Deb Haaland es una de las muchas mujeres indígenas que este año se postulan para un cargo público. El mes pasado, derrotó a cinco rivales demócratas en las primarias del distrito que incluye la ciudad de Alburquerque
Deb Haaland, la expresidenta del Partido Demócrata en el estado de Nuevo México que está tratando de hacer historia como la primera congresista indígena, tenía una sola duda antes de postularse: ¿podría ganar?
Llegó a la conclusión de que sí, sin lugar a dudas. «Pertenezco a la 35º generación de una familia de Nuevo México y tengo la sensación de que nos jugamos mucho», explica Haaland durante una entrevista en una cafetería cerca del Capitolio de Estados Unidos en Washington: «Así que decidí presentarme».
Haaland pertenece a la tribu Pueblo de Laguna y es una de las muchas mujeres indígenas que este año se postulan para un cargo público, una cifra récord. Hasta la fecha, ninguna indígena ha conseguido llegar al Congreso de Estados Unidos. La posibilidad de una victoria que sería histórica está movilizando a los votantes de Nuevo México.
«En el Congreso de Estados Unidos nunca se ha oído una voz como la mía», indica Haaland en un anuncio de su campaña en el que pone el acento sobre sus orígenes humildes y su agenda progresista.
El mes pasado, derrotó a cinco rivales demócratas en las primarias del distrito que incluye la ciudad de Alburquerque, la principal ciudad del Estado. En noviembre, tendrá que enfrentarse a la republicana Janice Arnold-Jones, una exlegisladora del Estado, y a Lloyd Princeton, un candidato libertario, en unas elecciones generales que se centrarán en la inmigración, la sanidad y Donald Trump.
«Trump ignora a los indígenas»
«Con Trump, muchas personas han podido expresar su racismo sin complejos. Ha dado alas a los supremacistas blancos y la extrema derecha», afirma.
En su opinión, el presidente ignora el lugar que ocupa el pueblo indígena en la historia del país. Sus ataques continuos a la senadora demócrata Elizabeth Warren, a la que llama con sorna Pocahontas, son «asquerosos y vergonzosos». En un mitin reciente en Montana, Trump afirmó que le «lanzaría» una prueba de ADN a la senadora por Massachussetts, para que pudiera demostrar que desciende de los nativos americanos.
«Para empezar, él no decide quién es indígena», puntualiza Haaland. «Además, es una falta de respeto que la siga llamando Pocahontas con el propósito de ridiculizarla».
A pesar de que le molesta el discurso de Trump, no son sus palabras sino las medidas que el presidente está impulsando las que amenazan las tradiciones y las tierras indígenas. Haaland recuerda que la Administración quiere obligar a los indígenas a cumplir con más requisitos para tener acceso a la atención sanitaria; una medida que según los líderes de estas tribus limitaría el acceso a los servicios de salud y socavaría su soberanía. También está alarmada por la decisión de la Administración de reducir los monumentos nacionales y terminar con la protección del Gobierno a las tierras que los indígenas consideran sagradas.
Nuevo México, uno de los estados más pobres
Hija de excombatientes, Haaland pasó por trece escuelas antes de graduarse en el instituto. Se pagó la universidad decorando pasteles y fundó un negocio de salsa. Se licenció en Derecho mientras cuidaba sola a su hija y trabajaba a media jornada en un negocio de subastas. En algunas ocasiones, su familia dependió de los cupones de alimentos para comer, una realidad que afecta a muchas personas de Nuevo México, uno de los estados con el mayor índice de pobreza del país.
Haaland es una consumada activista. Protestó por la construcción del oleoducto Dakota Access en Standing Rock y participó en la marcha de mujeres en Washington. Su programa progresista contempla la atención sanitaria universal (Medicare for All), un salario mínimo de 15 dólares y guarderías gratuitas. También apoya la campaña para suprimir el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) y para iniciar un proceso de destitución contra Trump.
Si gana y consigue llegar al Congreso, Haaland ya ha avanzado que sus prioridades serán proteger el medio ambiente y promover las energías renovables. También hará todo lo que esté en sus manos para que la lucha contra la violencia de género, una lacra que afecta a las mujeres indígenas de forma desproporcionada, tenga mayor financiación.
