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Panorama de África en 2018

La inestabilidad regional y la política de subdesarrollo (II)

Fuentes: Pambazuka News

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Según el autor, África debe romper su dependencia del capitalismo y resolver sus contradicciones internas, que son un reflejo de las continuas explotación y la opresión engendradas por la construcción postcolonial a beneficio de Occidente.

Introducción

En los últimos doce meses los acontecimientos en el continente africano han reforzado la relación de siglos con las naciones imperialistas a través del proceso de explotación económica de los recursos humanos y naturales que ha disparado los beneficios de las fuerzas dominantes en sistema mundial. Aunque en los 55 países que conforman la Unión Africana (UA) hay variantes sutiles y profundas de esta realidad, las similitudes en todo el continente superan con creces las diferencias.

Esta segunda entrega que evalúa los acontecimientos del período contemporáneo sólo se puede entender adecuadamente si se sitúa la continua crisis en un contexto histórico. Aunque todos estos Estados miembros de la UA son nominalmente independientes, excepto el Sáhara Occidental que aún está bajo ocupación marroquí, casi ninguna de las decisiones políticas tomadas por los gobiernos en las diferentes regiones geopolíticas se puede llevar a cabo sin un meticuloso razonamiento relacionado con la respuesta de las instituciones financieras internacionales y los regímenes capitalistas desarrollados de Occidente.

Inestabilidad en el Norte de África: los casos de Egipto y Libia

El tercer país más poblado de la UA es Egipto, que desde 2011 padece una fuerte agitación política. La dimisión del expresidente Hosni Mubarak tras las protestas masivas generalmente conocidas como la «Primavera Árabe» crearon las condiciones para el ascenso del líder militar convertido en presidente Abdel-Fattah al-Sisi en 2013.

El gobierno de los Hermanos Musulmanes ganador de las elecciones en 2012 bajo la enseña del Partido de Libertad y Justicia (PLJ) sólo había durado un año cuando los militares retomaron el poder alegando que tenían un mandato popular para «restaurar el orden» y devolver la nación al «laicismo». Miles de partidarios del PLJ fueron asesinados o detenidos tras el golpe.

El derrocado presidente Mohamed Morsi continúa en prisión y el pasado mes de diciembre compareció en la misma sala que Mubarak en un juicio de trata de culpar al líder del PLJ de los disturbios producidos en Egipto en 2011 y 2012. Pero no fueron los Hermanos Musulmanes quienes iniciaron las manifestaciones masivas contra Mubarak en febrero de 2011, sino el descontento generalizado provocado por la subordinación de la economía al imperialismo facilitada por la financiación del aparato militar y de seguridad egipcio como apéndice de los intereses estratégicos de Washington relacionados con que siguiera existiendo el Estado de Israel y su papel en todo el norte de África y Asia Occidental.

Un atentado contra un autobús turístico en El Cairo cerca de las milenarias pirámides acabó con la vida de tres persona vietnamitas. Al día siguiente las autoridades egipcias anunciaron que el ejército habían eliminado a 40 «activistas» en una operación antiterrorista.

Estos incidentes de violencia como represalia con el objetivo de debilitar y después fortalecer la economía y el sistema político egipcio pueden parecer relacionados con la aplicación de la ley. Sin embargo, el origen del atolladero hay que buscarlo en el legado del colonialismo británico y francés que se extiende desde el siglo XVIII hasta el siglo XX. Otros factores de la crisis egipcia son producto de la intrusión de Tel Aviv y del apoyo que recibe de Washington, que controla ambos puestos avanzados pro-occidentales por medios económicos y militares.

El prolífico y conocido estudioso egipcio Samir Amin falleció el 12 de agosto de 2018 en un hospital de París a la edad de 86 años. Amin fue secretario ejecutivo y cofundador del Consejo para el Desarrollo de la Investigación Social en África en 1973, y uno de los más destacados investigadores marxistas en el campo de lo que en la década de 1970 se conoció como teoría de la dependencia.

Amin indicó que África no podría obtener una independencia duradera sin «desvincularse» del imperialismo mundial. Este análisis se puede aplicar a otros Estados de la región norte del continente

Lo imperativo de la tesis de Amin se puede ilustrar mejor en la vecina Libia, donde a principios de 2011 el Pentágono y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emprendieron una guerra genocida tras calificarla falsamente de movimiento a favor de la democracia. Utilizando a rebeldes contrarrevolucionarios locales, una campaña aérea de siete meses de duración, de marzo a octubre, derrocó el sistema de la Jamahiriya bajo el mando del coronel Muamar Gadafi y creó un vacío de poder que continúa a finales de 2018.

A pesar de varios intentos de rehacer la Libia post-Gaddafi a imagen y semejanza del imperialismo, la violencia entre facciones y la continua interferencia militar de los Estados de la OTAN y sus aliados han sumido al país en un caos perpetuo. En los últimos tres años Libia se ha ganado la reputación de ser un importante centro de trata de seres humanos en el que se violan rutinariamente los derechos de las y los africanos, a quienes se vende como mano de obra barata y esclavos sexuales.

Cientos, si no miles, de personas están siendo trasladadas ilegalmente todos los días al sur de Europa a través del Mediterráneo. Muchas de estas personas mueren dentro y fuera de las desvencijadas embarcaciones mientras que el debate acerca del nivel de la migración ha creado las bases políticas para el ascenso de partidos neofascistas de derecha que han logrado un importante apoyo en todo el continente europeo.

