Traducido para Rebelión por Paloma Valverde
Lo que hoy está ocurriendo en Louisiana, Mississippi y Alabama es una catástrofe apenas vista en este país [que] ha provocado una ola de preocupación por las víctimas del huracán Katrina. Millones de personas en todo Estados Unidos [EEUU] y en el mundo están viendo con horror tanto la escalada de sufrimiento como la falta de respuesta del Presidente Bush y del gobierno de EEUU. Miles [de personas] están muertas o desaparecidas; millones han sido desplazadas o han perdido sus trabajos y sus casas.
La comunidad afro-americana en Nueva Orleáns ha resultado especialmente damnificada y además de [sufrir]las muertes masivas y del padecimiento ha sido la víctima del racismo de parte de los responsables del gobierno y de los medios de comunicación de las grandes corporaciones. Los verdaderos «asaltantes» en esta catástrofe son las grandes compañías de petróleo que están haciendo superbeneficios aumentando el precio del gas y de la gasolina en todo el país.
Cada día es más evidente que esta catástrofe supera los que es un «desastre natural». La muerte masiva y la destrucción no han sido consecuencia de un huracán, más bien han sido la consecuencia de un gobierno que prioriza los beneficios, la guerra y la conquista frente a las necesidades del ser humano. El peligro que supondría un huracán para Nueva Orleáns [3] y la región se conocía y se ha discutido durante años sin que se hayan tomado medidas significativas. Los fondos para reforzar los diques fueron desviados para pagar la guerra de Iraq y los terrenos que protegían [la ciudad] vendidos a los especuladores.
El calentamiento del globo es el factor más importante en el aumento de las tormentas tropicales, particularmente del huracán Katrina -que se desarrolló a partir de un huracán mínimo hasta convertirse en uno de los más grandes y dañinos de los que se tiene constancia- debido a las temperaturas extremadamente altas en el Golfo de México. Sin embargo, la administración Bush sigue despreciativamente dando la espalda a la evidencia del cambio climático y mantiene su postura de no adhesión al protocolo de Kioto.
Antes de que el huracán llegara, el gobierno dio orden de evacuación al estilo del «libre mercado». En otras palabras, a la gente se le ordenó evacuar pero los medios para la evacuación no se proveyeron. Eran los sectores más pobres de la clase trabajadora y, predominantemente la comunidad afro-americana, quienes no tenían los medios para evacuar y padecieron los más duros sufrimientos. Incluso días después del huracán [4], el gobierno de EEUU se ha negado a enviar todos los autobuses disponibles para transportar a la gente fuera [del área afectada.] Con la ciudad sumergida en un mar de detritus y productos químicos, el despreciable director de la Agencia Federal de Emergencias [FEMA, en sus siglas en inglés] Michael Brown, tuvo entonces la desfachatez de acusar a aquellos que más habían sufrido: «Creo que el número de muertos puede aumentar hasta el millar y, desgraciadamente, esto ha de atribuirse principalmente a que la gente no hizo caso de las advertencias» (1 de septiembre, CNN).
La administración Bush no ha escatimado recursos en lanzar su guerra contra Iraq, cogiendo para ello los más de 200.000 millones de dólares de los contribuyentes. No escatimó recursos en destruir la ciudad entera de Faluya en noviembre pasado [2004] pero cuando se trata de afrontar esta catástrofe «natural», la administración Bush ha sido criminalmente negligente. El paquete de ayuda de diez mil millones y medio de dólares, que equivalen al gasto de siete semanas de ocupación en Iraq, es completamente inadecuado. Mientras la gente, incluidos bebés y ancianos, está sin comida ni agua potable y los cadáveres se encuentran en las calles o flotando en el agua, Bush ha dado una respuesta insuficiente y tardía.
El gobierno se está preparando para echarle un cable a las compañías petroleras, las empresas aseguradoras y otras grandes corporaciones y casinos. Las grandes petroleras están además utilizando esta catástrofe como una oportunidad para llenar sus bolsillos. Los trabajadores de EEUU necesitan estar al lado de las víctimas de esta catástrofe y exigen que el gobierno provea de asistencia, tanto a corto como a largo plazo, a aquellos que han perdido todo.
¡Basta ya de racismo culpabilizador de las víctimas!
¡Encarcelamiento de los verdaderos saqueadores, los ejecutivos de las grandes petroleras!
¡Fondos para las necesidades del pueblo, no para la guerra!
¡Paremos la guerra de Bush contra los pobres en EEUU y del resto del mundo!
http://www.ANSWERcoalition.org
Notas de la T
[1] Coalición de diversas organizaciones denominada «Actúa ahora para parar la guerra y poner fin al racismo.»
[2] Las protestas se llevarán a cabo en Washington DC , San Francisco , Los Ángeles y Seattle.
[3] Nueva Orleáns se construyo bajo el nivel del mar [Golfo de México] de un río [Mississippi] y de un gran lago [Pontchartrain].
[4] La administración Bush no empezó a enviar ayuda humanitaria [agua, comida y ropa] hasta el quinto día de la catástrofe.