Compañero Santiago, lo vi por primera vez en la ultima Feria del Libro de la Habana, usted acababa de llegar de Túnez, donde había participado en los inicios de la Primavera Árabe, y nos narró elocuentemente lo ocurrido allí; realmente lo admire por haber estado en el centro de acontecimientos históricos invaluables para esa región […]
Compañero Santiago, lo vi por primera vez en la ultima Feria del Libro de la Habana, usted acababa de llegar de Túnez, donde había participado en los inicios de la Primavera Árabe, y nos narró elocuentemente lo ocurrido allí; realmente lo admire por haber estado en el centro de acontecimientos históricos invaluables para esa región y para el mundo. Después seguimos con mucho interés los acontecimientos en Egipto, Yemen y Bahréin y las maniobras imperialistas para abortar esas revoluciones; cuando empezaron los acontecimientos en Libia y vimos la posición adoptada por las potencias imperialistas nos dimos cuenta de que por Libia empezaba el desmantelamiento de esas revoluciones. De esos días hay una reflexión del Comandante en jefe Fidel Castro, muy esclarecedora, que decía: «se puede estar de acuerdo o no con Gadafi, pero en lo que no se puede estar de acuerdo es en que las potencias imperiales aprovechen los problemas internos de un país y utilicen a la ONU, para intervenir, bombardear y cambiar el régimen en nombre de la seguridad del pueblo Libio…».
Recuerdo las campañas mediáticas contra Gadafi que usted ayudo a potenciar y las mentiras y exageraciones que nos recordaban a Irak. El canciller Británico, sin ningún pudor, llegó a decir que Gadafi había masacrado al pueblo y que ¡había más de 10.000 muertos! ¿Dónde están las imágenes? Nunca las presentaron, hoy ni se habla de eso; las imágenes que conocemos son de los bombardeos y los cientos de victimas inocentes, o de la vendetta con racismo incluido de sus «gloriosos rebeldes» cuando entraron en Trípoli precedidos de los bombardeos, las tropas especiales británicas y francesas además de los mercenarios fundamentalistas de la versión Libia de Al-Qaeda. ¿Acaso los cientos de miles de seguidores de Gadafi y las tribus que lo apoyan no son parte importante del pueblo Libio? ¿Por qué no se admitió la propuesta de la Unión Africana, en coincidencia con la del presidente Chávez y que también apoyaban Rusia y China, de un alto al fuego e iniciar negociaciones por las partes? ¿Fue acaso la resolución 1973 de la ONU una resolución para buscar el entendimiento y lograr una solución pacífica del conflicto? Pero a pesar de esa ambigua y tendenciosa resolución, ¿acaso no ha sido violada flagrantemente por la OTAN como lo han denunciado Rusia y China?
Hoy conocemos mucho más y sabemos que el plan de invadir Libia lo tenían planeado a punto los gobiernos de Francia y el Reino Unido desde 2010, cuando ni por asomo se pensaba en las revoluciones Árabes. Quizás los primeros manifestantes en Bengasi y Trípoli tenían una idea revolucionaria y pacífica para mejorar y querían un cambio para Libia, pero esa idea abortó cuando iniciaron el trafico de armas por la frontera de Egipto, entraron algunas fuerzas especiales y atacaron el aeropuerto y unidades militares Libias; aquí se puso en funcionamiento el plan franco-británico que contaban con la deserción de varios funcionarios importantes del gobierno de Gadafi, algunos implicados en las acciones mas siniestras de ese gobierno y se inició la respuesta armada de Gadafi.
Al lograr la condena y resolución de la ONU el imperialismo obtuvo carta blanca para la intervención, solo que no contaba con la resistencia de las tropas de Gadafi y de una buena parte del pueblo Libio.
