Traducido del francés por Alberto Nadal
Miles de manifestantes han recorrido las principales arterias del centro de la capital gritando consignas que reclamaban la partida del sistema. Aunque no fuera la multitud impresionante de los viernes 1 y 8 de marzo, por ejemplo, la movilización sigue presente 11 semanas después del comienzo de la protesta el 22 de febrero.
Y las y los argelinos prometen proseguir su movimiento durante el mes de Ramadán. «No nos pararemos; durante el Ramadán saldremos a la calle», se ha gritado numerosas ocasiones.
Como ocurre desde hace dos semanas, brigadas de la gendarmería nacional filtraban el acceso a la capital desde la víspera, tanto por el este como por el oeste.
Puestos de control instalados en los grandes ejes que conducen a Argel han perturbado enormemente la circulación, dejando pasar los vehículos en cuentagotas. Algunas familias han debido esperar varias horas para hacer unas pocas decenas de metros.
Lo anterior no ha alterado en nada la manifestación de Argel, donde además de las consignas habituales para que el sistema «dégage» (se largue), las y los manifestantes han denunciado la posición del jefe de estado mayor del Ejército Nacional Popular, Ahmed Gaid Salah, rechazado las elecciones presidenciales del 4 de julio y denunciado toda tentativa de «división». «No al racismo, khawa khawa (hermanos)», gritaban las y los manifestantes ante el edificio de la Grande Poste.
Jóvenes han enarbolado banderas nacionales, en número de 48, con el nombre de cada wilaya (departamento) inscrito en cada una de ellas, una forma de reafirmar su defensa de la unidad nacional.
Pero las consignas más presentes ayer eran las relativas al viceministro de defensa y a las elecciones presidenciales del 4 de julio. «No a las elecciones, bandidos» o «Gaid Salah dégage (lárgate)», han sido gritadas más de una vez.
Es el segundo viernes seguido en el que las y los manifestantes se han mostrado abiertamente críticos respecto al jefe de estado mayor del ejército. Una respuesta ciertamente a sus últimos discursos, en los que no ha mostrado ninguna disposición de dirigirse hacia una solución política, ateniéndose a la vía constitucional que rechaza mayoritariamente la ciudadanía e incluso la clase política de la oposición, que no querrían en absoluto unas elecciones organizadas y supervisadas por figuras del régimen de Buteflika, como el jefe del Estado Abdelkader Bensalah, y el primer ministro Noureddine Bedoui, también en el punto de mira de las manifestaciones, como ocurrió en viernes precedentes.
Además, a la vez que se reclamaba el «arresto» de Said Bouteflika [1] , hermano del ya antiguo presidente de la República, mucha gente ha mostrado dudas sobre la «buena fe» del proceso judicial en curso. Las y los manifestantes han ocupado las calles de la capital hasta las 17 h, hora a la que han comenzado a volver a sus casas.
Mucha gente discutía sobre las modalidades de organización de las manifestaciones, en previsión del próximo viernes, que será un día de Ramadán.
Si las opiniones divergen por el momento sobre el horario de las mismas, todo el mundo está de acuerdo en que la movilización debe proseguir. En cualquier caso, el movimiento popular no ha mostrado ayer ninguna señal de agotamiento.
Si el poder actual apostaba por el debilitamiento del movimiento a medida que pasara el tiempo, debe rendirse a la evidencia de que las cosas no van como deseaba. La hoja de ruta puesta en marcha actualmente, que debería concluir en las elecciones del 4 de julio no tiene, a priori, ninguna posibilidad de salir adelante.
Nota:
[1] El 4 de mayor la policía detuvo a Said Buteflika y dos generales. Ver https://elpais.com/internacional/2019/05/04/actualidad/1556988966_487149.html ndt.
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