Balcanización de África Occidental: la fractura de Nigeria y Camerún

El presidente Muhammadu Buhari de la República Federal de Nigeria ha hecho pública su candidatura en nombre del Congreso de Todos los Progresistas para su reelección en 2019. Cuando Buhari asumió la presidencia en 2015 declaró que el grupo islamista Boko Haram sería derrotado en seis meses. Sin embargo, la violencia en el noreste del país ha continuado a lo largo de toda su presidencia. A finales de diciembre varios combatientes armados ocuparon el cuartel general de una fuerza operativa conjunta antiterrorista en Baga, en el estado de Borno.

Aunque Boko Haram se ha escindido en dos facciones identificables, una de las cuales está aliada con el Estado Islámico de África Occidental, la capacidad del grupo para utilizar fuerza letal ha seguido siendo un factor de desestabilización en el noroeste, una de las zonas menos desarrolladas de este Estado rico en petróleo que es el más poblado del continente. El problema de la seguridad interna será una de las cuestiones principales que planteen los partidos de la oposición que quieren derrocar a Buhari en las próximas elecciones nacionales.

La drástica bajada de los precios del petróleo y el colapso de las exportaciones de petróleo a Estados Unidos tuvo un efecto devastador en la economía nacional desde 2015. Después de que el actual presidente estadounidense Donald Trum asumiera el cargo han mejorado las relaciones entre Abuja y Washington y se reanudado la venta de equipamiento militar a Nigeria bajo la premisa de fortalecer la capacidad de país de derrotar a Boko Haram.

Lo que a menudo se ignora en el ámbito internacional es la represión contra el Movimiento Islámico de Nigeria (IMN, por sus siglas en inglés), un grupo de base chií. El líder del IMN, Sheikh Ibrahim Zakzaky, y su esposa siguen encarcelados en Nigeria a pesar de una orden judicial que ordena su puesta en libertad. El IMN afirma que las autoridades nigerianas han asesinado y encarcelado a cientos y quizá miles de sus miembros. Las manifestaciones para exigir la liberación de sus líderes y seguidores se enfrentan a menudo a disparos y más detenciones.

Nigeria sigue siendo muy dependiente de los ingresos en divisas provenientes de la venta de petróleo en el mercado internacional, que en los últimos años ha cambiado hacia naciones de Asia como China e India. Debido a la producción de petróleo y gas natural ha aumentado el movimiento sindical, que reclama el aumento del salario mínimo y mejores condiciones laborales.

Desgraciadamente, Nigeria sigue siendo un Estado capitalista en el que los intereses de las personas trabajadoras, campesinas y jóvenes no son una prioridad para la burguesía nacional. Las mujeres han hecho grandes progresos en los ámbitos profesional y de los negocios. No obstante, todavía queda mucho por hacer para crear una sociedad verdaderamente democrática dispuesta a ocupar el lugar que le corresponde en los esfuerzos por transformar a África en una potencia industrial reconocida internacionalmente.

El vecino Camerún, una antigua colonia alemana, británica y francesa, no solo está asolado por la insurgencia de Boko Haram, sino que los problemas no resueltos entre las regiones francófonas y anglófonas se han politizado hasta el punto de llegar a una insurrección armada.

Un movimiento guerrillero anglófono que reivindica la independencia de Ambazonia, una nación no reconocida en las regiones suroeste y noroeste del país (conocida como Camerún Sur), ha provocado importantes ataques contra civiles y el secuestro de estudiantes. La reelección del presidente Paul Biya, que lleva muchos años en este cargo, ha generado tensiones ya que los líderes nacionales no abordan adecuadamente la urgencia de una posible desintegración de este estado productor de petróleo.

Este tipo de divisiones dentro de Camerún suscita el espectro de una intervención aún más profunda del Pentágono y la OTAN con la excusa del antiterrorismo y la supuesta estabilización de la zona de África Occidental. El Mando de África de Estados Unidos (AFRICOM) está muy implicado en África Occidental donde realiza anualmente ejercicios militares conjuntos con miembros de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental.

Se debe superar el legado del colonialismo para fomentar el desarrollo regional

África Occidental es una zona geopolítica estratégica y vital para el sistema económico mundial debido a sus vastos recursos energéticos, su potencial agrícola y su proximidad al Océano Atlántico. Al igual que ocurre en el norte de África, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros gobiernos de la Unión Europea tratan de aumentar su presencia militar y económica en toda la región.

La dependencia de Occidente a la hora de fijar los precios de los productos básicos y las preferencias relacionadas con el comercio con los Estados africanos suponen una traba importante para la soberanía y la unificación verdaderas del continente. Hasta que no se aborden estos desafíos desde un punto de vista continental no podrá haber verdadera seguridad frente a las amenazas provenientes tanto de los elementos internos como externos.

No existe fundamento histórico alguno para confiar en AFRICOM y la OTAN en lo que respecta al suministro de material militar, el adiestramiento de tropas y el estacionamiento de soldados occidentales en África. Con las recientes experiencias de Libia, Costa de Marfil, Egipto y Somalia abundan los ejemplos que refutan que el militarismo imperialista en el continente tenga resultado positivo alguno.

La creación de un Alto Mando Africano integrado por fuerzas militares nacionales y milicias populares es la única solución para las crisis de seguridad, y está estrechamente vinculada a los modelos de desarrollo centrados en las personas. Para crear este ejército armado panafricano los Estados miembros de la UA deben acabar con su dependencia del capitalismo y dedicarse a resolver las contradicciones internas que son un reflejo de las continuas explotación y la opresión engendradas por la construcción postcolonial que sólo beneficia a las clases dominantes en Washington, Nueva York, París, Londres, Bruselas y otros puestos avanzados del imperialismo.

Abayomi Azikiwe es director de Pan-African News Wire

Fuente: http://www.pambazuka.org/pan-africanism/africa-review-2018-part-ii-regional-instability-and-politics-underdevelopment

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.