Compañero Santiago, no sé qué le hizo a usted personalmente Gadafi o por qué lo odia tanto; Gadafi no es persona de mi devoción ni mucho menos, lo consideraba incluso un poco payaso, cometió errores de principio al entablar relaciones de afecto y conveniencia con presidentes como Bush, Sarkozy, Berlusconi etc., pero mantuvo el nacionalismo Libio y árabe y usted que está tan bien informado debe saber que Libia era el país de África con mejores indicadores sociales, que campeaba la crisis económica sin dificultades con el mayor PIB de África sin apenas desempleo, los indicadores de salud y educación también eran los mejores de África, ambas eran gratuitas, apoyaba la lucha de los palestinos contra Israel, fue determinante para que el Imperio no pusiera el AFRICOM en territorio Africano, miembro activo de los «No Alineados», sugirió cambiar el dólar por una moneda unitaria africana, etc. Entonces, Santiago, ¿de qué estamos hablando? ¿Eran necesarios los bombardeos? ¿Era necesaria la guerra civil? ¿A quien favorece esto? ¿Al pueblo Libio o al imperio? Dices: «El sofocamiento a sangre y fuego de la revuelta libia hubiera puesto en peligro los logros revolucionarios de Túnez y Egipto, alentado una represión aún mayor en Yemen y Siria y congelado todas las protestas que retoñan de nuevo en Marruecos, Jordania y Bahréin». ¿Y cuáles son los logros de Túnez y Egipto que no sea un cambio de régimen? ¿Se han cumplido las reivindicaciones sociales de los revolucionarios? ¿Ha disminuido la influencia de EEUU y la OTAN en esos gobiernos?
¿Podrá estar tranquilo un gobierno o un pueblo árabe que quiera independizarse de las potencias imperiales? Si la resolución era de la ONU, por qué la OTAN? ¿Por qué dos monarquías de las más represivas, como Arabia Saudí y Catar estaban junto a la OTAN en Libia? ¿No ha visto usted a manifestantes en estos países con banderas de EEUU alabando la democracia «made in USA» y pensando que son los yanquis quienes los están ayudando? ¿Será posible tal dicotomía en el mundo árabe? Dice usted: «Lo cierto es que los pueblos árabes, incluido el libio, han decidido desembarazarse de las dictaduras más largas del planeta, ‘descongelando’ una región del mundo petrificada desde la primera guerra mundial y condenada a servir una y otra vez intereses ajenos». Las únicas «dictaduras» que mantenían ciertos principios de las revoluciones nacionalistas árabes de los años 50 del siglo pasado eran las de Libia y Siria, que son las que el imperio quiere derrocar por la fuerza, a cualquier precio, porque mantenían su independencia y eran las más antiimperialistas. Las revoluciones árabes del 2011 se inician por los graves problemas sociales provocados por el neoliberalismo y la crisis mundial capitalista; igual que pasa en los pueblos de Europa, cuya situación se irá agravando; la izquierda debe partir de estos conceptos que son los reales y no caer en la contraofensiva contrarrevolucionaria del imperio iniciada con los sucesos de Egipto y que ha provocado la invasión saudí de Bahréin, la invasión de la OTAN a Libia, la ofensiva contra Siria, la unidad con las monarquías mas represivas de la región y la manipulación brutal de los medios. ¡Si la izquierda no mantiene su antiimperialismo se pierden las revoluciones! Y con todo respeto, Santiago, su artículo ayuda a la división de las izquierdas y confunde más que aclara.
Los Latinoamericanos como nadie hemos vivido en el Monstruo y le conocemos las entrañas, por eso nuestra posición de principios es con Libia y contra la OTAN y EEUU. No a los bombardeos y la intervención grosera de la OTAN, sí a la resistencia del pueblo Libio y a los arreglos pacíficos entre las tribus. No al gobierno CNT de bandera monárquica que representa a la OTAN y a las potencias imperialistas.
Las izquierdas deben de llamar a no reconocer este gobierno, apoyar solo a un gobierno emanado de la decisión de todo el pueblo y de las tribus libias y rechazar por todos los medios la contraofensiva contrarrevolucionaria imperial.
Preferimos, compañero Santiago, un orden donde primen la independencia, la soberanía de los pueblos, la solidaridad y la justicia y rechazamos la injerencia, la intervención, el chantaje, el oportunismo político, la manipulación mediática.
Espero que por el bien de la izquierda en algo pueda concordar conmigo.
Pedro R. Machín Cantón – Antiimperialista cubano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.