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La hora de Bush y compañía

Fuentes: GAIN

El partido republicano va a escenificar el nombramiento de George W. Bush como candidato a la presidencia de EEUU. El Madison Square de Nueva York acogerá por primera vez una convencion republicana. La elección no es aleatoria. El discurso gira en torno a la «guerra contra el terror», y qué mejor escenario para recordar la […]

El partido republicano va a escenificar el nombramiento de George W. Bush como candidato a la presidencia de EEUU. El Madison Square de Nueva York acogerá por primera vez una convencion republicana. La elección no es aleatoria. El discurso gira en torno a la «guerra contra el terror», y qué mejor escenario para recordar la tragica fecha del 11-s.

La convención va a iniciarse con una invocación y homenaje a las víctimas de aquel día, y la figura elegida ha sido el antiguo alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani. Además, durante la misma, el estilo que resaltarán los oradores se acercará mucho a una caracterización «centrista y moderada», huyendo de posicionamientos extremos en las intervenciones, aunque tras esos discursos se esconda la ideología más conservadora de las ultimas décadas.
Bush deberá mostrar una agenda que sepa defender sus posicionamientos belicistas, al mismo tiempo que muestra grandes dosis de optimismo de cara al futuro de su país. Probablemente centrará la campaña en dos temas, la guerra de Irak y la economía, pero lo hará sin duda alguna desde una posición marcadamente ofensiva, para desechar la figura defensiva y de debilidad que podría traslucirse de otra manera.
Y para ello nada más fácil que atacar a su oponente, a la indecisión, ambigüedad e inconcreción de los mensajes del líder demócrata. Kerry ha apoyado la invasión de Irak, y luego se ha llamado «candidato contra la guerra», para nuevamente posicionarse a favor de la guerra. Esta mezcla de contradicción e «izquierdismo» será utilizada contra los demócratas.
En sus pronunciamientos, Bush se cuidará mucho de contentar a todas las diferentes familias ideológicas del partido, sin sobreponer, de momento, unas a otras, y mostrando una cara de unidad por encima de todo. En esa dirección, y en asuntos como familia, aborto u homosexualidad, apuesta por «instituciones como la familia y el matrimonio, así como por una cultura de defensa de la vida». Con ese barniz «centrista» atraerá y contendrá al mismo tiempo a buena parte de los conservadores cristianos.

La RED

En la actualidad, el Partido Republicano controla la mayoría en la Cámara de Representantes, algunos puestos clave de gobernador, la Casa Blanca y desde hace algunos años la mayoría del Senado. Esta red de poder se logra en buena parte por la combinación y coexistencia de diferentes tendencias ideológicas dentro del mismo partido.
Así, están los llamados neoconservadores (Dick Cheney o Donald Rumsfeld), los conservadores tradicionales (la familia Bush), la derecha religiosa (John Ashcroft, la Coalición Cristiana…), los «centristas» o «moderados», de la escuela de Nixon/Rockefeller (Colin Powell o George Pataki) o los libertarios (Ron Paul…). Todas esas ramas buscan expandir sus ideologías a través del presidente y de todas las instituciones del Estado. En ocasiones coinciden por motivos coyunturales, a pesar de mantener objetivos estratégicos diferentes. La lucha por lograr un mayor peso en la política de EEUU puede que se acelere tras las elecciones, a pesar de todo, todos son conscientes de la necesidad de que sea nuevamente reelegido Bush.
Dentro de todo este entramado ideológico destacan dos tendencias: la de los neoconservadores y la de la derecha religiosa. La estrategia neoconservadora no es nueva. Desde hace más de tres décadas, los estrategas e ideólogos de la derecha han venido diseñando lo que se conoce como «una nueva arquitectura el poder», una estructura moderna de diferentes redes que abarca todos los sectores de la sociedad. Así, estarían los famosos think tanks (American Enterprise Institute), los institutos políticos que han logrado en ocasiones integrar a los socialconservadores, la derecha religiosa y los halcones de política exterior, los grupos u organismos centrados en actividades regionales (Middle East Forum) y los comités ciudadanos, muy importantes para lanzar campañas y objetivos concretos.
Esta tejida red abarca la mayoría de instituciones de Estados Unidos, y gracias a esa privilegiada posición de sus miembros pueden definir la política que desarrollarán. Esta compleja red tiene en su centro dos instituciones claves, la ya mencionada American Enterprise Institute y el Project for the New American Century (PNAC). Uno de los principales logros de este último ha sido la capacidad de integrar en el mismo a buena parte de esas tendencias ideológicas. Así, desde neoconservadores hasta representantes de la derecha socialconservadora, pasando por miembros de la derecha cristiana, se han unido en un proyecto común.
La ideología sustentada en torno a la derecha religiosa tiene también una trascendencia que normalmente se escapa a los medios de comunicación. Al igual que la anterior, lleva tiempo diseñando y ejecutando su estrategia. A partir de 1992, la Coalición Cristiana se articuló para «trabajar por el control» del Partido Republicano. En pocos años ha pasado a dominar las figuras claves del mismo, incluidos los siete senadores republicanos más importantes, y el propio presidente Bush. Si en estas elecciones el Partido Republicano vence, tanto en las presidenciales como en los puestos del Senado que se celebran, el círculo se habrá cerrado.
Controlando la presidencia, el Senado, y de esta forma también la Corte Suprema, las tres instituciones del sistema norteamericano estarían en manos de la derecha religiosa, y probablemente a punto de convertir el país en una teocracia fundamentalista de corte cristiano.

MOVIMIENTOS

En torno a la convención se van a dar muchos movimientos, sobre todo en su exterior. Se esperan manifestaciones contra la presencia del Partido Republicano en la ciudad y «contra su política y la manipulación de las víctimas». Las experiencias de manifestaciones contra el Fórum Económico Mundial del 2002 y las marchas contra la guerra de febrero y marzo de 2003 son algunos antecedentes que indican por donde pueden discurrir estas protestas.
De cara a la campaña, no hay que olvidar las estratagemas que pueden utilizar Bush y su equipo. La reciente campaña contra Kerry sobre la guerra de Vietnam es un ejemplo, o la aparición del senador demócrata, Zell Miller, como cabeza de los demócratas que apuestan por el presidente republicano. Sin olvidar las posibles manipulaciones en torno a las amenazas de atentados terroristas de Al Qaeda, las «deseadas» capturas o la muerte de alguno de sus dirigentes en los meses previos a las elecciones, e incluso el apoyo (económico y mediático) a terceros candidatos, como el caso de Nader, para que pueda volver a minar y restar votos cruciales para el candidato demócrata.
Finalmente, y de cara a las elecciones de noviembre, está en juego también la elección de varios senadores. Y aunque parezca quedar en segundo plano, éstas están muy unidas. Los republicanos necesitan una mayoría más amplia en esa cámara para evitar posibles bloqueos y obstáculos a sus proyectos. De ahí que los movimientos de Bush y compañía se aceleren en las fechas posteriores a la convención.