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El periodista Xavier Montanyà retrata en su última película documental la influencia del franquismo en Guinea Ecuatorial

La huella africana del nacionalcatolicismo

Fuentes: Periódico Diagonal

El documental Memoria negra nos embarca en un viaje, a veces alucinante y surrealista, a la esencia del colonialismo franquista en Guinea Ecuatorial. «Lo que más me ha interesado es ver el franquismo en estado puro», afirma Montanyà durante la entrevista que mantuvo con DIAGONAL. «Así como en el Estado español hicieron lo que hicieron, […]

El documental Memoria negra nos embarca en un viaje, a veces alucinante y surrealista, a la esencia del colonialismo franquista en Guinea Ecuatorial. «Lo que más me ha interesado es ver el franquismo en estado puro», afirma Montanyà durante la entrevista que mantuvo con DIAGONAL. «Así como en el Estado español hicieron lo que hicieron, y no es que estuviesen muy cortados o inhibidos, en Guinea es como ellos querían fraguar su utopía, intentan hacer el paraíso soñado», explica. Utopía franquista que se plasma en las imágenes de archivo que nutren el documental. «Localizamos unos documentales del NO-DO que fueron una mina. Hay cosas filmadas en Guinea y, tanto la manera de filmar, como el concepto, como la voz en off, explican todo lo que era el colonialismo español de la época : la ideología, la imagen, la puesta en escena y el concepto que tenían sobre los africanos». «Es muy impresionante ver desfiles de niños falangistas en África. El escritor guineano exiliado Donato Ndongo explica que cuando era pequeño iba a la escuela en plena África tropical y una de las cosas que le decían al principio de la clase era : ‘Somos españoles por la gracia de Dios porque hemos recibido la gracia de nacer en España». Más esperpentos : «He encontrado cosas muy curiosas, como corridas de toros con toreros negros y desfiles de semana santa. Los colonos blancos que estaban en Guinea adaptaron algunas canciones falangistas al ambiente en el que vivían como aquella canción de Montañas nevadas… que cambiaron por Bosques tropicales…». Además de «monumentos a José Antonio Primo de Rivera, a los caídos por Dios y por España, lo cual es alucinante». La manipulación de la onomástica es otro de los rasgos clásicos del colonialismo : «Cambiaron el nombre de algunas poblaciones», narra Montanyà. «Un pueblo que se llamaba Bimvili pasó a llamarse Valladolid de Guindiles, otro llamado Niefang fue sustituido por Sevilla de Niefang».

«Tiene una parte folclórica y algo absurda, pero es muy fuerte», añade. Gran parte del ambiente se refleja en una frase de uno de los protagonistas : «Nosotros éramos niños buenos que estábamos consagrados al caudillo salvador de España». Y es que «toda Guinea Ecuatorial era como un feudo de Carrero Blanco, del sector del franquismo más integrista que tenía auténticos delirios imperiales. Intentaban seguir el espíritu, ¡qué ridículo !, de Isabel La Católica», exclama Montanyà.

«Lo más sorprendente es ver cómo se implanta la Iglesia, el nacionalcatolicismo, la Falange, el sistema político franquista y su ideología, y las consecuencias que genera : es una catástrofe. A lo mejor necesitan dos o tres generaciones para recuperarse. Han podido transmitir su historia oral y familiarmente, pero han perdido mucho porque es un proceso de amputación cultural», afirma el periodista catalán. «Debido a que importantes jerarcas franquistas y empresarios a su alrededor tenían intereses económicos allí, todo esto fue silenciado».

«El trabajo de archivo no ha sido tan complicado como la investigación periodística e histórica», afirma Montanyà, que ha tenido todo tipo de impedimentos y trabas para el acceso a los archivos oficiales. Y es que, durante la transición, «Guinea se convirtió en materia reservada». «Si la transición hizo pactos de silencio sobre algunas cosas», reflexiona, «el caso de Guinea quedó enterrado bajo toneladas de silencio». Además, «hay muchas dificultades para encontrar materia prima para investigar ; las fuentes orales están muriendo, cuando no fueron asesinadas en su momento», añade. El documental deja un espacio final para analizar y retratar la historia de Guinea tras la independencia y la influencia del poso franquista.

«Les ha ido muy bien que se sepa muy poco sobre las relaciones entre España y Guinea». Montanyà afirma que «actualmente es insultante para el pueblo guineano y para la idea de democracia que España siga teniendo relaciones con Guinea Ecuatorial porque el gobierno de Teodoro Obiang es una dictadura denunciada por Amnistía Internacional». Además, «cualquier acercamiento a este individuo le da más garantía legal e internacional», añade el periodista. «Entre 2000 y 2005 Guinea Ecuatorial cuadriplica la producción de petróleo y de gas y la esperanza de vida baja de 49 a 43 años».

LOS TESTIMONIOS DE LA ‘MEMORIA NEGRA’

El documental, cuyas escenas africanas han sido rodadas en el vecino Camerún debido a que el gobierno ecuatoguineano negó la autorización al equipo de rodaje, cuenta con una veintena de entrevistas. Entre ellas destacan los testimonios de prominentes colonos españoles como el misionero claretiano Eduardo Canals o el antiguo jefe de la Guardia Civil en Guinea, Luís Báguena. Además de los relatos de exiliados ecuatoguineanos, como el escritor Donato Ndongo entre otros, así como la luchadora independentista camerunesa Marta Moumié. También son entrevistados importantes dirigentes franquistas como Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo entre 1962 y 1969. Xavier Montanyà explica que «hay sobre todo mucha memoria oral de la gente que sale entrevistada que ha ido aportando piezas del puzzle. En un tema del cual no se hablado nunca o que se ha hablado poquísimo, conseguir que la gente, que ha sufrido violencia, crímenes y muertes, hable en público es difícil ; para ellos es un paso importante». Y añade : «Por contra es interesante que para Fraga y compañía, aunque no se haya hablado y no haya habido análisis sobre el tema, no les ha costado nada hablar. Otros se niegan : Herrero de Miñón no ha querido hablar a pesar de que sabe mucho». Uno de los personajes clave de la narración, el abogado Antonio García Trevijano, da por concluida abruptamente la entrevista que mantenía con Montanyà para el documental molesto con las preguntas críticas.