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¿La musa del españolismo?

Fuentes: Rebelión

Se convocó al personal a un master de españolismo: se celebraba en Suiza-Austria la eurocopa de fútbol. Y los triunfos, reportajes, comentarios y celebración de los españoles en torno a su selección me recordó la histeria vivida en los juegos olímpicos de Berlín de 1936 con Hitler y el nazismo en primera fila. Si el […]

Se convocó al personal a un master de españolismo: se celebraba en Suiza-Austria la eurocopa de fútbol. Y los triunfos, reportajes, comentarios y celebración de los españoles en torno a su selección me recordó la histeria vivida en los juegos olímpicos de Berlín de 1936 con Hitler y el nazismo en primera fila. Si el saludo de Heil Hitler aludía al Ave Caesar del imperio romano, el Viva España, el tremolar de su bandera y los comentarios entusiásticos tenían un mucho de raza, de somos los mejores, de desprecio y conmiseración por los otros y, por qué no decirlo, de exaltación un tanto acomplejada del nacionalismo español, porque: «ahora ya nadie tiene vergüenza de pasear la bandera españala por las calles de Europa».

A mí, que me gusta el fútbol en cierta dosis, me resultaba inmasticable ese españolismo desbocado, mezcla de exaltación propia y desprecio ajeno, de nacionalismo invasor, de nostalgia de colonia perdida, de Cara al sol falangista y estrofa sanchezmazasiana: «volverá a reir la primavera/al paso alegre de la paz». Cuando vi algún trozo enmudecí al comentarista por infumable, por bajo y deleznable. Sin duda que los comentarios más ecuánimes y sensatos de esta eurocopa, por parte española, fueron los salidos de los mismos actores. Al menos los más mesurados.

La cineasta y fotógafa alemana, Leni Riefenstahl, con su gran documental, entre otros, «Olimpiadas» (1938) nos dejó cuando menos su inconmensurable talento artístico al servicio del Tercer Reich. A su muerte el periódico Wetzlarer Neue Zeitung escribía: «Leni Riefenstahl fue una figura demasiado prominente, que ocupó un lugar destacado en exceso como para ignorar sus películas de los congresos del Tercer Reich y su visión fílmica de los Juegos Olimpicos de 1936 en Berlín, que comulgaron con el sistema de propaganda del nacionalsocialismo». La victoria de la selección española de fútbol ha dejado traslucir ese españolismo ramplón de armario ropero apolillado, de falange adobada, de 1936 en Berlín con su nacionalsocialismo.

También allí los atletas franceses desfilaron brazo en alto y los turistas loaron la excelencia del canciller alemán y su gobierno; también Hitler y los suyos supieron camuflar con unos juegos su bestialidad y su inhumanidad, la que estaban ejerciendo contra sus ciudadanos. Como nos recordaba Joseba Macía en su excelente «Fútbol eurocopas, vascos y españoles» de Gara, el espectáculo de la eurocopa «ha conseguido al menos por varias semanas, alejar el mal fario de euribors, planes anticonstitucionales, leyes neonazis contra la inmigración, crisis o asesinatos domésticos». ¡Y no digamos su masacre de venganza contra la izquierda abertzale! Al menos de esto son conscientes, se dan cuenta de que, como dice el ministro de Interior, el Sr. Rubalcaba, ETA tiene muchos argumentos para proseguir la lucha armada.

Hay algo en esta Europa, formada por países -casi todos ellos con profunda experiencia colonizadora, saqueadora y aniquiladora de pueblos-, y ese eterno desprecio por África y sus moradores, su utilización como animales de carga o eslabón intermedio entre el hombre blanco y el mono. Creo que, en gran parte, la conmoción que provocó el nazismo fue la matanza de blancos, de ciudadanos de bien europeos, de vecinos blancos, de judíos ricos, el que se matara a europeos blancos acomodados… Porque nadie levantó la voz ante aniquilaciones bestiales llevadas a cabo por países europeos contra pueblos de África, Oceanía o Asia, muy superiores en número y no menos inhumanas y astutas. Como muestra ahí tenemos la ley europea de inmigración, con el remarque berlusconiano por parte del gobierno español. Manfred Weber es eurodiputado alemán del Partido Popular Europeo (PPE) y ponente de la directiva de retorno de inmigrantes durante los dos últimos años. Y es nada menos que Weber quien acusa al Gobierno español de haber presionado para endurecer la nueva norma. «Con la directiva de retorno existe la posibilidad de mantener a una persona detenida durante 18 meses, sin culpa alguna, por decisión administrativa y sin intervención judicial. Esto significa que estamos creando una categoría inferior de seres humanos». El presidente de Ecuador, Rafael Correa, denominó la «directiva de la vergüenza. Uno se siente impotente porque es el doble discurso y la doble moral de los países desarrollados que les exigen muchas cosas (a los inmigrantes) y se aprovechan de nosotros», aseguró.

Son varios los jugadores negros, que se vienen quejando en la liga española de fútbol de ser agredidos e insultados verbalmente en los campos, con el silencio y pasividad calculada de comentaristas deportivos, directivos de club, Federación y autoridades políticas y policiales. En definitiva son africanos y eso no sería fomentar la violencia. Sigue habiendo categorías o, en frase de Alfonso Ussia, «la alegría no se mezcla con las heces».

Hitler taimadamente aprovechó la instancia deportiva para demostrar al mundo la magnificencia del nazismo y encargó un elaborado programa propagandístico al ministro Joseph Goebbels. El triunfo español en la eurocopa y su puesta en escena ha dejado ver un trasfondo grueso de basura nacional españolista con cierto regusto falangista de país invasor y poco respetuoso.