«Estamos viviendo una situación kafkiana», dice Eduardo Quiros, presidente del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella (GESE), que publica el tabloide de mayor tiraje y el diario más viejo de Panamá, con 163 años de vida. Ahora corren el riesgo de desaparecer por la aplicación de una ley estadounidense. En mayo pasado el dueño […]
«Estamos viviendo una situación kafkiana», dice Eduardo Quiros, presidente del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella (GESE), que publica el tabloide de mayor tiraje y el diario más viejo de Panamá, con 163 años de vida. Ahora corren el riesgo de desaparecer por la aplicación de una ley estadounidense.
En mayo pasado el dueño del paquete accionario de GESE, Abdul Waked, uno de los empresarios más ricos de Panamá, fue acusado en EE UU de actividades ligadas al lavado de dinero y el narcotráfico y quedó inscripto en la Lista Clinton -por la Orden Ejecutiva del expresidente Bill Clinton de 1995- que establece fuertes penas a quienes hagan negocios con quien figure en esa nómina. Esta lista negra es elaborada por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros, (OFAC por sus siglas en inglés), del Departamento del Tesoro de EE UU pero, como se verá, puede tener alcance global. Waked es tío de Nidal Waked, detenido en Colombia bajo cargos de narcotráfico y lavado de dinero y a punto de ser extraditado a EE UU. En el grupo editorial suponen que esa relación estaría en la base de la acusación contra el dueño de GESE.
Sucede que este sería el segundo gran escándalo del año en el castigado país centroamericano luego de la difusión en abril de los Panamá Papers, una filtración de documentos que involucran en maniobras de evasión y lavado a centenares de líderes políticos y empresarios de todo el mundo, incluido el presidente Mauricio Macri y su familia. Y quizás el viejo La Estrella no sea ajeno a esta movida.
El bufete de abogados especializado en crear empresas fantasmas, Mossack-Fonseca, ya venía en picada en febrero pasado, con las esquirlas del Lava Jato brasileño. El fundador del estudio y asesor presidencial Ramón Fonseca Mora acudió prontamente a La Estrella en marzo, y en un crudo reportaje apuntó a Paul Singer como el prestidigitador detrás de escena. ¿Abrió el paraguas porque sabía que se venía la tormenta?
En mayo, como un mecanismo de relojería, Waked tuvo que comenzar a desprenderse de algunas de sus 68 empresas en el marco de la Ley Clinton. Armó un fideicomiso para alejarse de las cadenas Félix B. Maduro, con 138 años de historia, y Soho Mall, presente en el área duty free de los aeropuertos más importantes de América Central y con proyectos de expansión al resto del continente.
¿Tiene algo que ver el escándalo de los Papers con esta ofensiva? ¿Los diarios tienen relación con lavado de dinero o narcotráfico? «Decididamente no», se defiende Quirós ante Tiempo. «De hecho es probable que al incluir al grupo en la Lista no hayan tenido idea de que hay dos diarios». Puede ser, porque el Tesoro de EE UU dio inmediatamente una licencia para que el grupo editorial siguiera funcionando. Pero esa licencia finaliza el 6 de enero.
Para Quirós, el grupo es desde mayo una empresa bloqueada. La restricción impide las actividades financieras en cualquier costado del mundo ya que obstaculiza el uso de cuentas de entidades con sede en EE UU, que son todos los bancos conocidos. Tampoco pueden usar tarjetas de crédito -todas de EE UU- lo que no permite cobrar la publicidad, la venta o las suscripciones, además de que los anunciantes no pueden pautar campañas por disposiciones en las casas matrices, que también están en el Norte.
Hubo marchas y pedidos de todos los actores sociales, culturales, religiosos y políticos en favor de la libertad de prensa, afectada por una medida administrativa de una nación extranjera. El presidente panameño, Juan Carlos Varela, hizo un reclamo formal a las autoridades pero la solución que ofrece el embajador John Feeley, es por lo menos extraña. Que Waked venda GESE o que arme un fideicomiso para el 51% de las acciones. O sea, que pierde el control de los medios.
El empresario se niega porque dice que así le birlaron algunas de sus empresas más valiosas. Y, asegura que está dispuesto a negociar cualquier cosa, menos los diarios. «Vendo mi hijo, pero no los periódicos. Que eso lo entienda todo Panamá. No voy a vender los periódicos mientras viva.»
¿Por qué tanto interés en el cambio de dueño, qué mano oculta podría estar detrás de esta maniobra administrativa de EE UU? No hay una certezas. El diario se ubica en el centro y no es especialmente antinorteamericano. ¿Hay algún competidor deseoso de llevarse un capital simbólico a precio de ganga? En el terreno de las especulaciones algunos señalan a la competencia. El propio Waled desliza que en el caso de las cadenas de perfumería, cosméticos y licores, podría estar el grupo Motta, que también tiene medios como La Prensa y un canal de tevé y participa en Copa Airlines.
Para Quirós, seguir con licencias y prórrogas «es insostenible», por lo que se impone, dice, liberar al grupo de las consecuencias de la lista. En GESE trabajan 250 personas pero hay otros cientos de empleos indirectos en la cadena proveedores, distribuidores y agencias publicitarias, recalca.
Para el Ministro de Economía y Finanzas Dulcidio de la Guardia, «La Estrella de Panamá no es solamente el periódico más antiguo del país, también es parte de nuestra identidad nacional y una fuente de gran orgullo para todos los panameños». El futuro de ambos diarios se juega el día de Reyes.