«Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres». Flora Tristán La Operación Cóndor creada por Pinochet en los años 70 con la participación de los Estados Unidos, y que aterrorizó a toda América Latina, parece un juego de niños comparado con la actual operación de la CIA que […]
Flora Tristán
La Operación Cóndor creada por Pinochet en los años 70 con la participación de los Estados Unidos, y que aterrorizó a toda América Latina, parece un juego de niños comparado con la actual operación de la CIA que detiene y traslada, desde diferentes partes del mundo, a los sospechosos de ejercer el terrorismo islámico hacia a unas tenebrosas cárceles clandestinas, llamadas «huecos negros». Los aviones de esta siniestra organización no tienen descanso, surcan el cielo hacia rumbos desconocidos, siempre cargados de hombres, mujeres, ancianos y hasta niños, seres humanos que alguna vez han sido nietos, hijos, padres, madres o abuelos, antes de convertirse en los prisioneros fantasmas por los que hoy nadie aboga.
Todos son candidatos a la tortura y posible desaparición. Los que logran sobrevivir jamás volverán a ser los mismos porque su vida será una pesadilla eterna, es o ya lo sabemos. Se está descubriendo que ya son miles y miles de personas de distintas, razas, etnias y color, las víctimas de esta tenebrosa actividad, que solo puede llamarse «Operación Buitre», diseñada por el Gran Patrón y sus servidores corrompidos en el afán desmesurado de acumular poder y riqueza a costa de la destrucción, sangre y sufrimiento que siembran a su paso. Estos poderosos, personalmente no van a ninguna guerra, porque les aterra la sangre. No torturan ni matan, simplemente ordenan a sus «buitres» para hacerlo invocando a Dios. Por algo un ex jefe de la CIA (1977-1981) almirante Stansfield Turner llamó a Dick Cheney, «el vicepresidente de la tortura».
Para entender la cobardía de estas personas que aspiran a dominar el m undo vale la pena reproducir lo que dijo el inculpado por corrupción, ex líder de la mayoría del Congreso y ex mano derecha de George W. Bush, Tom DeLay, cuando le preguntaron por qué no fue a la guerra de Vietnam. Este dijo que no participó porque «habían tantos jóvenes inmigrantes voluntarios que no cabía lugar para mí». El otro halcón, Dick Cheney contestó a la misma pregunta diciendo «no fui a la guerra porque tenía otras prioridades y los que fueron y murieron allí, también tenían sus prioridades».
La «Operación Buitre» es la prioridad actual de estos personajes que dirigen a la única superpotencia a su antojo, a vista y paciencia de su pueblo cristiano que se hace «de la vista gorda». Los europeos también se contagiaron de este mal. Ya se sa be que los 28 aviones-cárceles que pertenecen a ocho compañías encubiertas de la CIA, que ni siquiera tienen empleados o una dirección postal, aterrizaron no menos de 4,000 veces en la mayoría de los países de Asia Central, del Medio Oriente y en unos 25 países de la Unión Europea: 400 veces en Alemania, 200 en Gran Bretaña, 20 en Polonia, así como también en Palma de Mallorca, Chipre, Rumania, Francia, Islandia, Irlanda del Norte, República Checa, Hungría, etc. Los agentes que descienden de estos aviones se dan el lujo de secuestrar a plena luz de día y en diferentes países de Europa como lo hicieron impunemente en Milán en febrero del 2003.
Los comisionados europeos saben sobre estas violaciones desde hace 4 años, sin embargo, prefieren cerrar los ojos y no ver las violaciones de los derechos humanos de su aliado y «protector» Norteamérica, pensando que tendrán parte en el reparto del petróleo iraquí, principal razón de esta barbarie. Por eso, cuando salió a la luz pública la existencia de los «huecos negros» aceptaron fácilmente las explicaciones del director de la CIA, Peter Goss quien dijo que EE.UU. no usa tortura, sino «métodos únicos e innovadores para interrogar a sospechosos». Saben perfectamente que la «exclusividad e innovación» harían palidecer a los torturadores de Pinochet por el uso de drogas degradantes, golpes, privación de luz, agua y comida, baños helados, simulacros de ahogo, detenidos parados durante días en huecos oscuros, etc, etc.
Aunque Condoleezza Rice jura que su paí s no tortura, en estos días el Congreso norteamericano discute como legalizar esta aberración.