El Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND) prorrogó ayer por 30 días más el cese del fuego que cumplía desde el pasado 15 de julio, pero advirtió que la amnistía gubernamental está lejos de ser satisfactoria. El MEND, cuyas fuerzas operan en lo fundamental en la rica franja petrolera del sur del […]
El Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND) prorrogó ayer por 30 días más el cese del fuego que cumplía desde el pasado 15 de julio, pero advirtió que la amnistía gubernamental está lejos de ser satisfactoria.
El MEND, cuyas fuerzas operan en lo fundamental en la rica franja petrolera del sur del país, cuya población es la más empobrecida y desplazada, paradójicamente, reiteró desconocer una amnistía que no posibilita un diálogo constructivo sobre el origen de los principales problemas del país.
El presidente Umaru Yar Adua propuso perdonar incondicionalmente a los combatientes que entreguen sus armas antes del 4 de octubre, como parte de los esfuerzos encaminados a resolver el conflicto armado y recuperar la antigua capacidad productiva del crudo de la nación.
En un comunicado enviado a los medios por vía digital, el grupo insurgente señala que el Gobierno debería usar esa extensión para hacer lo justo, y no hablar de paz mientras arma su ejército para una guerra que no podrá ganar.
Nigeria, el país más poblado de Africa y ex primer productor de petróleo del área, ha visto disminuir sus niveles de producción en los últimos tres años en medio de continuos enfrentamientos y ataqures entre efectivos militares y el MEND.
El MEND, por su parte, acusa al gobierno de entregar las principales riquezas de la franja petrolífera a transnacionales foráneas, a quienes responsabiliza además del desplazamiento de miles de de personas de su lugar de origen y de la contaminación del medio ambiente.
El movimiento exige, además, una redistribución más justa de la riqueza generada.
Poco después de comenzar a regir la tregua de dos meses concedida por el MEND a mediados de julio, el país se vio envuelto en cruentos enfrentamientos entre grupos islámicos y el ejército, que causaron cerca de 800 muertos en varios estados norteños.
Una fuerte ofensiva militar liquidó esas revueltas en pocos días y causó la muerte a su principal cabecilla, sin embargo, en ningún momento el Gobierno ofreció dialogar a ese movimiento rebelde.