguidos, treinta años de Jamahiriya no bastaron para transformar esa Arabia Saudí africana en una sociedad laica moderna…».

Es evidente que fueran los verdugos de Gadafi que así lo quisieron e hicieron para que el caos, el terrorismo y la disgregación transcurrida de las contingencias disponibles viniesen a justificar el carácter de intervención, injerencia y manipulación del AFRICOM, de sus «asociados» (antiguas potencias coloniales y miembros de la OTAN) y de las gestiones de los frágiles estados africanos, sobre todo los de África del Oeste y el Sahel.

4- Así lo quisieron y a partir de ahí, instalado en el caos, el terrorismo y la disgregación por todo el Sahel hasta el Lago Chad, las cuencas del Congo, el Nilo y el Zambeze, así como las inmediaciones de los Grandes Lagos, las manipulaciones dialécticas del imperio de la hegemonía unipolar en África toman partido de otra contradicción que se nutre de tensiones transcurridas en la incesante búsqueda de espacio vital que hace desplazar migraciones cada vez más numerosas de las inmensas regiones de los mayores desiertos calientes del globo, no solo en dirección al Mediterráneo (para alcanzar Europa, sino también para alcanzar el espacio vital rico en agua interior, al sur, tendiendo al horizonte a Africa Austral.

El AQMI, Boko Haram, las milicias radicalizadas en la República Centroafricana, actúan sobre Mauritania, Malí, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, la República Centroafricana, toman partido de esas migraciones y de la disgregación artificial de Sudán, disipado no solo en convulsiones étnicas y regionales, sino también reclutado últimamente para formar parte de la «coalición árabe» en Yemen.

De esa forma, bien AFRICOM, bien Francia del «pré carré», ajustan sus ideologías, injerencias y prácticas de intervención de inteligencia militar, a los términos de los argumentos que promueven los moldes de la nueva guerra psicológica en África.

En un artículo publicado en Opera Mundi, el inventario estadístico de las acciones del AFRICOM fundamentadas por los términos de la nueva guerra psicológica se resume así:

«Durante años, el Ejército norteamericano insistió públicamente que sus esfuerzo en África eran insignificantes, dejando a la población de los EUA y sus propios africanos sin consciente sobre el tamaño real, escala y objetivo de sus operaciones en el continente. Portavoces y generales del Africom han alegado repetidas veces que se trata apenas de una leve acción en el continente. Alegan tener apenas una base en África: Camp Lemonier, en Djibouti. No les gusta hablar sobre operaciones militares. Únicamente proporcionan informaciones sobre una parte de sus ejercicios de entrenamiento. Ellos se niegan a divulgar los lugares donde están localizadas las tropas, así como el número de países involucrados.

Durante una entrevista, un portavoz de Africom una vez expresó que solamente enumerar cuantas acciones el comando tiene en África sería ofrecer una imagen distorsionada de los esfuerzos de los EUA en el continente. A puerta cerrada, no obstante, oficiales del Africom han afirmado repetidamente que el continente es un campo de batalla norteamericano y que ellos ya están involucrados en una guerra factual.

De acuerdo con las cifras divulgadas por el Comando Militar de los EUA en África, el objetivo de esa guerra creció de forma dramática en 2014. En su Declaración de Operaciones, el Africom relata que condujo 68 acciones el año pasado, representando un aumento en relación a las 55 del año anterior. Ese número incluyó las misiones de auxilio a las tropas francesas e intervenciones africanas en Mali y en la República Centroafricana, la operación Observant Compass, un esfuerzo por desmantelar lo que queda del Ejército de Resistencia del Señor (LRA en inglés) en África Central, y la United Assistance, el envío de militares para combatir la crisis del ébola en África Occidental.

En el año pasado fueron realizados ejercicios militares norteamericanos en conjunto con ejércitos africanos en países como Marruecos, Senegal, Camerún y Malawi. El Africom también realizó ejercicios de seguridad marítima, incluyendo operaciones en el Golfo de Guinea y en la costa de Senegal y tres semanas de escenarios de entrenamiento de seguridad marítima, como parte de la operación Phoenix Express 2014, con marineros de varios países, incluyendo Argelia, Italia, Libia, Malta, Marruecos, Túnez y Turquía.

El número de actividades cooperativas de seguridad pasó de 481 en 2013 a 595 el año pasado. Tales esfuerzos incluyen entrenamiento militar en un programa de alianza entre estados que alía fuerzas militares africanas con unidades de la Guardia Nacional de los EUA y la Asistencia y entrenamiento para operaciones de contingencia en África (ACOTA, en las siglas en inglés), iniciativa financiada por el Departamento de Estado de los EUA a través del cual consejeros militares norteamericanos y mentores prevén equipamiento y entrenamiento para tropas africanas.

En 2013 un total de acciones norteamericanas combinadas en el continente alcanzó 546, una media de más de una misión por día. En el año pasado, ese número saltó a 674. En otras palabras, las tropas norteamericanas conducen casi dos operaciones, ejercicios o actividades -de ataques de drones a instrucciones de contra-insurgencia, recolecta de inteligencia y entrenamiento de tiro – en algún lugar del continente cada día de 2014. Eso representa un significativo aumento de las 172 misiones, actividades, programas y ejercicios que el Africom heredó de otros comandos cuando comenzó sus operaciones en 2008.»

La persistencia de este tipo de escenarios revela que, incluso si Europa se cuestiona el vasallaje hacia los Estados Unidos, difícilmente eso se verá reflejado en el comportamiento europeo en relación a África, por el que es necesario por parte de los Estados africanos una mayor clarividencia en el diálogo con los europeos, algo que sigue el ejemplo muy reciente de Angola, con la muy oportuna visita del presidente João Lourenço a Francia y Bélgica.

Con la eclosión de la amenaza radical wahabita en el norte de Mozambique (se puede evaluar aquí: https://www.publico.pt/2018/06/10/mundo/noticia/de-onde-apareceu-o-extremismo-islamico-que-assola-mocambique-1833590 ), después de que esa amenaza haya sido «deshecha» en 2011 en Libia con el fin de la era Gadafi, no nos extrañaría empezar a ver los instrumentos de esa injerencia en la creación de condiciones de penetración con el rótulo de «sociedades» en el África Austral, intentando avasallar las élites de todos los estados africanos que componen el espacios de SADC y eso a pesar de que están apostados por políticas de paz… o ¡precisamente por eso mismo!

Notas:

1. Concepto, utilizado con connotación negativa, que hace referencia a los fuertes vínculos entre países africanos y la antigua metrópoli.

2. Concepto de origen francés formado por la unión de las palabras «France» y «Afrique» usado para referenciar la relación de Francia con sus antiguas colonias».

3. Areva – Areva NC Níger es una filial de Areva NC que opera en la industria minera, en concreto en la explotación del Uranio.

Texto original en portugués.

Traducido para UMOYA por Esther Martín Pariente. 

Fuente: https://umoya.org/2018/07/19/la-guerra-psicologica-del-imperio-de-la-hegemonia-unipolar-en-africa/#more-60825