Ver a Cindy Sheehan, desconsolada madre californiana del soldado Casey en una protesta en medio del cálido verano de Crawford, Texas, llega a lo más profundo de los corazones de muchos, quizás de millones, pero, ciertamente a los corazones de padres cuyos hijos e hijas están siendo sacrificados en el altar del petróleo en medio […]
Ver a Cindy Sheehan, desconsolada madre californiana del soldado Casey en una protesta en medio del cálido verano de Crawford, Texas, llega a lo más profundo de los corazones de muchos, quizás de millones, pero, ciertamente a los corazones de padres cuyos hijos e hijas están siendo sacrificados en el altar del petróleo en medio del salvajismo imperante en zonas urbanas de Iraq.
Una medida que se aplica en la retirada estadounidense de los procesos que condujeron a la guerra consiste en que si una red norteamericana trata de obtener un criterio opuesto, se entrevista sobre los sucesos del 11 de septiembre a una madre hispana que haya perdido un hijo en Iraq y expresado su ‘apoyo’ a la continua presencia de las tropas estadounidenses.
Sheehan, cuya presencia la justificaba la pérdida de su hijo, no cometería nunca ese error.
Sus pronunciamientos son claros, con conocimiento de causa y de condena, no solo de la pérdida sin sentido de su hijo, sino de la propia guerra. Expresó en términos claros e innegables, que no existe conexión entre los sucesos del 11 de septiembre e Iraq y nos recuerda la mentira de las aterradoras ‘armas de destrucción en masa’ que convencieron a muchos a eliminar sus objeciones y dudas y apoyar ese estúpido sueño imperial de ‘rehacer al Medio Oriente’.
Sheehan pidió un encuentro breve, aunque importante, con el hombre que envió a su hijo a la muerte y el ‘Presidente de Guerra’ de los Estados Unidos, quien pasará un mes en Crawford; pero éste rechazó su invitación.
En su lugar, comentaristas y propagandistas de derecha han llevado a la pequeña pantalla y publicado en primera plana ataques contra esta mujer que osó ejercer realmente sus supuestos derechos constitucionales de protesta.
En esencia, se le ha dicho que sea ‘leal’, lo que se significa «cerrar la boca», «irse a casa» y «no criticar al Comandante en Jefe».
De hecho, parece haberse inculcado un sentimiento similar en los soldados: «cerrar la boca», «cumplir órdenes» y «matar o morir por su Comandante en Jefe».
En resumen, en bien de los intereses del imperio, tanto los criterios de los padres como las vidas de los jóvenes son desestimables.
¿El denominador común? «Cerrar la boca»
Qué extraño mensaje de un país que se dice ser una democracia comprometida con el ‘fomento de la democracia’ en el Medio Oriente.
Gracioso. ¿Cómo es que no existe esfuerzo serio alguno para ‘fomentar la democracia’ en Israel, que se ha mantenido inamovible por medio siglo?
Claro, hay cierto grado de democracia para los que son judíos israelíes, pero ¿qué sucede con los millones de árabes palestinos?
Se arrogan el ‘derecho’ a la ‘Ocupación’; y todo por el ‘fomento de la democracia’. Por supuesto, uno podría señalar a los más cercanos aliados árabes en la región y no nos habríamos acercado en nada a la ‘democracia’. ¿Egipto? Un reino de todo, menos de nombre. ¿Arabia Saudita? Un reino donde la condición previa para un cargo ministerial es tener consanguinidad con el Rey fundador, Sa’ud y se del género masculino. ¿Pakistán? Una junta militar. ¿Afganistán? Un títere instalado y preservado por los Estados Unidos.
¿Iraq? Una colección de ex empleados e informantes de la CIA o ex beneficiarios de los generosos MI-5. Gente cuyo temor mayor es abandonar la Zona Verde y caminar entre las personas que dicen ‘representar’.
Cindy Sheehan tiene todo derecho de estar en Crawford y todo derecho de protestar contra la guerra inventada que le arrebató a su hijo Casey una vida joven y prometedora.
Ella sabe, como ahora saben otros miles de madres y padres que sus hijos e hijas no murieron para ‘instaurar la democracia’. Perdieron sus vidas para asegurar y preservar la riqueza de príncipes, reyes y presidentes; de los directores de Halliburton; los derechos de la élite, no de la mayoría trabajadora.
Está en todo su derecho de protestar, de expresar su enojo, su indignación.
Lo extraño es que no haya decenas de miles más.
Traducción de Cubadebate