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La necesidad de una estrategia unitaria

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por Daniel escribano

Parece que estamos metidos de nuevo en un torbellino y que no se ve fácil salir de él sin que pase largo tiempo. Es cada vez más notorio, sin embargo, que reivindicar en todo momento todos los derechos humanos y para todos será condición imprescindible para avanzar. Actuar a favor de todos los derechos humanos exige denunciar y hacer frente a todas las injusticias que han sucedido últimamente.

Denunciando, por un lado, las preocupantes sentencias que vienen de los tribunales españoles, como se ha visto en el caso 18/98, porque no es necesario ser miembro de organización armada o colaborar en la comisión de un delito para recibir una dura condena por pertenencia a banda terrorista. Basta con imputar sin más pertenencia a banda terrorista para imponer condenas de más de diez años de cárcel. No es necesario demostrar haber cometido delitos concretos, puesto que es suficiente que el tribunal considere que le ha hecho favor a un objetivo político de ETA.

Denunciando también los casos de tortura de la Guardia Civil y la policía española con la excusa de la lucha contra el terrorismo, que se ven cada vez más y más claramente. Hace pocas semanas hemos podido ver de nuevo cómo dos jóvenes de Lesaca han tenido que soportar torturas después de que los detuviera la Guardia Civil en Mondragón.

Denunciando que desgraciadamente, por impulso del Gobierno de España y al amparo de la Ley de partidos, ilegalizarán a ANV y EHAK, como hace tiempo anunció el propio Gobierno. Ya han suspendido las actividades de ambos. Y denunciando la detención de los miembros de la Mesa Nacional y del resto de dirigentes de la izquierda abertzale convencional sirviéndose de esa misma ley y obstaculizando toda su actividad política.

Denunciando la oleada represiva, tan indiscriminada como planificada, ordenada desde París, que ha tenido en el punto de mira en el País Vasco septentrional tanto a seis pastores labradores del sindicato ELB como a una de las personas más conocidas de la izquierda abertzale local y de la lucha civil y política no violenta, Txetx Etxeberri. La respuesta más adecuada a esas artimañas y provocaciones es la solidaridad ininterrumpida y profundizar en la marcha unida de los abertzales de izquierda y progresistas, siempre priorizando las vías no violentas pero activas.

Denunciando que un juez de Tolosa lleve a la Audiencia Nacional, bajo denuncia de supuesta colaboración con el terrorismo, a dos jóvenes por haber participado hace pocas semanas en una acción pacífica contra el tren de alta velocidad. Denunciando también la sentencia contra los ex miembros de la mesa del Parlamento de Vitoria Atutxa, Knörr y Bilbao.

El Estado español está agudizando los ataques políticos y jurídicos. Podemos decir que estamos ante una verdadera ofensiva, puesto que en pocas semanas han ocurrido sucesos muy graves. La sentencia del sumario 18/98 deja más claro que el gobierno del PSOE mantiene el camino abierto por el PP. Después, la utilización política de los instrumentos judiciales se ha acelerado notoriamente.

Los ciudadanos vascos no tenemos reconocidos nuestros derechos civiles y políticos en el sistema jurídico español. Pueden juzgar a cualquier ciudadano vasco por razones políticas y utilizando argumentos falsos, encarcelarlo y dejarlo bajo llave. Está claro: aquí no hay verdadero estado de derecho.

Sin embargo, también debe denunciarse de la misma forma la estrategia violenta de ETA. Esa actividad contraria a los derechos humanos, además de ser un proceder carente de sentido que crea dolor y odio, da al PP y al PSOE el aval para hacer cualquier cosa contra el abertzalismo y refuerza esos comportamientos antidemocráticos. Además de eso, es un obstáculo insalvable para una acción unida entre los partidos abertzales y especialmente para la acción conjunta entre los abertzales de izquierda.

Unamos fuerzas quienes creemos que nuestro pueblo merece la paz, la libertad, todos los derechos humanos para todos y la esperanza, pues ése es el único modo de avanzar y de salir de este torbellino desesperante. Sin embargo, más allá de la denuncia, debemos reunirnos en la posición contraria a toda violación de derechos y en defensa de éstos. Partiendo de esa posición debemos diseñar una estrategia unitaria para poder superar esta situación desesperante y que nuestro pueblo empiece a dar pasos en el camino de una esperanza basada en el respeto y la realización de los derechos fundamentales.

En ese camino debemos comprometernos los agentes sociales junto con los agentes políticos y también los hombres y mujeres del País Vasco. Los constitucionalistas están lejos, a día de hoy, de esa posición básica y es necesario que los demás actuemos de consuno para ir construyendo un tablero de juego para la solución con el impulso de la mayoría. Para ello, percatarse de las dificultades que tenemos es el primer paso para superarlas. La sed de poder del PNV, las acomodaciones de años y los hábitos de poder pueden llevarlo a estrategias por otro tipo de alianzas, si coloca sus objetivos partidistas por delante de la paz y la normalización del País Vasco. La izquierda abertzale convencional, por su lado, debe aprender que es necesario acumular fuerzas y que todos actuemos a una, que en este momento el paso histórico necesario es conseguir las condiciones democráticas para que la ciudadanía decida con total libertad el marco jurídico-político que quiere. Y para dar esos dos pasos ─la acción conjunta y las condiciones democráticas─ es imprescindible que ETA dé el paso definitivo de suspender definitivamente cualquier tipo de actividad violenta o, si no, que todos los agentes políticos se lo pidamos. Considerando la situación discriminatoria e injusta que se vive actualmente, habrá que ofrecerle ayuda en ese camino, sin estar esperando a que dé el primer paso. Por eso, tampoco los demás partidos favorables a una verdadera solución pueden dar prioridad en esta grave situación a hacer su camino en las instituciones o en el mapa político, quedándose en una situación cómoda y pensando que la iniciativa y el primer paso deben darlos otros.

Una vez que seamos capaces de unirnos en esa posición básica, tendremos que emprender con toda fuerza el camino de la confrontación política democrática, mediante una estrategia unitaria, haciendo sitio también a la participación directa de los agentes sociales y la ciudadanía. En ese camino, la desobediencia civil deberá ser un importante instrumento de uso necesario tanto por la ciudadanía como por las instituciones. Pongámonos, pues, manos a la obra. Ahora.

* Sabin Intxaurraga, Xabier Sarasua, Patxi Azparren y Andde Sainte-Marie son abertzales de izquierda

Berria, 16 de febrero de 2008