«Si Donald Trump piensa que todos los mexicanos son delincuentes es porque no ha conocido a Pablo, el biólogo, o a Enrico, el astrofísico.» De esa forma empieza una curiosa nota de la organización de noticias McClatchy. La nota se refiere a miles de mexicanos que poseen un título doctoral y han migrado para trabajar […]
«Si Donald Trump piensa que todos los mexicanos son delincuentes es porque no ha conocido a Pablo, el biólogo, o a Enrico, el astrofísico.» De esa forma empieza una curiosa nota de la organización de noticias McClatchy.
La nota se refiere a miles de mexicanos que poseen un título doctoral y han migrado para trabajar en centros de investigación de universidades de Estados Unidos (EU). De esa manera, la academia mexicana se priva de excelentes profesionistas que dejan su país en busca del trabajo que ahí se les niega. Se estima que 11 mil mexicanos con títulos doctorales residen y trabajan en este país que aprovecha el beneficio gratuito que recibe del creciente éxodo de profesionistas mexicanos, según comenta el doctor Tenorio Trillo, historiador de la Universidad de Chicago.
Pablo, de 38 años, es un científico altamente capacitado. Dejó México para estudiar un posgrado en Francia y de ahí pasó a la Universidad Rockefeller, en Nueva York, donde obtuvo un doctorado en genética. Regresó a México y solicitó empleo en el Instituto Nacional de Medicina Genómica; posteriormente lo hizo en el Instituto de Física Celular y, por último, en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. No hubo lugar en ninguno de ellos debido a que no hay fondos para nuevas plazas, advierte Pablo, quien ahora trabaja en un centro en investigaciones de IBM en EU, que aprovechó sus dotes científicas adscribiéndolo a uno de sus proyectos.
El gobierno mexicano, continúa el artículo, prometió destinar uno por ciento del producto interno bruto al desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero hasta ahora no lo ha hecho. La Universidad Nacional Autónoma de México, considerada la mejor y tal vez la más grande institución en el mundo de habla hispana, tiene 229 mil estudiantes de licenciatura y posgrado. Un buen número de sus graduados salen al extranjero para conocer y aplicar las innovaciones tecnológicas de otros países en México. Sin embargo, muchos de ellos no regresan, debido a que el gobierno sigue restringiendo recursos para proyectos de investigación y educativos, concluye el artículo.
Hasta hace pocos años la migración de México hacia EU era principalmente de mano de obra no calificada. Según cifras del gobierno estadunidense, en los dos años pasados casi no hubo migración en ese renglón. La que ha aumentado es la de profesionistas en los que México ha invertido cuantiosos recursos. Al fin de cuentas, quienes directa o indirectamente se benefician de la migración, calificada o no, son quienes critican e incluso vituperan a los migrantes, particularmente los mexicanos, tal como lo hace el inefable señor Trump.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/14/opinion/014o1pol