Su rival republicana indica que los votantes del distrito son más prácticos que progresistas y que las propuestas «extremas» de Haaland en relación a la seguridad fronteriza, petróleo, gas y derecho al aborto le harán perder votos.
«Sinceramente, las primarias demócratas han cambiado la naturaleza de estas elecciones», afirma Arnold-Jones. «Mi rival está escorada más a la izquierda que los votantes».
Los analistas políticos consideran que se trata de un distrito claramente demócrata. Hillary Clinton lo ganó por más de 16 puntos y desde 2009 siempre sale elegido un congresista demócrata.
Arnold-Jones avanza que los demócratas van a querer que haga campaña contra Trump pero cree que la popularidad del presidente en el Estado está creciendo gracias a la mejora de la situación económica y los recortes fiscales.
«Los habitantes de Nuevo México han necesitado un poco de tiempo para habituarse a su forma de ser y apoyarlo pero el impacto de sus medidas ha sido increíblemente positivo», indica y puntualiza que «si hoy se celebraran elecciones presidenciales, Trump volvería a ganar».
Haaland integra una tendencia al alza de indígenas que se están presentando a cargos públicos tras siglos de persecución sistemática, marginación y privación de derechos. Estados Unidos no reconoció la ciudadanía a los pueblos indígenas hasta 1924. Nuevo México, donde los indígenas representan cerca del 11% de la población, no les reconoció el derecho a voto hasta 1962. En la actualidad solo dos congresistas son indígenas, los congresistas republicanos por Oklahoma Tom Cole y Markwayne Mullin.
«Desde 1789, nunca hemos tenido la oportunidad de votar a una mujer indígena para el Congreso de Estados Unidos», explica Mark Trahant, editor del Indian Country Today. «El hecho de que tengamos esta posibilidad es muy relevante».
Trahant, que está siguiendo el fenómeno, indica que en parte como reacción contra Trump y también en apoyo al movimiento #MeToo, este año decenas de mujeres indígenas se están presentando a cargos de la Administración pública local, de los estados y del Gobierno. Es una situación sin precedentes.
Es posible que Haaland no sea la única candidata indígena al Congreso en estos comicios. Sharice Davids, de la Nación Ho Chunk, también se presenta en unas primarias demócratas en un distrito que se caracteriza por su voto cambiante, y Amanda Douglas, de la tribu Cherokee, ha conseguido llegar a una segunda vuelta electoral en las primarias demócratas para un distrito profundamente conservador de Oklahoma.
A diferencia de muchas de las candidatas que se han presentado a cargos públicos tras la victoria de Trump, Haaland tiene una dilatada trayectoria política. Durante años, estuvo vinculada al Partido Demócrata antes de presentar una candidatura que no cuajó para ser la vicegobernadora en 2014. Fue entonces cuando se convirtió en la presidenta del Partido Demócrata en Nuevo México.
¿Importa tanto hacer historia?
Joe Monahan, un veterano bloguero político de Nuevo México, señala que el hecho de que la candidatura de Haaland haga historia la ayuda a sobresalir en unas elecciones con candidatos que no presentan programas muy distintos. Subraya que los votantes apoyaron a la republicana Susana Martínez después de que ella les recordara que «sería la primera gobernadora hispana».
«A la gente le gusta hacer historia y creo que no debemos restar importancia a este hecho», puntualiza.
Monahan señala que en las primarias Haaland no ha obtenido unos resultados ajustados. Ha conseguido ganar con un gran margen en lo que se esperaba que fueran unas primarias muy disputadas y lo hizo atrayendo a votantes progresistas con cuestiones como el cambio climático y la atención sanitaria.
Parte con ventaja por el hecho de presentarse como candidata en un distrito que suele votar al Partido Demócrata. Si en noviembre consigue ganar, pasará a formar parte de la historia de Estados Unidos.
«Es algo en lo que no pienso», afirma. «Sin embargo, de vez en cuando alguien me lo recuerda y me emociono porque me percato de que a muchas indígenas nunca se les pasó por la cabeza que alguien como ellos pudiera llegar al Congreso de Estados Unidos».
Traducido por Emma Reverter
Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/indigena-quiere-historia-Congreso-EEUU_0_797220509.html